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Abril 06, 2018
19:44 Pm

  T Y E E 

Lanzo un suspiro y me tiro en el sillón completamente derrotada. Solo ha pasado media hora desde que Earling se ha ido y Heaven regreso a su casa y me dejaron sola con los mellizos, pero fue suficiente como para deshacerme en miles de trocitos. Creo que aun no aprendo a llevar la combinación universidad/mamá sin terminar completamente muerta, y es que las bestias tampoco me dan suficiente respiro. Tres meses de vida es todo lo que tienen, pero cada uno ya parece saber que hay otro igual, y luchan por ser quien se lleve mayor atención. A los llantos.

La puerta se abre y un grito de euforia corta mi tranquilidad, acompañado de algunas risas. Me volteo para buscar a Dallas y Millán con un ceño fruncido, pero me abstengo de gritarles de vuelta, porque acabo de lograr dormir a las bestias, y a nadie le va a gustar lidiar con ellas cuando se despierten.

—Silencio, idiotas— gruño en un susurro cuando los veo aparecer desde el pasillo.

Solo cuando ven que estoy sola en el sillón se dan cuenta de la inhabitual calma en el ambiente y entienden lo que sucede. Esta casa suele ser un circo 16 de las 24 horas del día, y no solo por los bebés, si no por los tíos que les han tocado. Millán y Dallas son el molesto ruido constante, entre ellos y con sus sobrinos. Y luego están los demás chicos, que tienen como regla pasarse por aquí siempre. Todos los días, sin falta. Vienen a ver a los mellizos, o esa es su excusa, porque todos sabemos que en realidad quieren ayudarme.

Y hablan jodidamente alto. Somo como esas familias de las que se queja la gente normal, que no saben hablar bajito.

Los bebes ya están acostumbrados, suelen dormir con el ruido, pero no me gusta tentar a la suerte.

—Han venido a verte— dice Dallas.

Justo detrás aparece Heckler caminando un poco inseguro, mirando a sus alrededores como si fuera la primera vez que pisa mi casa. Me sonríe cuando me encuentra, le devuelvo el gesto.

—¿Que paso con Kylan?

—Tuvo que quedarse un poco más, así que él nos ha traído— contesta, un extraño tono vacío resuena cuando suelta la palabra «Él». Creo que nadie la pasa por alto.

Todos los días alguien acompaña a los chicos y a Heaven de ida a de vuelta a donde sea que vayan. Por la tarde suelen devolverse con Kylan, pero supongo que se arreglaron de alguna forma para intercambiar los lugares con su hermano mayor.

—Estaré estudiando arriba— anuncia Dallas.

—¿Tu? ¿Estudiar?— pregunto alzando una ceja.

—Si. No soy solo un rostro bonito, Honey.

—Si, si, lo que tu digas— rodeo los ojos. —Si los despiertan con sus estupideces, ustedes se hacen cargo— les advierto, porque sé que su «estudio» rápidamente se transforma en alguna clase de guerra, risas y golpes.

—Copiado, mamá osa— me dice antes de comenzar a subir por la escalera.

—Voy a matarlo— farfullo, apretando los puños, aun mirando por donde acaba de desaparecer.

Millán aun parado en la conexión del pasillo con las demás salas me mira, luego a Theon y después a la escalera. Me sonríe, parece tentado a decir algo, pero niega con la cabeza como cambiando de idea.

Me puede querer mucho, pero si tiene que elegir bando, por supuesto que elegiría el de Dallas.

—Bajare luego para preparar la cena.

Perfecto Impulsivo | Titanes IV |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora