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Noviembre 6, 2017
16:33 Pm

J A E D E N

Practicar con Taurus se basa mayoritariamente en entrenar solo. Él se dedica a golpear su saco y yo el mío, absortos en el silencio de una sala donde solo se escucha los gruñidos de los demás hombres entrenando y los golpes.

Comparto el sentimiento de Ty. Este lugar no va a gustarme ni siquiera un poco más de lo que lo hacía Edén, por el simple hecho de que aquí dentro tengo que seguir reglas que no son las mías. Pero si tengo que elegir algún puto lugar del hoyo en el que me guste estar, ese sería esta sala de boxeo. Me uno al club de las malas miradas, y alguna que otra vez, cuando es mi turno, saco de aquí a cualquiera que entre a perturbar nuestra tranquilidad. Somos siempre los mismos, practicamos por diversos motivos, desde las peleas oficiales, para las apuestas, o porque algunos son seguridad. Cualquier otro que quiera venir a «Ver de qué trata y si le interesa» que lo descubra en otra sala. Esta mierda no es Kidzania*. Nadie me aprecia más que el otro, pero al menos estamos de acuerdo en lo mismo. No joden si no jodes.

No llevo más de tres meses aquí dentro, pero ya he conseguido pelearme con más de siete tíos. El estrés del encierro me hace responder de mala forma ante la más mínima provocación, y debo admitir que tampoco hago mucho esfuerzo por contenerme, porque hay que admitirlo, me encanta lanzarme a los puños. Si de algo ha servido, ya sea de buena o de mala forma, es que la gente alrededor ha comenzado a mirarme con más respeto y menos como el «Puto iniciado». Así que ya no me joden tan seguido.

Se abre la puerta, pero quien sea que vaya a entrar, se toma su tiempo para hacerlo. Primero veo su cabellera negra, luego su estilo casual, como de un día de domingo en casa; una camiseta de mangas color negro y unos short de buso grises con zapatillas de deporte blancas. Estoy esperando ansioso el primer gruñido, de parte de quien sea, me da igual. Todos son igual de desagradables. Muero por ver su reacción y por escuchar lo que les responda. Pero para mi sorpresa, nadie abre la boca, ni uno solo. Lo miran, lo ignoran y vuelven a lo suyo.

La decepción me baja más rápido que una piedra siendo tragada por la gravedad, pero también siento curiosidad y algo de sorpresa.

Los claros ojos verdosos de Theon estudian la sala con desinterés hasta que me encuentra a mí. Luego con la misma calma se acerca. Taurus a mi lado también deja de golpear el saco y lo observa. Se mueve con elegancia y una calma absorbente. Te hace creer que nada en el puto mundo es más importante que verlo poner un pie por delante del otro para acercarse a ti.

Se detiene y guarda una de sus manos en su bolsillo antes de hablarme. —Hellion quiere verte.

Uh.

Taurus suelta una risa de entre dientes. —Ya se había tardado.

Ahora que sabe el porqué de la presencia de Theon, cambia su atención. Se voltea de nuevo al saco y comienza a golpearlo siguiendo el mismo jodido patrón. Me he dado cuenta de que suele hacerlo siempre, al menos unas tres veces al día.

—Vale.

Me quito los guantes pero no las vendas y me volteo para buscar la toalla. Me seco el sudor y bebo un poco de agua antes de hacerle una seña a Theon para que comencemos a caminar. Él va primero, pero le sigo desde cerca.

—Esos cabrones no te han dicho nada— comento cuando dejamos la sala de boxeo atrás. Él mantiene la vista al frente en todo momento, con la barbilla en alto y una de sus manos aun en el bolsillo.

Perfecto Impulsivo | Titanes IV |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora