CAPÍTULO 10

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Emily

Pasaron dos días en los que Flowers Paradise tuvo mucho movimiento, nos habían hecho un pedido muy importante de rosas para una boda, fue simplemente increíble; por lo que me contó Sofí, era el primero que recibía la Floristería y estaba muy emocionada, independientemente de la ganancia fue saber que confiaban en nosotros para un evento importante como lo es una Boda. ¡Dios!.

Las cosas con Matt volvieron a ser como eran antes y estaba muy feliz por eso.

Anoche, tuvimos una charla de chicas, Sofía y yo, donde me hablada de nuestro lindo vecino Josh, ella se derretía por él. Hablamos de Aiden, mejor dicho ella habló de él, con que estaba interesado en mí y bla bla bla.

Admito que imaginarme que esa situación fuese verdad, aceleró los latidos de mi corazón. Respecto a él, no ha venido hace dos días.

«Para no estar interesada tienes contadito los días»

Ignoré a mi estúpida conciencia y me levanté de mi asiento para atender a la persona que había ingresado al local.

—Bienvenido a Flowers Paradise… — Y así paso mi día, atendiendo a las personas que ingresaban por flores.


{*}


Mientras bebía agua, sonó la campana anunciando que alguien había ingresado, me apresuré a beber rápido y dejar la botella a un lado.

Me enderecé y giré hacia el pasillo que daba a la puerta con una sonrisa de boca cerrada. Estaba por decir el típico saludo, cuando llegó a mis fosas nasales una fragancia ya conocida. Era de Aiden. Al saber que era él no pude evitar ponerme nerviosa.

—Hola Aiden.— saludé milagrosamente sin quedar en ridículo tartamudeando.

—Hola Mily—sentí como se acercaba a mí y dejaba un beso en mi mejilla— admito que sorprende de buena manera que supieras era yo, aunque no sé cómo— permanecía cerca de mí— Ya me estaba preparando para recibir tú ya conocido saludo de bienvenida, pero debo decir que este me gusta más— se apartó de mí.

—Digamos que es un secreto.— no iba a decir que fue por su fragancia, pensara que estoy loca y es una vergüenza que no pienso pasar. «Al menos no con él» — ¿Vienes por mas rosas, Aiden?— pregunté

—Mi nombre salir de tus labios suena como un cántico Angelical— abrí mis ojos tanto, que hasta dolieron al escuchar sus palabras— Y no vengo por rosas.

—Nunca he escuchado cantar a los Ángeles—ironicé— pero de haberlo hecho, estoy cien por ciento segura de que no sonarían como yo.

—Pues no todos tenemos la misma definición sobre ciertas cosas, y para mí, eres un Lindo ángel. Así que mi nombre es un cántico, si viene de tus labios.

Sentí mis mejillas arder. Era un tonto que me ponía muy nerviosa con sus palabras.

—¿Qué haces aquí si no vienes a comprar rosas?— pregunté ignorando sus palabras, no tenía una respuesta para ellas.

—Quería pasar a saludar a mi nueva amiga y ver como estaba, en otras palabras a ti.—soltó

—Muy amable de tu parte per...— fui interrumpida por Sofía.

—Hola, sea bienvenido Señor.

—Muchas gracias, ¿Es usted la jefa de Emily?—

Me descolocó su pregunta y no hice ningún comentario sobre eso, porque quería saber.

—No, soy su amiga— hermana.—respondió ella.

—¿Para qué quieres esa información?—digo

—¿Puedo hablar con el encargado de aquí?—le volvió a preguntar a Sofía. Ignorándome.

—De lo que sea que quiera hablar... puede hacerlo con nosotras— se le notaba lo nerviosa que estaba en su voz— Estamos encargadas.

« Ojalá no haya metido en problemas a Sofía»

—Siendo así— pausó unos segundos— Quiero solicitar permiso para Emily, tenemos algo que hacer y me acaba de decir que se le olvidó solicitarlo ella.— ¿Qué demonios?— Es muy importante— agregó.

