Mr. Müller ©

CAPÍTULO 42

Emily

Mis ojos no se despegan de la enorme pantalla que tengo al frente, creo que las veces que he llegado a parpadear las puedo contar con una mano y justo por esa misma razón ahora me arden los ojos pero no me importa, sigo haciendo lo mismo.

«Soy masoquista, ya sé»

— Ya se acabaron las palomitas, Mily — lo que dice Matt me hace bajar la mirada al asiento de mi costado y confirmo lo que dice.

Se acabaron las palomitas.

— Ya te acabaste las palomitas querrás decir — señalo.

Sonríe inocentemente.

Aiden nos había traído al cine, y maldición, si que estaba emocionada por esto; me corrijo, estábamos muy emocionados Matt y yo. Era la primera vez para ambos que veníamos a uno y estamos muy felices de estar aquí, no dejamos de sorprendernos por todo. Lo que veíamos era una película para niños, quien eligió fue mi hermano y nadie se opuso a su petición.

A mi me daba igual cual viéramos, yo ya estaba más que feliz de estar aquí. El lugar no estaba lleno, a decir verdad, éramos como unas diez personas como mucho.

— ¿Quieres que vaya por más palomitas o esperas a que termine la película?, tenía pensado ir por un helado al salir de aquí — alzo la mirada y veo a mi chico con una de sus gruesas cejas arqueadas.

No me cansaré de decir que es el más lindo, en el transcurso de estas dos semanas en donde puedo ver lo que sucede a mi alrededor, lo confirmé. Ni siquiera quienes interpretan a Stefan y Damon, me hacen cambiar mi opinión. Solo tengo ojos para él. Me vi la serie por la que peleaban mis dos amigas.

— No, mejor esperemos a que termine la película y vamos por el helado — responde el pequeño.

— Está bien, campeón — le revuelve el cabello y me mira.

Me regala una de esas sonrisas que hace que la respiración se me corte y el corazón se me acelere, tiene un efecto en mi que no puedo contener.

— ¿Piensas igual, amore? — me pregunta a mí y asiento.

No tenía hambre ahora mismo.

— Sí, por mi está bien — él estira su mano y toca mi hombro con ella, Matt es quien se interpone entre nosotros, está en medio de los dos. Estamos a un asiento de distancia.

Pasa una media hora más hasta que la película que estábamos viendo termina y salimos de ahí.

— Uno de chocolate para ti — le agradezco con una sonrisa y agarro el helado — y uno de vainilla para ti.

— ¡Gracias! — decimos al unísono. Aiden se va por unos segundos otra vez y regresa con su helado de chocolate.

Compartimos el sabor de nuestro helado favorito y de flores también, aunque esta última es por mí. Sonrío al recordarlo.

Con mis ojos recorro el lugar y hay bastante gente, pero donde estamos nosotros sentados no hay nadie cerca, los guardaespaldas de Aiden están a nuestro alrededor y se aseguran de que nadie venga a molestarnos. Estamos haciendo algo que él no puede hacer tan libremente por ser quién es, y solo lo hace por vivir esto con nosotros.