⭐No seas lector fantasma y deja tu estrellita⭐
Boris
¿Se puede odiar a alguien por decir la verdad?
Supongo que sí, a muchos les gusta vivir engañados y alimentar su felicidad a base de mentiras. Lo que no saben es que mientras más alto lleguen en su nube de falacias, más dolorosa será la caída. O tal vez, en sus tontas cabezas piensan que jamás caerán. La estupidez del ser humano cada día me sorprende más, cuando pienso que ya no es posible, alguien me demuestra lo contrario.
— ¿Ese milagro que vienes sin que te llamen? — paso una mano por mi cabello negro e ingreso a la sala donde me espera Peter.
Un pandillero de Londres que tiene su guarida aquí en Swindon. Lo conocí en una de mis escapadas del Orfanato en una fiesta.
— Deberías saber que soy muy impredecible — acepto el cigarrillo que me tiende y lo enciendo para luego darle una larga calada — . ¿Qué noticias me tienes?
Expulso el humo en un círculo y clavo la mirada en él.
— Te sabes esconder muy bien cuando quieres, Boris — detalla mi cara mientras bebe de su whisky barato — ¿Quién fue?, no recuerdo la última vez que alguien haya logrado acertar un golpe en tu cara.
«No soy una santa paloma y jamás lo seré, es más, detesto el color blanco»
— Un hijo de perra con suerte — escupo —. No vine a socializar, dime de una buena vez lo que quiero para largarme de aquí que no estoy para perder el tiempo.
Su robusta figura pasa por mi lado y camina hasta su escritorio de donde saca un sobre y me lo da.
— Te hago este tipo de favores solo porque tiempo atrás me hiciste ganar mucho dinero. Sabes que si alguien se llega a enterar que estamos husmeando en sus vidas pueden causarme problemas, son personas con dinero y poder, más una que la otra.
Reviso lo que tiene adentro y apoyo la espalda en el respaldo de la silla.
— Suficiente como para buscar un lugar mejor que esta mierda y escapar si lo necesitas — le doy otra calada al cigarrillo y dejo que la nicotina dañe mis pulmones.
Vuelve a sentarse y me sonríe.
Peter no es tan joven como quisiera, es un hombre de más de treinta años, con marcas en su cuerpo que demuestra que no es alguien que haya ido por el buen camino y que a sabido defenderse y por eso sigue con vida.
— Yo sabré porque estoy aquí, no te metas. ¿Está todo lo que querías? — mira el sobre en mi mano.
— Hiciste un buen trabajo, ya sabes, ninguna palabra de esto a nadie — me levanto y me acerco a él que también se levantó de su silla.
— No he llegado hasta aquí por ventilar mis mierdas, deberías saberlo.
Palmea mi hombro con fuerza cuando estamos cerca.
— Lo sé. Nos vemos después y cuídate, no quiero que me digan que te encontraron con una bala en la cabeza en algún callejón de mierda.
Asiente divertido y se aleja de mi.
— Tu igual.
Es lo último que nos decimos antes de que salga de ahí y me dirija a mi departamento, que no es extravagante pero al menos tengo un techo donde dormir y no pasar frío. Cuenta con una habitación, cocina, baño, y nada más. ¿Puedo conseguir algo mejor?, sí, pero por ahora no es mi prioridad.
Tiro las llaves sobre una pequeña mesa y me dejo caer en mi cama para leer las hojas con información dentro del sobre.
— Lutza Belova y Amy Harrison — paso la mirada de una foto a otra —. Dos rubias con mucho dinero pero que algo esconden.
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Mr. Müller ©
ChickLitEmily Williams, alrededor de un año de edad fue abandonada en las puertas de un Orfanato en Londres, fue encontrada envuelta en una sábana dentro de una canasta, en malas condiciones con un golpe en su cabeza y una nota diciendo: Emily... Lo siento...