—¡Eso no es cierto! nosotros no tenemos nad...— digo para ser interrumpida en segundos.

—Siendo ese el caso—toman mi mano— Claro que puede ir, no hay problema.— Sofía.

No tengo experiencia en otros trabajos pero estoy totalmente segura de que esto no sucede, no creo que te den permiso sin haber anunciado con anterioridad tu ausencia.

—Sofía Jones—digo enojada— Yo no voy a ir a ningún con un...— vuelven a interrumpir.

—Gracias por su comprensión, señorita Jones.—le dijo el amablemente a la traidora.

—No hay de que— quedó en silencio unos segundos, en donde supongo estrecharon sus manos— Mily, es muy tímida con eso de decir y pedir las cosas— <<voy a matarla>> ella sabe que no teníamos que hacer nada, él y yo.

—Puede decirme, Aiden.— se presentó— no nos habíamos presentado, un placer.

—El placer es mío, soy Sofía.

Unas manos se posaron en mis hombros alejándome de donde me encontraba. Sofía.

—Solo dame unos segundos, Aiden.— continúo alejándome—Necesitamos hablar un minuto.

Caminamos unos metros más, hasta que deduje llegamos a el pasillo de las Hortalizas.

—¿Cómo se te ocurre decirle que si a un desconocido sin consultarme?— solté enojada apenas nos detuvimos—¡No sabes qué puede hacerme!— dije más alto de lo normal.

—Entiendo que te encuentres molesta conmigo—suspiró— ¡Pero no creo que quiera hacerte daño!—alzó la voz un poco también— se ve buen chico, además de ser muy guapo.

Con esto confirma que no está bien de la cabeza.

—¡Vaya, tus palabras me calmaron, gracias Sofía!—ironicé

—Solo cálmate, Emily. Ya ha venido aquí varias veces, y estoy segura que sólo fue para verte a ti — Negué con mi cabeza al escuchar las estupideces de mi amiga.

Los pasos de alguien viniendo hacia nosotras hizo que ninguna dijera nada.

—Aiden—dijo ella.

—Lamento interrumpir, pero debemos irnos—se excusó.

Antes sí que quería hablar con él, pero ahora no. ¿Qué carajos se supone que haga estando a solas con él?

Besarse puede ser una gran opción. Yo no me opongo.

Estúpida conciencia, no me ayudas a calmarme.

—Claro, nosotros ya estamos por cerrar—¿qué?— así que tendrás que ir a dejarla a casa.— en definitiva no necesito enemigos— Solo le preguntas la dirección a Emily, ella sabe dónde ir.

—Entendido, adiós Sofía.— se despide él.

—Cuídamela mucho, le haces algo y no vives para contarlo, Aiden.—amenazó ella.

—Te puedo asegurar que no le va a suceder nada malo conmigo.— respondió el.

—Más te vale—hablo ella seria, sentí que alguien se acercó a mí—Sofía— No hagas nada que yo no haría.—susurro en mi oído.

Un carraspeo nos hizo separar.

—Nos vamos— una gran mano se posó en mi espalda baja haciendo que de un respingo, Aiden.

Me despedí de Sofía en un susurro y avancé siendo guiada por Aiden, con su mano en mi espalda. No hablamos.

Salimos y me dirigió a su auto, escuché que abrió una puerta y me ayudó a ingresar y cerró la puerta—olía bien allí dentro— unos segundos después la puerta a mi costado fue abierta y él ingresó.

—¿Por qué hiciste esto?—al fin hablé.

—¿Por qué no lo haría? —No respondí.

Escuché como encendía el auto y emprendimos un viaje a algún lugar desconocido para mí.

Cerré mis ojos

«Que Dios me cuide de este loco»


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Con mucho cariño para ustedes.





Mr. Müller ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora