Ocho

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Estaba perdido en sus pensamientos, enmudecido. Las cosas las sentía tensas dentro suyo y no escuchaba en lo absoluto lo que Butters charlaba con Stan, incluso Stan tampoco lo escuchaba, se centraba en girarse cada tanto para mirar el pelo largo de Wendy que estaba dos mesas al fondo de ellos en la cafetería.

Las cosas iban lentas pero seguras, no se había encontrado con Cartman aún; Craig y Tweek seguían caminando juntos por los pasillos como si la discusión o la aparición de alguien nuevo la vez del cementerio, no haya pasado; y no se había encontrado a ese muerto.

Muerto. Muerte.

La muerte era algo rara, quizás tenía miedo no a la criatura en sí, sino a lo que podría sucederle a él y a sus seres queridos. Tras haber pretendido mentir y terminar diciéndole la verdad de a qué escuela iba su hermano, su cuerpo se mantuvo alerta, evitando totalmente pasar por en frente, al lado o atrás de ese cementerio.
No quería volver a ver a ese tal Kenny, pero sabía mejor que nadie que South Park era un pueblo pequeño y que lo encontraría en cuestión de tiempo.

Solo tenía que esperar a que su dios dictase cuándo condenarlo.

—Kyle —llamó Stan —¿viste a Cartman? —aquel nombre hizo que le revolviera el estómago. Él pateó a un muerto viviente, al igual que Cartman.

—No —sinceró, negando con la cabeza.

—¡Uy, Eric se junta con alguien nuevo! —exclamó el rubio rapado —todos dicen que es un estudiante nuevo pero él siempre dice que ya había estado aquí. Hay rumores que encontraron vídeos indebidos entre ese chico y una de las trabajadoras de Pasitas. Es más, les dije a los dos que se sentaran con nosotros en el almuerzo —el rostro de Kyle empalideció.

—¡¿Que hiciste qué?! —se levantó y golpeó la mesa con sus palmas, mirándolo con sus ojos desorbitantes, como si le suplicase que le mintiera.

—Le dije que——se interrumpió a sí mismo cuando vio al castaño y a un rubio detrás. —Oh, hola, Eric —miró al rubio y sonrió —hola, yo soy——

—¡Pepe, eres tan amable al invitarnos a sentarnos! —el gordo empujó un poco al rubio menor y se sentó a su lado, mientras que Kenny se sentaba al otro lado de Butters.

—Un placer de conocerte, Pepe —le guiñó el ojo al menor y sus ojos sonrieron. —Soy Kenny. Me gusta tu abrigo.

—¡Gracias! Mi mami me lo compró —raspó sus nudillos entre ellos y miró a Kyle. —¡Mira, Kyle, él es del que te estaba hablando! —el pelirrojo se encogió, especialmente cuando cruzó miradas con esos ojos azules sin vida. Era raro, porque la vez que se lo encontró, los volvía a tener brillosos. Espera, ¿volvía? Le sonaba de algo, quizás es verdad que lo había conocido pero no a profundidad, igualmente no justifica que sea un muerto viviente.

—Sí, ya vi —susurró intimidado y palmeando sus muslos, procurando no hacer ruido.

—Así que tú eres Eric Cartman... —pronunció Stan, amable —... Es raro no verte en clases.

—Es que no voy a clases —justificó. La sonrisa de Stan desapareció al instante.

—Oh.

—¿Y cómo haces para no irte a examen? —cuestionó el rubio menor, sonriente. Kyle apretó la tela de su pantalón. No sabía qué era peor, Kenny o ese gordo, quizás los dos juntos. De cualquier manera, no iba a bajar la guardia.

No oyó qué le respondió el gordo, siquiera le importaba, solo buscaba evitar mirar al rubio que tapaba su boca. Podía recordar que cuando lo desenterraron también no se le veía tanto la boca, ¿cómo serán sus dientes? Quizás manchados de sangre por los cerebros que come.
Ahora que lo notaba, sus ojos sin vida estaban fijos en Butters que se centraba en mirar a Cartman, como si lo apreciase y estuviera encariñado con él. Pero, ¿por qué levantó la mano? Sus ojos se movieron aturdidos al ver cómo Kenny acercaba su mano al pelo rubio ajeno. Su estómago volvió a comprimirse y a revolverse, quiso gritarle que no lo hiciera, golpearlo, incluso lo imaginó: desfigurarle el rostro a puños y arrancarle esa capucha, todo para verle la boca y romperle los dientes —si era que tenía dientes— y todo porque amenazaba con tocar a Butters. Oh, Butters, pobre ingenuo, cada segundo más cerca de la muerte.

—N–No... —¿y qué más podía hacer? ¿Agarrarlo de la muñeca? Los ojos azules sin vida eran fijados en el menor, mientras que este escuchaba las ocurrencias de Cartman.

—¿Está todo bien, Kyle? —y ahí todo cobró sonido de nuevo. Miró cómo aquel que había observado tanto, estaba a centímetros del cabello de Butters, mirándolo y hablándole. Entreabrió los labios, mirándolo con miedo y desaprobación —mayoritariamente con la primera— y el otro lo supo. Finalmente apoyó su mano, causando que Butters dé un brinco y se gire.

—¡Oh! ¡Qué suave mano! —pronunció el menor, inocente. —Es calentita y lindo el toquesito.

—Gracias, aunque tengo guantes —Kenny se fijó nuevamente en el menor, entrecerrando sus ojos. Stan bebió de su bebida y parpadeó, curioso.

...

El agua se sintió distinta, sorprendentemente no vomitó cuando se acercó apurado a expulsar su arcada. Se mantuvo unos segundos en el lavamanos y suspiró. Las gotitas de agua bajaron por su cabello y rostro. Estaba tenso, pero no tanto.

Obviamente se aterró cuando lo vio a entrar, pero no por el hecho que fuera Stan, sino temiendo que fuese Cartman o Kenny —sospechaba que Cartman le daba la orden a Kenny de atacar, o que era el líder del grupo—, Stan le habló, pero el pitido en sus oídos volvió, desviando su mirada a cualquier lado que no fuese él.

—¿Kyle? ¿Estás bien, bro? —finalmente lo escuchó, cuando lo tomó de hombros y lo agitó apenas. Se sintió algo aturdido y desorientado, pero cuando vio los ojos azules de Stan, supo que todo estaría bien.

—Yo... —lo miró, observó unos segundos más la profundidad de sus ojos azules, tan en calma y aterradores como el mar. Tan misteriosos, pero no tanto. Sentía que lo conocía más que a sí mismo —... Sí, creo que sí —se mintió, no solo a Stan, sino más que nada a él mismo.

DETENTION | KymanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora