Uno

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¿Cómo se conocieron? No es tan complejo pero tampoco tan simple.
No recordaba el horario, pero Kyle se encontraba en medio de un examen de matemáticas, haciendo las cuentas con determinación, dejando a relucir sus grandes y exhaustivos estudios en esa hoja.

El aire era liberador para él, siempre tuvo una facilidad para desenvolverse en todo, menos en algunos deportes, por sus varias enfermedades, su madre le prohibía hacer gimnasia, así que se resignaba.

Finalmente, un chico de cabello negro se inclinó al pelirrojo y miró la hoja ajena, cosa que no pasó por alto para este, colocando el brazo con tal de evitar eso.

—Psst... Psst... —llamó varias veces, mirando de vez en cuando al profesor que observaba su libro de matemáticas. El pelirrojo se limitó a ignorarlo, pero con tener la mirada clavada en el lado izquierdo de su cara, lo estresaba. Se metió la mano dentro de la ushanka con tal de enredar sus dedos en su pelirrojo cabello, con tal de distraerse, pero entre tantos llamados, se cansó, partiendo el grafo del lápiz en la hoja. —¡Psst!

—¡¿Qué quieres?! —le chilló en susurro, aterrado por el hecho que el profesor pudiera verlos.

—¡Pásame la cinco! —pidió, mirándolo suplicante.

—No, deberías estudiar —se acomodó, dándole la espalda y agarró su sacapuntas, comenzando a acomodar el grafo de lápiz. El vestido de azul no se rindió y aclaró su garganta.

—Kyle, dame la cinco —pidió nuevamente. Kyle quiso ignorarlo, apretando el lápiz. —¡Kyle, necesito tu ayuda! Te pagaré —susurró insistente.—Kyle, por favor, te necesito en serio, dame la cinco —insistió. El rojo gruñó y lo miró colérico.

—¡Bien! La cinco es -9 —lo miró de reojo y luego al profesor, procurando que su voz esté baja.

—Gracias, Kyle, te amo. Te juro que me haría gay por ti —parpadeó y se giró a mirar a un rubio de tics, que entrecerró los ojos al verlo. —Juro que es mentira —volvió a acomodarse y colocó la respuesta, sin importarle siquiera el proceso.

—Craig, haz silencio —pidió el profesor sin mirarlo.

El silencio volvió a gobernar el salón, hasta que el chirrido del banco del pelinegro sonó, llamando la atención de algunos pocos. Miró esperanzado al pelirrojo y sonrió.

—Kyle~ dame la uno~.

—La uno es tu nombre —gruñó el muchacho queriendo ignorarlo, tapando parte de su rostro.

—Uh... Bueno, dame la seis~, vamos, eres lo máximo —suplicó.

—¡Te dije que——

—Bueno, es suficiente —se levantó el profesor cansado y miró al par. —Kyle, Craig, me tienen cansado con sus murmullos, tendré que suspenderles el examen.

—¡¿Qué?! ¡No, por favor! ¡Este examen es mi vida! ¡No me lo puede anular! —pidió a lágrimas. Craig dejó de lado el lápiz mordisqueado y lo tiró encima del banco.

—Meh, ni siquiera había estudiado.

—Vayan a detención —se limitó a decir serio el profesor, abriendo la puerta del salón.

—Por favor, no me lo anule, mi madre me matará —lloriqueó el muchacho, siendo arrastrado por el de cabello negro.

—Lo lamento, Kyle, pero tengo que dar las mismas consecuencias a todos —le cerró la puerta y Kyle miró esta con lágrimas bajándole por el mentón.

—No te preocupes, vas a subirla en base a tareas —se encogió de hombros y comenzó a caminar.

—¡¿Qué?! Pero ese examen es un 55% del promedio —reclamó el pelirrojo con ojos desorbitantes, siguiéndolo. —¡Un 55%! No lo entiendes, mis padres me matarán si se enteran —Craig se detuvo y se giró, mirándolo con desinterés.

—¿Quién dijo que tienen que enterarse? —le restó importancia y volvió a caminar. El pelirrojo ahogó un grito y tapó su rostro con su ushanka, tirando su cabello con fuerza.

—¡Mierda! —se tapó la boca sorprendido de sí mismo y al ver que el otro se alejaba, se apuró en seguirle. —¿A dónde vamos? —preguntó a un hilo de voz, jugó con sus dedos inquieto.

—Vamos a detención, lamentablemente no está Tweek para vagar por los pasillos —suspiró. —Espero que sepa más matemáticas que yo.

—¡Da igual! Tenemos que ir a detención, ¡detención! No es mi culpa, no quiero ir. Soy un criminal —sollozó y tiró de su rostro. Craig, cansado de esa actitud, se giró y lo tomó de hombros, zarandeándolo.

—¡Cálmate! No te pongas a llorar más por un simple trozo de papel, no es el fin del mundo —Kyle dudó pero lo miró esperanzado.

—¿En serio?

—Claro, lo más probable es que termines trabajando en McDonald's —lo soltó y volvió a caminar, sonriendo levemente.

—¡No! ¡No puedo ser un fracasado! —se arrastró y lo tomó del brazo. —¡Soy demasiado estudioso como para ser escoria!

—¡Oye! Las hamburguesas de McDonald's son geniales, no desprecies a los que las hacen —levantó una ceja. —Ahora deja de llorar y vámonos, no quiero escuchar a PC con su mierda —lo agarró del brazo y lo arrastró hacia detención.

DETENTION | KymanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora