Cuarenta y uno

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Kyle se dedicó a bailar con la primera persona que viera. Tomaba cerveza como no hubiera un mañana y meneaba la cabeza junto con Tolkien, Stan, Wendy, Clyde y Craig que estaban en la sala con los demás.

Hasta que sintió unas manos recorrer su cintura. Se giró y observó a una muchacha de cabello castaño recogido en una coleta, con un diminuto vestido verde floreado. Kyle hizo una sonrisa ebrio y tomó las manos de la chica, dándole algunas vueltas. Era linda, pero no le atraía.
La muchacha se dio vuelta dándole la espalda, y empezó a frotar su trasero contra el entrepierna de él, bailando. Cuando estuvo apunto de detenerla, Craig le toma de la mano y lo aleja de ella, sonriéndole.

—Terreno complicado, no te lo recomiendo. —Se sonrió el de voz rasposa. Kyle se rió entre dientes confundido y preguntó:

—¿Por qué?

—Exnovia de Cartman. Y él detesta que se metan con ella.

—¿Cartman tuvo novia? —preguntó incrédulo a lo que Craig asintió varias veces.

—Claro, ¿No sabías? Él siempre cuenta cómo ella era muy tóxica, pero resultaba que él era el llorón pasivo de la relación. —Se movió al ritmo de la música, acercándose a Kyle para hablarle. —¿Quieres ir para afuera? Es muy ruidoso aquí. —Kyle asintió y salieron a la entrada de la mansión, sentándose en los escalones de esta. —Dios, qué quilombo. —Sacó dos cigarros y los prendió, fumando uno y dándole a Kyle el otro. Este aceptó gustoso el cigarro y lo fumó despacio.

—Así que el culo gordo tenía novia —susurró apoyado en la pared de la entrada, casi gruñendo entre la calada.

—Bueno, fue hace muchos años, ya es agua pasada para todos, menos para él. Es muy posesivo. —Kyle asintió suave. —Así que eres propiedad de Cartman, ¿No?

—¿Eh?

—Pareces todo un perro faldero.

—No lo soy, solo… Me siento algo solo —admitió y soltó el aire. Craig asintió y miró al suelo.

—Si te soy sincero: yo también me siento solo. Me la pasaba haciendo cosas con Tweek que ya me olvidé qué era estar solo. —Cerró sus ojos. —Supongo que es cuestión de aprender a tener mi espacio.

—¿Puedo preguntarte algo?

—¿Qué cosa?

—¿Cómo sabías que Tweek me besó?

—Sabía que tú no eras capaz y Tweek es un necesitado de mierda que busca mi atención constantemente. —Abrió sus ojos y miró la nieve en su pie. —No lo juzgaré tanto: yo también lo soy.

—¿Buscas su atención?

—Buscaba, ahora intento que no… No era sano necesitarnos —reflexionó y miró su cigarro. —Todo era muy lindo y todo, pero había mucha mierda de por medio que terminaba siendo más importante que lo que sentíamos. Muchas inseguridades de los dos y muchas cosas que no queríamos callarnos, pero debíamos. Hasta que un día explotamos. —Aplastó la nieve y tiró el cigarro. Sabía que faltaba bastante para terminarlo, pero ya le pudría la sensación de estar quemándose por dentro, no necesitaba también un cigarro. Se levantó y se acercó a Kyle. —¿Puedo besarte? —Se inclinó a él.

—¿Qué? —Enrojeció.

—Besarte, quiero besarte. Tranquilo, no te voy a pedir ser novios, ni me gustas. Solo tengo ganas de sacarme las ganas con cualquiera, y tú eres el más cerca. Si no quieres, lo respetaré. —Se enderezó. Kyle apretó sus labios y negó con la cabeza.

—Yo también tengo un corazón roto que curar. —Y sin más se inclinó a besarlo. Ambos cerraron sus ojos y acariciaron las mejillas, porque ambos necesitaban imaginar que besaban a alguien más, y no se iban a culpar por ello. Craig lo tomó de la cadera y lo aferró a él, mientras que Kyle –a pesar de ser más alto– enredó sus brazos en el cuello ajeno. El de azul no se dejó estar y metió su lengua dentro de la boca, mientras sentía su cavidad húmeda al igual que su rodilla en la entrepierna.
Se estaban devorando y ambos pensaban el nombre de sus amados imposibles. Todo hasta que se escuchó un auto aparcarse en frente a la casa.

—¡Kyle Broflovski! —Él se separó, apoyando sus manos en el pecho ajeno y se giró a mirar a su madre que caminaba enfurecida hacia él. —¡Te escapas de la casa, te alcoholizas, fumas ¿Y ahora besas a un chico?! —Miró mal a Craig que hizo una mueca de asco.

—¿Cuál es su problema, señora? Lárguese.

—¡Soy la madre de Kyle, ¿Tú quién eres?! —le gritó escandalizada al azabache. Kyle los miraba asustado, hasta que empezó a ver gente acercarse por los gritos.

—Qué le importa. Váyase a la mierda, loca. —Le sacó el dedo del medio y Sheila soltó un grito, tomando del brazo a Kyle.

—¡Kyle, vienes conmigo! —Lo arrastró hacia el auto, en donde también estaba Gerald. Kyle miró a Craig con una mirada de disculpa y entendió: vio de fondo a Cartman y a Tweek mirándolo con odio.
Kyle apretó la mandíbula y se zafó del brazo de su madre. Comenzó a caminar determinado hacia donde Cartman, que endureció aún más su mirada.

—¡Todo esto es tu culpa! —Lo empujó, causando un jadeo en más de uno. Cartman se mantuvo firme y levantó una ceja:

—¿Disculpa? ¿Quién te crees que eres?

—¡No! ¡¿Quién te crees tú que eres?! ¡Me tratas lindo, me haces sentir especial, me abrazas, y luego me tratas mal, ¿Y ahora me haces esto?! ¡¿Cuál es tu problema?! —le gritó.

—¡Kyle, ven al auto! —le gritó Sheila, pero Kyle negó impotente.

—¡No! ¡Ya no soy un niño! ¡Ahora soy un imbécil que fue manipulado por un sádico de mierda que no sabe qué mierda hacer con su vida porque su madre es una puta! —Todos lo miraron sorprendidos, incluso Cartman suavizó su mirada. —¡Vas y le echas la culpa a ella y a los demás, cuando ella hace lo mejor para criarte! ¡¿Y tú qué?! ¡Vas y repites porque eres un fracasado!

—¿Terminaste? —preguntó Cartman duro.

—¡No! ¡Porque también jugaste conmigo, haciéndome sentir especial! ¡No soy un juguete para que me ilusiones y luego me deseches! ¡Soy un ser humano, una persona! ¡Y merezco ser tratada como tal! ¡No tienes que tratarme mal cuando se suponíabque teníamos algo! —Cartman soltó una risa.

—¿Tener algo? Tú y yo nunca tuvimos algo. —Se inclinó. —Yo no soy el gay aquí, maricón.

El silencio reinó en la entrada de la mansión, incluso Tolkien había empalidecido.

Kyle respiró profundamente y no dejó que las lágrimas cayeran, se endereció y miró a todo el mundo, para luego terminar en él.

—No te olvides de lo que dijiste, Eric Cartman —escupió sus palabras con odio. Eric se quiso mantener firme, pero sus puños ya temblaban de lo cerrados que estaban.

—No lo haré. —Y sin más, Kyle se fue hacia el auto de sus padres, subiéndose y mirando por la ventana con tal de no ver a ese cúmulo de gente.

Y se fue. Y también dejó ahí a Cartman y su amor por él.

DETENTION | KymanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora