Prólogo

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Seokjin se encontraba en la misma torre de todas sus tardes. Desde que fue llamado a juicio no tiene posibilidad de salir más allá de los jardines de la Gran Casa, mucho menos dar un paseo por el exterior. Sabe que hay alfas subordinados del viejo Jung siguiéndolo en todo momento y que en el sur, la batalla seguía tan incierta como al principio.

Por ahora, completamente solo en el territorio central desde que Jimin logró huir, no le queda más que esperar en esa torre por alguna noticia.

El sonido de las aves lo relajaba, le hacía sentir mejor que el silencio de su habitación o el murmullo de los pasillos. Dentro de una casa en la que todos fingían ser tus aliados para no mostrar sus verdaderas intenciones la compañía de los pequeños animales emplumados era todo un lujo.

Revoloteaban en sus jaulas exigiendo comida, cantaban suavemente cuando el sol salía y chillaban cuando alguna de sus compañeras era liberada de los delgados barrotes con la misión de enviar un mensaje.

Sin embargo, a pesar de que muchas de ellas salían últimamente, el número de las recién llegadas era pequeño. No importaba si pasaba tardes enteras a la espera de alguna nota, podían pasar días sin que ninguna de las aves arribara tan al norte.

Pero también había días de esperanza, justo como ese.

Seokjin se levantó de su asiento en donde reposaba en sus largas horas de espera cuando escuchó un aleteo. Era una paloma de plumas grises y pecho prominente, se veía más grande que la mayoría de sus congéneres y con la fuerza propia de las alas envidiables cruzó la ventana de la torre que siempre se encontraba abierta para esos casos.

Seokjin corrió a donde el animal había posado, la paloma se sacudía y esponjaba sus plumas para deshacerse de la nieve; que cayendo suavemente se había quedado entre sus alas. La emplumada no se sorprendió de ver al beta acercarse, permitiéndole que desatara el pequeño pergamino atado a su pata, solo cantó con gozo de por fin haber llegado hasta el cálido refugio.

Llamó a uno de los encargados de los animales quien se trataba de otro beta más viejo. Seokjin ya le había ahorrado el trabajo de tener que notificar la llegada de nuevas noticias por lo que solo se dispuso a tomar el ave para llevarla a su respectiva jaula en donde le esperaba comida.

Jin aprovechó la soledad del lugar para desenrollar el pergamino y hacerse con las noticias antes de que alguien más se enterara. Él mismo juzga quién debe enterarse y de quien se debía guardar el secreto. Bien esperaba que fuera alguna noticia de Yoongi quien había sido herido en la primera línea, por ahora solo se dedicaba a coordinar los ataques mientras mejoraba, por lo que seguía siendo el principal mandatario de la vanguardia. También pensó que podría tratarse de Namjoon con nuevas instrucciones de un plan ingenioso que por fin terminara con todo el caos. Incluso se preparaba para que la nota fuera algún recuento de pérdidas, una petición al área central o cualquier otra cosa sin importancia.

Por ello fue que se sorprendió tanto cuando al ver las marcas del papel se encontró con la firma de Jimin.

De inmediato, y todavía sin la oportunidad de leer el contenido, arrugó el papel escondiéndolo en su puño antes de guardarlo en el bolsillo de su pantalón. Necesitaba asegurarse de que se encontraba totalmente solo antes de leer algo que fue enviado por un presunto traidor.

Si alguien lo descubre, Jung podría utilizarla como una prueba para condenarlo en su juicio. Era demasiado peligrosa, pero igual o más importante.

Y Seokjin era alguien dispuesto a correr esos riesgos.

Con rapidez fue en busca del beta quien recién había terminado de enjaular a la mensajera de tales noticias. Se aseguró de dejarle en claro al beta mayor que él sería quien notificará al consejo del mensaje y que era prioridad no hablar más de ello, un pedido no muy extraño cuando se encontraban en medio de la guerra, los mensajes secretos abundaban en tiempos difíciles.

Huellas | KookVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora