EXTRA: PASADO

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Aiden

De un fuerte golpe cierro mi laptop sobre el escritorio.

«Maldita sea»

El viaje que tengo que hacer a Alemania me tiene estresado, muy estresado. Mi conciencia me grita que soy un mentiroso con carteles en letras neones.

— Señorita Wells, venga a mi oficina— hablo por el intercomunicador.

Las cosas en mi familia están un poco tensas desde hace meses por mi relación con Amy, cada vez vamos de mal en peor y ellos se dan cuenta de todo.

Unos toques en la puerta me hacen apoyar mi espalda en el asiento, para después decir un simple pase.

— Permiso señor.

Hago acopio de todo mi autocontrol para no decir nada sobre su inadecuada vestimenta. Una blusa color marrón espantosa, toda arrugada, una falda negra inservible que debería estar en la basura y unos tacones todos desgastados. Sin mencionar el nido de pájaros que tiene por peinado.

Relájate, no puedes despedirla o en tu conciencia estará dejar sin trabajo a una madre soltera.

— ¿No es suficiente lo que le pago?, Pareciera que...— con la escaneada que le di es obvio que sabe a lo que me refiero.

«Recoge limosna por la ciudad en lugar de trabajar en una reconocida compañía». Añado en mis pensamientos.

La miro con una cara de pocos amigos y ella se sonroja.

— Yo...se me hizo tarde— se excusa.

Dejo escapar un suspiro y asiento.

— Al parecer siempre se le hace tarde — arqueo una ceja— . Mañana no quiero que venga así, está trabajando en una de las mejores compañías del país y no es apropiado que la secretaria del presidente de la misma, vista de esa manera— señalo.

No es que seas un maldito, bueno, tal vez sí, pero no hay mentira en mis palabras. Nadie en su sano juicio tendría como secretaria a alguien que parezca que vive en las calles de indigente. No la he despedido todavía por mi hermana, mi secretaria se a convertido en su protegida desde antes que yo tome el control de la compañía hace menos de seis meses.

Ella no responde y simplemente asiente con un movimiento de cabeza.

— Quiero que tenga listo el itinerario de mi viaje a Alemania. Iré con el señor Fischer el día lunes a primera hora en el jet privado, mi chófer la irá a recoger a su casa como siempre para que la lleve al helipuerto.

Paso por alto la mueca que hace y me levanto de mi silla. Ella parece odiar a mi mejor amigo desde el primer momento que lo vio.

Con un movimiento de cabeza me despido y salgo de mi oficina.

{*}

Cuando abro la puerta de mi departamento el perfume caro de ella invade mis fosas nasales.

—Hola, mi amor— me saluda en mitad de la sala de estar.

Lleva puesta una de mis camisas con una toalla en su cabello, relajada como si nada.

—Hola Amy, pensé que todavía estarías en la junta importante que tenías — finjo al igual que ella.

Dejo mi portafolio sobre una silla y acorto la distancia entre nosotros. En un solo movimiento la tengo con las piernas en mis caderas y besándonos como dos locos desenfrenados.

Ayer estábamos que no queríamos vernos el uno al otro y ahora estamos teniendo sexo como dos animales en celo.

«En eso se a convertido nuestra relación»

Mr. Müller ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora