Trece

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—¿Qué haces aquí? —no quiso titubear cuando abrió la ventana y lo vio arriba de una rama. Tragó saliva al ver esos ojos bicolores observándolos, e irónicamente esta vez el azul brillaba muy bonito.

—Estamos en el cementerio, ¿Quieres venir? —le dijo, entrando a la habitación sin siquiera preguntar.

—¿Quiénes?

—Aquellos. Kenny, Craig y Tweek.

—¿Y Stan? ¿Por qué no lo invitas?

—Craig intentó despertarlo pero estaba en el quinto sueño —rodó los ojos ante eso. —Pero planeamos enterrar a Pepe.

—¿Butters? —ignoró el otro apodo —¿Qué le pasó?

—Nada, solo quiero que esté enterrado vivo —se encogió de hombros con aburrimiento, como si aquello no significase nada.

—¡¿Qué?! ¡No pueden hacer eso! —se apoyó en el marco de su ventana, ignorando totalmente su miedo ante unos segundos. —Espera, ¿Cómo sabías dónde vivo?

—¡En fin! —interrumpió Cartman y se quiso bajar del árbol —me largo a... ¡AH! —se estampó contra el suelo y los ojos de Kyle se abrieron en par en par.

—¿Estás bien? —siquiera le importaba, pero era más que nada su forma de proteger al resto por gratificación propia.

—No, en fin, ¡Te veo en el cementerio! —y sin más salió corriendo como pudo. Kyle dudó y dio unos golpecitos al marco.

Su madre lo mataría si él salía de casa sin permiso, pero quizás Butters fallecía esa misma noche. Habían muchos rumores de Cartman y entre ellos que hizo que su medio hermano comiera a sus padres. Eso sí era turbio. No quería arriesgarse en comprobar si eso era cierto, y si Butters salía herido, no se lo perdonaría.

Agarró su chaleco anaranjado y su gorro, ignorando el hecho que estuviera en pijama y se asomó por la ventana. La puerta no era una opción: sus padres solían quedarse despiertos por unas dos horas tras la cena para sacar las cuentas del mes, así que no había chance de no encontrárselo y que le preguntaran a dónde iba para que la respuesta de seguido sea un definitivo “no”.

Dudó y evaluó todas las opciones posibles, y si son correctas.

“Ya lo conocías, nos conocías” era extraño, pero todo parecía un impulso y pasó tan rápido. En cuestión de un parpadeo se encontraba corriendo lejos de su casa hacia el cementerio, jadeando exhausto. Tuvo el impulso de gritar de la adrenalina, ¿Pero qué más? Estaba cansado, aturdido.

Al llegar a las puertas del infierno, releyó un poco el cartel del cementerio e intentó abrir la puerta con dificultad, cosa que no funcionó. Miró a los lados y observó la reja rota, logrando colarse por el agujero y comenzar a correr, pisando los charcos de lodo a causa de la humedad de la lluvia de hace unos días.

Su cabeza daba vueltas, y de solo recordar la situación inicial de aquel día, su garganta volvió a arder por querer vomitar. Tragó aquel líquido y caminó, mirando a los lados, hasta empezar a escuchar unos gritos de auxilio. Se giró y allí los vio: literalmente estaban enterrando vivo a Butters.

Se aterró, ¡Eran monstruos! Fue cuestión de tiempo para agarrar una pala y golpear el rostro de Kenny que se encontraba tirando tierra al ataúd.

—¡Déjenlo en paz! —les gritó, pero solamente la mirada de seriedad de Craig, los temblequetes de Tweek y la sonrisa algo curiosa de Kenny lo flaqueó. Pero con solo ver a Cartman, colocarse frente a él con una sonrisa de oreja a oreja, soberbio, le devolvió la fuerza que él tanto perdió.

Le vinieron algunos recuerdos de cuando tenía nueve, que discutía con un niño que ni sabía el nombre, y llegaron a pelear varias veces por una niña o sus actitudes. Se querían, obviamente pero era un amorodio que le causaba conflictos y sentimientos encontrados.

—Viniste —le dijo Cartman, colocándose como una jarra agarrándose de la cadera. —Te estábamos esperando.

—Butters le falta poco para llegar —se rió Kenny, jugando con la pala a pesar de que debería estar noqueado.

—¡Sáquenlo de ahí! —dio un paso, quedando cara a cara con Cartman. Ya había aguantado suficiente, ya había temido demasiado a ese par, no se dejaría pisotear. —¡Ahora!

—¿O sino qué? —se inclinó hacia Kyle, Cartman manteniéndose firme. Sus ojos relucían y ese ojo muerto ahora parecía más claro, casi sin vida. ¿Por qué tantas dudas tenía?

—¡Yo mismo te enterraré vivo! ¡Y te arrancaré tus ojos de gordo puto! —lo señaló y mordió su labio al darse cuenta que insultó. Su madre lo mataría si se enterase.

—¡Oh~! ¿Tú y cuántos más? ¿Tu mamá también vendrá? Quiero verla —no sabía por qué Cartman, siendo más bajo, lo hacía sentirse tan intimidado. Ni siquiera podía ser capaz de mirarlo por encima del hombro como el robusto parecía poder hacerlo con tanta facilidad, que casi se garantizaba costumbre. Y ahora que se fijaba, ni siquiera su ojo café era brillante, no parecía estar bien en lo absoluto.

—¡Yo...! ¡Yo...! —levantó su puño con tal de golpearlo, y——.

—¡Kyle! Viniste —se detuvo. ¿Qué? Se giró lentamente y observó ahí, a Butters con sus ojito azul y su mirada tranquila. Recién se había dado cuenta que era ciego de un ojo, recordó una vez que le preguntó por qué y él dijo que se había puesto a jugar con unas armas de ninja con amigos de la infancia. —Te estábamos esperando —él también tenía el pijama puesto junto a su abrigo, y una mochila llena de ve a saber qué.

—¿Butters? —se giró a ver a la tumba y parpadeó. —¿Quién está ahí entonces?

—Oh, bueno, es que desenterramos un cadáver y le robamos las joyitas —levantó las cejas Kenny al ver el silencio de todos.

—¿Y los gritos? —volvió a preguntar Kyle.

—Era la paranoia de mi amorcito —Craig se inclinó y besó la mejilla de Tweek, que sonrió complacido.

—Pero... ¿Por qué me dijiste que estaban enterrando a Butters? —curvó sus cejas y miró a Cartman.

—Yo dije a Pepe —se encogió de hombros y señaló la tumba que decía Pepe Nitales.

—Oh... —Kyle volvió a flaquear y a mirar el alrededor.

Esto fue confuso y aterrador.

DETENTION | KymanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora