Capítulo XIX

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Volteé a ver al jefe bomberman —Tú me vuelves a tocar y te corto la mano —el bato me miró con cara de “Mierda, no me funcionó”, a parte de que estaba sorprendido por mis ojos cómo los demás que me habían visto —Gracias por entender, por cierto, soy (...) —dije con mi carismática sonrisa para luego ver a los demás que miraban la escena con desconfianza —No soy fan de que me toque un extraño, así que mejor prevenir que lamentar —terminé de decir y luego me fui a sentar junto a los chicos, que ya se encontraban ahí en la tipo fuente o escaleras, ni idea que era, pero ahí estaban.

Tengo que tener cuidado con los bombermans, esos tipos son mañosos.

La junta ésta paso rápido, los chicos se negaron a apoyar la causa al igual que yo, que de hecho ni me importaba, yo sólo quería jugar y divertirme un rato con mi par de niños wai favoritos. Estábamos por llegar al bosque en dónde se darían cuenta de que Biscuit les estaba siguiendo, así que decidí separarme de ellos antes de entrar a aquel bosque, a lo cual les tuve que decir una mentirita blanca para que me pudiera ir sin algún tipo de problema, después de todo sólo me separaba porque me daba una santa flojera tener que esperar hasta que Biscuit los entrenara, así que mejor les caía de sorpresa cuando ya estuvieran en ello o sino es que más adelante. Tomé mi camino mientras les alzaba la mano de despedida a mi dúo perfecto, por ende, ellos también lo hicieron.

—Ahora, ¿a dónde rayos voy? —me decía mientras corría y veía a mi alrededor —No tengo un objetivo como tal sólo esperar —llegué hasta lo que parecía ser una ciudad —¿La ciudad del amor?...no gracias, mejor me voy por dónde vine —con la misma que llegué, con la misma que me fui —Mejor voy a la ciudad que está cerca del inicio de entrada, puede que haya cosas interesantes ahí —me decía mientras corría, que no manches, parecía flash sólo que en mujer.

Había llegado a la ciudad que no recuerdo su nombre en si, pero a fin de cuentas ya estaba ahí, ahora ¿qué?, ni idea. Vagué por la ciudad hasta que mi cuerpo o más bien mi estómago, me exigió algo de alimento así que busqué un local de comida. Me adentre a éste y vi que ganabas una tarjeta por romper el récord de comer no sé que cosa, pero parecía ramen y a mi ¡me encanta el ramen! o cómo bien lo conocen en mis lares, la maruchan, me sirvieron un platote súper hiper mega grande y sólo tenía unos 30 minutos para acabármelo.

—Muy bien, que empiece lo bueno —abrí mis palillos y en arraja tinga me empecé a comer los fideos, estaban súper deliciosos, era una exquisitez, aún que la gente del lugar y el empleado se quedaron anonados por ver que ya casi me acababa el plato, solo me quedaban cinco minutos —¡Terminé! —y con sólo tres minutos de sobra, diablos, me hace falta mejorar.

El plato desapareció y se convirtió en una carta al igual que el empleado.

—¡Wow, mi primera carta! —invoqué el libro y la puse en éste para que luego desapareciera —Alimentada y con una carta, perfecto —decía mientras me retiraba del lugar.

Y ahora ¿a dónde voy?.

Ya estaba oscuro y pinta de encontrar un lugar dónde quedarme no había, así que aplique mi mejor opción, sentarme en un lugar desolado y silencioso viendo las estrellas, y ver si me quedaba dormida hasta que amaneciera.

Tres horas después.

¡No lograba conciliar el sueño! aún me encontraba viendo hacia el cielo nocturno, sin embargo, pude sentir la presencia de alguien a un lado mío, giré mi vista y vi al sujeto que me había hablado en el examen y el mismo que me habló cuando andaba inconsciente. Tome mi distancia y él se rio levemente por la acción que hice.

—¿Sigues sin saber quién soy? —preguntó de una manera superior, pero a su vez divertida.

—Para ser te franca, ni siquiera confió en ti, además ¡¿cómo chingados es que puedes aparecer dentro de mi mente?!, ¡¿quién carajás eres?! —si empieza con sus jueguitos de palabras de pacotilla, juro que le doy un maldito trancazo.

¿Estoy Soñando?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora