Capítulo XLIV

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Nadie dijo nada al pasar de unos segundos, por ello, quien apenas respondería sería el zorro pero quien se le apresuró a responder la pregunta del hombre con traje fue Gon.

—Sí. —afirmó mientras que a su vez asentía —Esa mujer no quiere dejar ir a (...) —señaló a Enma, entonces Leorio se sorprendió al oír el nombre, por lo que rápidamente volteó hacia las dos personas en el suelo y analizó completamente la apariencia del zorro.

Molesta de que se entrometieran en sus asuntos, Enma gritó —¡Ella y yo tenemos asuntos pendientes! ¡Lárguense! —su actitud hizo preocupar la seguridad de (...), por ende, ambos amigos de la joven no quisieron dejarlas solas.

—¡Ey! ¡¿A quién crees que estás corriendo?! (...) es nuestra amiga y no la dejaremos aquí contigo si corre peligro —expresó Leorio.

Enma se molestó aún más y no dudo en ningún sólo momento intentar atacarles con su habilidad de la espada, pero eso ocasionó que dejara un fisura muy grande en el apresamiento de (...), la cual aprovechó para liberarse y también para lastimar a la castaña, pues lo que hizo fue golpearle en el pecho emergiendo una gran cantidad de fuerza con la palma de su mano, pronto la joven se alejó del zorro y cayó al suelo a unos cuantos metros de distancia.

Sin desperdiciar ningún sólo segundo, Enma intentó levantarse aunque su cuerpo temblara del dolor, logrando ponerse de rodillas miró a (...) y le gritó —¡¿Cómo…?! ¡¿Cómo es posible que sigas teniendo tanta fuerza después de recibir mis ataques?! ¡No lo entiendo! —Estrella De La Mañana le vio con atención mientras se incorporaba en el suelo para quedar sentada.

Liberando un suspiro ella le respondió —Abrir más de una vez las puertas de prueba de la mansión Zoldyck hicieron que mi cuerpo adquiriera gran fuerza… —, murmurando hacia ella misma terminó por decir —y entre muchas otras cosas más.

—¡Mentira! ¡¿Por qué razón los Zoldyck te dejarían entrar una y otra vez a su residencia?! —expresó Enma, inconforme con la respuesta recién dada.

—¡No te miento, carajo! Pero es tu rollo si no me crees —dijo con fastidio el zorro mientras se levantaba por completo.

La joven de cabellera castaña sucumbió ante el enojo y fue ese mismo el que le dio la fuerza necesaria para levantarse y correr hasta donde (...), quien sin pensárselo mucho le dio una patada en la cara para que la chica estampara contra el muro. Las dos personas posicionadas detrás de la joven quedaron anonadados; el movimiento de su amiga no se lo esperaban, puesto que fue muy preciso y sin ninguna pizca de misericordia.

Enma cayó de rodillas hacia el suelo mientras quedaba recargada en aquella pared, de su cabeza comenzó a salir un hilo de sangre que empezaba a volverse cada vez más grueso, de un momento a otro la pared fue impregnada de sangre. La joven tuvo leves momentos de desenfoque en la mirada, todo le daba vueltas y sentía una gran punzada en su cabeza, a duras penas y podía hablar coherentemente así que le dijo a (...).

—Tú debes morir… detesto a las personas… como tú… siempre sonriendo y haciendo… como si todo estuviese bien… te odio…

(...), ladeando la cabeza para ver por el rabillo de su ojo a su amigo con traje, le pidió —Ayúdala, por favor… está vez me excedí —volvió a dirigirle la mirada a Enma, la cual parecía encontrarse moribunda, apenas consiente a punto de desmayarse.

Leorio aceptó lo pedido y fue a socorrer a la joven, por otro lado, (...) suspiró pesadamente teniendo la iniciativa de irse ya que les había dado la espalda a esos dos, pero a quien no se la dio fue a Gon pues estos se veían de frente; ella comenzó a caminar para pasar de largo al chico, sin embargo, quedando hombro con hombro él le preguntó —¿Le hiciste algo como para que te odiase de esta forma?.

¿Estoy Soñando?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora