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Abril 5, 2006
01:44 Am

J A E D E N

Miro al chico sentado junto a mí en la parte trasera del camión. Parece tener la misma edad que yo, pero luce mucho más joven. Debe ser nuevo, porque no lo había visto antes merodeando por la base, y aunque allí somos bastantes, recordaría si hubiera visto a alguien como él. Esta jodidamente delgado, su rostro aterrado, y tiene una extraña mirada solitaria.

—Eres nuevo— asumo.

Me mira solo por unos segundos antes de volver la vista al frete nuevamente, evitando mirar a los ojos a cualquier otro chico de esta furgoneta.

No soy del tipo de persona que en general se involucra con los demás. No estoy lo suficiente en ningún lado para preocuparme por ese tipo de cosas. Tengo responsabilidades de las que hacerme cargo, no hay mucho tiempo para lo demás. Pero verlo e ignorarlo de alguna forma me hace sentir mal. Todo en él me hace pensar que necesita ayuda urgente.

—¿Como acabaste aquí?— niño asustadizo vuelve a ignorarme. De hecho ni siquiera me dirige la mirada. —¿Sabes siquiera hablar?

—Si— responde secamente al final, más por presión que porque sienta que está dispuesto a dialogar conmigo.

—Ah, mira que sorpresa— le echo un vistazo a los demás. No nos prestan mucha atención, aunque soy el único hablando. Estamos todos sentados en el suelo de la parte trasera, apoyados contra la pared. Solo puedo contabilizar dos chicas, y los demás son solo hombres. Siempre hay menos mujeres en este tipo de lugares. La mayoría tiene la mala suerte de caer en otros mucho peores, o ser revendidas. —¿Estas asustado?

—No— es la primera vez que responde sonando completamente seguro de lo que dice, incluso se voltea a mirarme.

—Es lo que parece.

Me fulmina con la mirada.—Pues no lo estoy.

Me encojo de hombros. —¿Como acabaste aquí?

—No había ningún otro lugar al que ir.

No es lo que esperaba, pero me agrada la forma en que parece responder sin responderte nada en lo absoluto. Mirándolo fijamente, se parece un poco a mí, con muchos kilos menos, eso sí. En la oscuridad de la camioneta no puedo ver realmente bien, pero se nota que también es algo moreno, sus ojos no son de ningún color alucinante, pero son más claros que los míos, eso de seguro. Va con ropa de su medida, pero le queda suelta. Solo por sus brazos sé que debe estar en los huesos.

Estoy a punto de preguntarle el nombre, cuando de pronto el camión se detiene. Siento puertas abrirse y solo un minuto más tarde se abre la puerta de nosotros. Un sujeto con arma en mano nos queda mirando. Parece que los chicos ni siquiera están respirando.

—Bajen— ordena, — y no quiero sorpresas.

Soy el primero en ponerse de pie, pero como estoy al final, los chicos que están al frente bajan primero. Observo todo lo que tengo al rededor cuando estoy fuera de la furgoneta, y un extraño nerviosismo recorre mi cuerpo.

—¿Dónde demonios estamos?— le pregunto insolentemente al tipo que se queda sosteniendo la puerta. No parece que esté interesado en lo más mínimo en nosotros, pero aun así me presta atención.

—Estos malditos huérfanos— gruñe para él. —Esto es un puto aeropuerto, te lo presento.

—No soy ningún puto huérfano— discuto. Me hago a un lado para permitir que los demás sigan bajando, pero no me muevo de su lado. Puedo ver que es un aeropuerto, pero no es precisamente lo que quiero saber. —¿Por qué demonios nos han traído aquí?

Perfecto Impulsivo | Titanes IV |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora