Tres

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El timbre sonó y Kyle se aferró a su banco, conteniendo el olor insoportable a quemado y queriendo no mirar cómo el rubio corría por el salón mientras se prendía fuego y el castaño se carcajeaba, eufórico. Craig se limitaba a escribir mensajes aburrido, para luego subir la mirada y ver que el rubio se tiró por la ventana con tal de apagar el fuego.

—Oh, por Dios... ¡Kenny se mató! —se carcajeó varias veces más y se agarró del estómago. —¡Vengan a ver! Creo que una costilla suya lo atravesó —el pelirrojo se giró a la dirección y corrió a la ventana, junto con Craig que le sacó una foto al cadáver.

—Cool, le mandaré la foto a Tweek —envió la imagen y se volvió a centrar en su teléfono.

—Qué bastardos —susurró angustiado el pelirrojo. —¡Tenemos que llamar al hospital!

—Cálmate, siempre pasa —explicó calmado el castaño. —Aparte te olvidarás en seguida —miró por última vez el cadáver y suspiró, mientras se quitaba una lágrima de la risa. —Mira, Craig, las ratas se lo están comiendo... Uh, se lo llevaron —Craig sonrió y le sacó una foto.

—Qué asco...

—¿Cómo se prendió fuego? —preguntó preocupado el pelirrojo.

—Creo que por abrigarse demasiado, subió su temperatura y se quemó —soltó una risa.

—¿Eso es posible?

—No, pero hablamos de Kenny —pronunció calmado Craig.

—Así que se llamaba Kenny —suspiró y relamió sus labios.

—Kenny McCormick —completó brevemente el castaño. —Un pobre de mierda. Bueno, todos los pobres deben morirse y se terminará la sobrepoblación, si después de todo, la clase alta es un porcentaje más limitado de gente a diferencia de la clase media y la clase baja.

—Eres consciente que eres parte de la clase media, ¿no? —preguntó Kyle mirándolo mal.

—Seré la única excepción, ¿no? —se inclinó y le sonrió burlón.

—Aléjate, te apesta la boca —gruñó el pelirrojo y se alejó, molesto. El gordito se lamió la muñeca y olió.

—¡Mi boca apesta al meo de Cristo! Como si fueran rosas —dramatizó, tirándose encima de Craig, que soltó un quejido.

—¡Pesas una tonelada, gordo de mierda! —lo empujó y el pelirrojo se asomó por la puerta. Ya había gente en los pasillos, se había terminado su hora de suspensión. Se estiró y se apuró a ir a su clase, quizás podía convencer al profesor y explicarle la situación.

—¡Profesor! —se puso en frente del hombre que levantó una ceja.

—Kyle, ¿qué sucede? ¿Aprendiste tu lección? —asintió repetidas veces.

—Sí, déjeme tener una oportunidad. Craig me estaba insistiendo e intentaba decirle que no, por favor, entienda —suplicó. El profesor suspiró y negó con la cabeza.

—No lo sé, tendría que hacer un examen especial para ti... —se detuvo unos segundos. —... Bien, solo porque nunca sueles darme problemas y eres aplicado —le sonrió levemente y luego volvió a su seriedad —pero que no se repita, ¿eh?

—Sí, profesor —le sonrió —¡gracias! —y sin más entró dentro de la clase. Allí estaba Stan, que se giró a mirarlo y se acercó preocupado.

—¿Estás bien? —preguntó agarrándolo del brazo con suavidad. —Vi tu pánico, bro.

—Sí, lo sé. Fue horrible, presencié un suicidio —pronunció mirando a los lados paranoico. —¿Mis padres ya están aquí?

—¿Qué? No, no los llamaron —negó. —No te preocupes, todo está bien.

—¡No, nada está bien! Tuve suerte de que el profesor me haya dado una segunda oportunidad. No volveré a hacer nada de es——la mano de Craig impactó contra su espalda.

—Fue genial, ¿no, Kyle? Hiciste nuevos amigos. Tendríamos que salir los cuatro de nuevo —sonrió y miró al otro pelinegro. —Stan —y sin más se alejó hacia su novio.

—¿Te juntaste con Craig? —preguntó sorprendido. —Quiero decir, vi que te fuiste con él pero no sabía que harías amigos allí —rió levemente. —Mi niño creció creció tan rápido —pronunció agudizando su voz y juntando sus manos, mientras que Kyle lo miró aterrorizado.

—¡No, no, fue horrible! Creo que le caigo mal a un chico de allí... —se encogió en su lugar —... Dijo que los pelirrojos eran una plaga y que ser judío una enfermedad.

—¿Qué? —Stan parpadeó los ojos confundido.

—No sé, pero siento que si me lo cruzo, estaré muerto —se agarró a los brazos del muchacho, sorbiendo su nariz amenazando con llorar.

—Cálmate, Kyle, me estás preocupando más de lo usual —lo tomó de los hombros y se los frotó, alejándolo. —Respira unos momentos, ¿sí? Wendy te dará los apuntes que sacamos hoy.

—¿Hicieron algo más que el examen? —preguntó a un hilo de voz.

—Claro, ya sabes cómo es este profesor —le sonrió con calma y le dio unas suaves palmaditas. —Todo estará bien.

—¿Tú crees?

—¡Claro! —lo abrazó por los hombros. —Vamos a la cafetería, ¿sí? Todo estará bien. Podemos juntarnos con Butters y comer juntos los dos —ofreció.

—¿Los dos...? —arrastró, deteniendo su paso. El pelinegro suspiró.

—Mira, tengo que ayudar a Wendy con algunas cosas, es mi amiga y lo sabes. Aparte tengo que hablar con el equipo, espero que no sea problema —le dio una sonrisa cálida. Kyle torció los labios levemente. Sabía que Wendy y Stan eran amigos de la infancia, él se juntaba ocasionalmente con ellos pero luego se apegó al cumplir los nueve años, no le preocupaba. Siempre le sorprendió el hecho que para ser amigos ese par, nunca sintieron nada por el otro. Aunque le daba inseguridad estar sin Stan, siempre lo apoyó en todo.

—Está bien —le tomó la mano, acariciándola con tal de brindarle confianza. —Estaré con Butters, no te preocupes.

—Estás en buenas manos —lo soltó con lentitud y le dio algunas palmaditas en la espalda, para luego irse trotando.

DETENTION | KymanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora