Veinticinco

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Recuerdo que la primera vez que estuvo en el hospital, fue cuando nació. Yacía en los brazos de su madre acurrucado y le contaron que se molestaron que sus ojos no fueran verdes. Hubieran combinado tan bien con su pelo.

¿Su pelo? Pelirrojo. Es como un nido de pájaros, una cantidad de pelo enrulado como si fuese un afro pero no llegaba a serlo en su totalidad. Solía costarle peinarlo muchísimas y su madre siempre intentaba ayudarlo respecto a eso, enredándose siempre en el cepillo y necesitando cantidades industriales de cremas para cabello para que finalmente tras tres horas de intentarlo: se desenredara.

La primera vez que lo rapó fue para entrar a lo que prácticamente era una secta. No recordaba bien el por qué, pero solo recordaba cantidades de niños rapados y sin un mechón de pelo con camisa y pantalón negro, como si fueran muñecos o de alguna serie estadounidense barata de narcotráfico.

Igualmente, su pelo crecía y crecía y de vez en cuando sabía cómo lucirlo. Cuando entró a su mini-etapa de rebeldía, usaba musculosas remangadas y pantalones rotos, junto a su cabello revelado en una hermosa melena provocativa. Recordaba que muchas niñas se salteaban la nariz de él para fijarse en su cabello y en lo masculino que se veía, pero igualmente nunca fue su fijación.

Las niñas.

No. El lucir se refería.

Pero las niñas nunca le terminaron de interesar.

No sabía. A pesar de ser acosado sexualmente, por una de la más populares actualmente, cuando tenía entre 8 y 10 años, nunca le gustó. Ella era como una Barbie, es más, literalmente se llamaba así: Bárbara o parecido, no lo recordaba claramente.

Se ha besado con chicas veces que solo puede contar con sus dedos y simplemente nunca sintió nada interesante. No sentía nada. Y las veces que se ha masturbado mirando revistas, fue muy complejo, por así decirlo. Se sentaba y lo intentaba pero nada salía, solo el porno lo ayudaba a sentirse atraído por al menos algo de piel.

Pero hubieron veces en donde sentirse atraído, no significaba algo sexual. Entre esas veces, estuvieron los toques en el cabello de parte de Cartman.

Nadie se atrevía a tocar ese espantapájaros, nadie, ni su madre ya y a veces ni él se peinaba. Pero Eric se atrevió a hacerlo, pelear contra sus rulos y acariciarlos, metiendo su mano en esa selva, y ni siquiera se enredaba entre las enredaderas que había en los arboles.

Era sorprendente.

Y especial para él.

-¿Kyle? -salió de sus pensamientos y subió la mirada para reencontrarse con el profesor de matemáticas. Todos lo miraban con absoluta curiosidad.

-¿Qué pasa? -preguntó suave, reincorporándose en la silla.

-Estabas distraido en mi clase. Por favor, mantente con los pies en la tierra -y se giró al pizarrón.

¿Pies sobre la tierra?

Bueno, quizás el profesor tenía razón. Quizás Cartman estaba empezando a subirlo a las nubes.

...

-No tienes por qué acompañarme -apuntó Stan, apretando las correas de su mochila. -Entiendo que sucedió eso pero tampoco para que... seas como mi padre. Todos se han estado comportando distinto, es raro -soltó una suave risa.

Kyle miró de reojo su muñeca. Quién diría que esas marcas estarían para quedarse.

-Bueno, estamos preocupados... no te has comunicado conmigo desde hace tanto -suspiró.

-¿Tanto? Pero si nos vemos en los recreos.

-Sabes a qué me refiero -le tiró una mirada. -No entiendo por qué lo hiciste, si me hubieras comunicado las cosas desde antes, podría, ¡Yo podría...!--

-No podrías hacer nada en realidad -se giró a mirar sus gélidos ojos azules, dudando. -La decisión estaba tomada. No sabes lo que significa sentirse... vacío todos los días. Salir con algunas chicas y acostarte de vez en cuando con ellas, tampoco me llena. El fútbol aún menos, y--negó la cabeza -no entiendo cuándo empecé a sentirme así. Creo que fue desde la separación de mis padres, que era solo un niño y las tantas juntadas entre ambos -se encogió de hombros. -Simplemente me empecé a sentir así desde siempre y no hay nada que lo remedie. No había nada que me cambiara de opinión.

-Te veía tan feliz.

-Pero no lo era. No toda la gente por sonreír es feliz, Kyle, deberías entenderlo. Tú estás encerrado entre las cuatro paredes de tu cabecita y de tu cuarto, porque tu madre no soportaría que huyeras de sus ideales. Por eso, tú sí eres feliz, porque eres ignorante, Kyle, no entiendes lo que es que tus padres estén constantemente peleándose o, que tu mente sea un constante bullicio de muchísimos pensamientos. No lo entiendes. Y tampoco quisiera que lo entiendas, porque no podría ayudarte, no estando tan mal como ahora. Soy inestable, muy inestable. Y no hay nadie que pueda entender cómo me siento.

-¿Y Wendy?

-¿Wendy? ¿Qué con ella? -Kyle parpadeó, sintiéndose agobiado.

-Ella siempre era uña y carne contigo, siempre demostró entenderte y eso -se encogió de hombros. -Si tú nos explicas cómo te sientes, quizás te entendamos, pero no te comprendamos.

-Eso no tiene sentido, Kyle.

-Claro que sí -arrugó la nariz. -No puedo entender cómo te sientes, eso es verdad, pero puedo intentar compararlo con lo que sé y puedo intentar ayudarte. Me encantaría ayudarte, que vinieras a vivir conmigo... ¿Qué tal si denuncias a tus padres? Eso puede solucionar muchas cosas, Stan, puedes irte con algún familiar, puedes--

-No, no puedo -se detuvo bruscamente, a lo que Kyle suspiró por la nariz ante el frío. -No hay ningún familiar que no se pongan del lado de esas escorias. Nadie me quiere realmente, no nos hablamos. Entiendo que no me comuniqué y no puedo reclamarte por no haber estado conmigo, porque soy una mierda, Kyle. Lo soy.

-¡No, Stan, claro que no!

-Sí, Kyle. Es todo mi culpa. Si me hubiera comunicado o hubiera intentado hacer algo mejor, pero no lo hice y tampoco puedo hacerlo. Todo es un desastre. Los profesores solamente me reclaman por no hacer las cosas, Wendy me odia por mandarla al carajo con todo y ustedes... solo están cerca por pena. Porque no soportarían la idea de que yo no esté. Ese es el problema.

-Stan... por favor.

-¿Sabes qué fue lo peor de despertarme en un puto hospital? -sus lágrimas bajaron entre el frío, incluso el aire de su boca se veía. -Que soy tan inútil incluso para suicidarme. Eso fue lo peor.

El silencio gobernó por varios momentos. Lo único que podían hacer era verse. Kyle tenía muchas dudas sobre qué hacer, así que solo atinó a acercarse y abrazarlo.

-No eres inútil para hacerme quererte, Stan. Te amo -le susurró. No quería que se malinterpretara, pero lo sentía así de fuerte. Era como su hermano. -No quiero perderte. Si no te moriste fue porque... Dios no quería eso -se sintió impotente ante lo dicho. Stan miró al suelo y apretó los puños. -Vas a mejorar... en serio, lo harás.

-No, no lo haré -sollozó.

-Sí, lo harás.

-Siempre me voy a sentir así y no va a tener sentido, ¿Por qué seguir?

-Porque yo tengo la esperanza de que mejores... y que te sientes diferente -Stan se mantuvo en silencio unos momentos y finalmente correspondió. -Si dejas de seguir ahora, no vas a volver a sentirte vivo.

-Te amo, Kyle. Eres un gran amigo.

-Yo también, Stan... ¿Quieres vamos a casa?

-No... quiero ir a tu casa.

DETENTION | KymanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora