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Julio 12, 2018
17:55 Pm

T Y E E

Cuando estaba en el Burlestt era una chica miedosa. Todo el tiempo estaba temiendo lo peor, porque allí cada cosa era incierta. Jamás sabias quien era el siguiente cliente, la nueva idea poco ingeniosa pero que dejaba bastante dinero. Jamás sabia cual serían las consecuencias de mi insubordinación, ni si saldría viva de ella.

Era miedosa, pero también muy decidida. No ganaba, pero ofrecía resistencia, daba problemas. Me negaba a ceder tan fácil. Crecí formándome como un puto problema, por eso seguí siéndolo después de que me fui del Burlestt. Pulí tanto una parte de mí, que si intentaba quitarla, me habría quedado sin nada. Esa es la misma parte que utilizo cuando me veo obligada a ir a meterme en medio de una mafia que puede haber estado dándole caza a mis amigos.

Robaron mercancía, mataron a muchos hombres de Hellion, y probablemente sean los mismos que dispararon a Jaeden y dejaron a Skyle viudo. Van de aquí para allá molestando sin demandar nada claro, por lo que intentar descifrar sus planes se vuelve cada vez más complicado.

Luego de aquella intensa noche en a League, todo lo que necesitaba, era meterme en la cama junto a Kylan y que me abrazara hasta que los problemas dejaran de darme vueltas en la cabeza y consiguiera quedarme dormida. Pensaba contarle todo al día siguiente, cuando hubiera pensado en alguna forma de aminorar los hechos, de que no termináramos discutiendo nuevamente. Eso iba a destruirme.

Y por algunos momentos lo conseguí.

Ni siquiera había terminado de aparcar completamente cuando él ya había salido de la casa con Skyle siguiéndole los talones. Me apretó entre sus brazos en cuanto baje de auto y se quedó allí mismo hasta que se hubo convencido a si mismo de que seguía con vida. Un poco moreteada, pero con todas mis partes.

Justo tras de mi llegaron Heckler y Jhon.

Ingresamos, llenamos la cocina con tazas humeantes de té y nos pusimos a discutir sobre lo ocurrido esa noche mientras Kylan se encargaba de curarme las heridas. Un pómulo medio hinchado, la comisura de labio rota y alguna que otra zona que si bien no cambiaría de color, sí que iba a dolerme por un par de días.

Todo estaba bien, hasta que llego Jaeden.

Quizá para los demás el hecho de que me cambiaran de contrincante a último momento era algo extraño, pero vi en sus caras que llegaron a la misma conclusión que yo al principio. Que por alguna razón, Hellion estaba intentando llevar el juego a mi favor. Incluso se tragaron mi victoria.

Que equivocado estábamos todos.

Nos dieron un poco de paz, unos acuerdos con letras pequeñas que nadie se molestó en leer, y comenzamos a vivir dentro de nuestra burbuja.

Pero por supuesto que un experto en boxeo no iba a caer ante tan absurdo engaño. Yo no lo hice, porque mi derrota estaba más que clara y de un momento a otro gané. Pero debo admitir que tampoco esperaba que hubiera todo un plan detrás. No un plan ejecutado a la rápida esa misma noche, sino algo que venía arrastrándose desde semanas.

Entró en la casa con Heaven siguiéndole el paso, y mientras Skyle comprobaba de mala manera el estado de su hermana, Jaeden pregunto a los cuatro vientos que demonios tendría que hacer ahora.

La noche se cortó en dos. La tensión se derramo sobre nosotros como una espesa neblina, casi sofocante, y la habitación estallo en preguntas y gruñidos.

Perfecto Impulsivo | Titanes IV |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora