Siete

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Los días siguientes nadie dijo nada, ¿y quién lo diría? Kyle miraba los rostros con indiferencia de Tweek y Craig, cruzando apenas miradas vagas. Obviamente no se topó con la mirada de Cartman porque no suele frecuentar las clases que le tocaba.
A veces cuando Tweek se acercaba a hablar para hacer un trabajo, se limitaba a salir corriendo hacia los brazos de Butters, como si Tweek estuviera maldito.

Agradecía profundamente estar caminando fuera de ese instituto, ya que sus padres le dejaron irse caminando solo —mientras avisara cuando saliese—, siempre condicionantes. Y las cosas tenían un precio, claro, tenía que ir a buscar a Ike al colegio pero este les mintió a sus padres diciendo que saldría más tarde, y le explicó la situación a su hermano mayor que —entre terror y cólera— aceptó dejarle dos horas libres en aquella institución.

Se detuvo lentamente al mirar hacia el cementerio que estaba al lado suyo, asomándose cautivo con esa área. Las puertas de aquel lugar se veían oscuras y desgastadas en la pintura, y el muro tenía grafitis y carteles de “desaparecido”. Se lograba ver una colina con otra puerta en el fondo, donde decía “tumbas sin identificar”. Un suspiro frío salió de sus labios al leer eso.

—Allí vi al zombi —gruñó y sintió algo revolverse en su estómago, recordando el olor a podrido que había en aquel cuerpo del rubio.
No vomitó porque sí o porque tenía miedo, vomitó al ver la cara desfigurada del rubio, quemada a más no poder. Apenas se le veían los ojos, que eran dos cosas blancas con círculos azules, el resto no se lograba diferenciar; era una masa roja negruzca, que juraba que le caían pedazos y gotas de sangre. Incluso cuando abrió la boca para pronunciar su nombre, soltaba algunos tosidos de humo negro.

—Kyle —se congeló al instante y sus palabras quedaron en su garganta. Aquella voz no se oía rasposa como oyó la última vez. —¿Sabías que te estaba buscando hace semanas? —se oía relajado, pero no se movió en absoluto de su lugar. No quería girar, pensaba el dicho constantemente de “si no lo veo, no me verá” pero era mentira; sí lo vio. Lo estaba viendo. Estaba viendo su espalda tensa en ese instante, estaba viendo el vello pelirrojo de su nuca erizarse, estaba viendo el sudor bajar por su cuello y nuca, estaba viendo cómo temblaba. No se sentía protegido bajo ese gorro verde, al contrario, se sentía aún más expuesto, más fácil de identificar. Algunas lágrimas se asomaron por sus ojos, no sabía si era por la angustia, el miedo o su estómago revuelto que insinuaba darle arcadas. —¿Podemos hablar? —la tensión estaba alta, ¿y cómo no estarlo? El muerto, no muerto, estaba hablándole.

—N–No sé de qué quieras hablar, ni siquiera te conozco —tomó valentía para hablar, más no para girarse. Tartamudeó, demostrando su terror.

—¿Qué dices? —sonó algo decaído —soy yo, Kenny —un recuerdo fugaz de detención apareció en su mente. Un chico rubio, pero con cara borrosa, usando un abrigo naranja con terciopelo seco, duro y sucio. Negó levemente con la cabeza con tal de no hacer movimientos bruscos, pero de desaparecer aquel pensamiento de su mente.

—No conozco a ningún Kenny —confió en sus recuerdos, por milésima vez. Aquel personaje se mostró frente a él, mirándolo limpio y pulcro, con sus ojos azules brillosos.

—Ah, ¿no? —dudó, mostrando la sonrisa en sus ojos. —Bueno, déjame presentarme —extendió su mano, con aquellos guantes —soy Kenny McCormick, es un placer conocerte, Kyle —el nombrado retrocedió, titubeante.

—¿Cómo conoces mi nombre? —sorprendentemente no tartamudeó, pero sintió las lágrimas asomar por sus ojos, aterrado. —No me hagas daño, tengo que ir a buscar a mi hermano —el rubio rió levemente, como si no estuviese amenazándolo con su presencia.

—Ya te dije que nos conocemos —acercó su mano con cuidado y le dio un pequeño golpecito. —¡Deja de estar tenso! A veces hay que relajarse de vez en cuando —le guiñó el ojo y metió sus manos en su bolsillo. —Te acompaño a buscar a tu herma——

DETENTION | KymanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora