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Agosto 02, 2018
02:31 Am『 T Y E E 』
Kýpros decía la verdad.
Los pasillos estaban totalmente desiertos y tranquilos, tal como se esperaría de cualquier lugar durante la noche. Pero sin embargo, fuera era completamente diferente. Había mucha gente, como si estuvieran esperando para combatir la llegada de todos los demonios del infierno.
Puede que en definitiva sea así como nos ven.
Un grupo de chicos que les jodió los planes más de una vez.
Hay autos por todas partes, tapando entradas, en lugares específicos como si fueran a usarlos de escudos antibalas e incluso algunos con cargamentos de repuestos. Cargamento pesado. Y hay mucha mas gente de la que estaba esperando, como si todos se hubieran reunido de pronto fuera. No tengo la memoria ni tuve el tiempo de conocer a todos los que estaban en Vasíleio, pero podría apostar que algunos de los que están fuera fueron llamados expresamente para esto.
Me metí en una de las primeras habitaciones que encontré y me hice con ropa de hombre y un cuchillo de pelea, pero no había mucho más. Escondí mi cabello bajo la capucha y caminé por los pasillos intentando disimular que apenas podía sostener mi cuerpo. La herida en la pierna me ardía como el infierno, pero al menos no me impedía caminar. Lo que realmente me jugaba en contra era el mareo por la debilidad que me dejo el dolor que soporté durante la tarde y cuando me vi obligada a poner mi dedo en su lugar por mi cuenta. Los golpes que recibí en la cabeza tampoco ayudaban lo suficiente. Lo demás fue solo cuestión de suerte. De caminar esperando que nadie se fijara lo suficiente en mí.
Había mucha gente, sí, pero todos ellos estaban enfocados a la espera de que llegara algo, no de quien saliera. Así que aparte de algunos desafortunados solitarios a los que tuve que cargarme, nadie se detuvo dos veces a mirar a algún sujeto más que caminaba por allí. Yo tampoco habría podido con más. Todos los que maté, les corté la garganta por sorpresa mientras me preguntaban quién era. Hubiera perdido ante cualquier otro enfrentamiento.
Luego de cruzar la primera línea de árboles alrededor de la casona, me desarmé entre unos arbustos y caí inconsciente. Fue el frio lo que me despertó, junto con una espesa neblina que comenzaba a tragárselo todo. Volví a tomar mis piezas y seguí hacia la dirección que Kýpros menciono, no sin asegurarme de que nadie me siguiera ni me estuviera esperando.
El auto estaba tan escondido, que entre la oscuridad y el manto blanco de neblina casi lo perdí. Tenía dos posibilidades entonces; Kýpros realmente estaba ayudándome, o me tendió una trampa y explotaría en cuanto me pusiera en marcha, o algo más desquiciado.
Mi gran concentración de desconfianza se centraba en la salida y algún tipo de juego de caza al que quisieran someterme. Pero más allá... En realidad tampoco tenía otra opción. No había de donde robar un auto en kilómetros, y con el cansancio físico, psicológico, el dolor y toda la sangre que había perdido, esforzarme a seguir caminando me habría dejado fuera de combate antes de alcanzar algo.
Así que me arriesgué.
Una vez dentro del auto, a menos que me ataran a una bomba, yo tenía el control. Pasaría por arriba de un edificio si eso me ayudaba a escapar de quien me siguiera. Pero no me atraparían.
Pensé que manejar a casa sería un mero trámite de trayecto, pero resulta que también se volvió un desafió en el cual luchaba conmigo misma para no caer inconsciente nuevamente. Siento los golpes en la cabeza como si acabaran de dármelos y por el frio que pesqué en el bosque, el dolor en el cuerpo se intensifica.
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Perfecto Impulsivo | Titanes IV |
JugendliteraturPara Jaeden Hoosh solo hay tres formas de hacer las cosas; a la buena, a la mala, o como las hace él. Cuando terminaron con Edén recupero parte de su libertad, pero a cambio de eso tuvo que entregar la mitad restante a BlackHand. Y aun así nada se...