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Jungkook se aferraba más a las riendas conforme se acercaba a la frontera de nuevo. Esta vez no estaban pasando por uno de los extremos del límite de la manada, sino que se dirigían al lugar más concurrido en los últimos días. El centro de mando había estado moviéndose de lugar a lo largo de la guerra, ahora se encontraba en una aldea que hasta no mucho había sido ocupada por la manada del Valle. Su estado era ruinoso, con una gruesa capa de nieve encima, se vería casi fantasmal si no fuera por la gran cantidad de alfas que se encontraban en movimiento.

Jungkook había tardado unas cuantas horas en llegar junto con el grupo de alfas de sangre pura que habían hecho su máximo esfuerzo por no disminuir el paso. Fueron recibidos con sorpresa y entusiasmo, era evidente que la tensión surcaba el ambiente entre los alfas, pues al parecer la noticia del nuevo ejército en las puertas de su manada ya había sido expandida por todo el centro de mando.

Por ello, para nadie fue sorpresa que se recibiera con un clamor general al alfa pelinegro. Jungkook bajaba de su caballo cuando el tumulto comenzó a formarse a su alrededor, el comandante podía reconocer varios rostros, alfas quienes habían estado a su lado en batallas anteriores le dirigían un asentimiento de cabeza respetuoso, mientras que algunos alfas más jóvenes se le acercaban con emoción desmedida. Pero, sobre todo, podía ver la esperanza reflejada incluso en los ojos más opacos.

—A un lado —gritó Jimin apenas con aire después de la enorme carrera que había realizado apenas empezar el día. Se posicionó frente a Jungkook junto a dos generales más quienes, a pesar de lo exhaustos que se encontraban, se encargaban de abrir paso entre los ansiosos soldados.

—¿Dónde está el general Min? —preguntó el pelinegro a un alfa cercano.

—Esa choza de ahí —señaló una construcción no muy lejos a su posición —está junto al resto de generales.

Jungkook no perdió más tiempo. Aprovechó el espacio que Jimin y los demás le estaban dando para avanzar con rapidez a donde le fue señalado. A su alrededor, el entusiasmo se había convertido de voces de victoria y el comandante hizo todo lo posible por ignorarlas. Él también esperaba la victoria, pero había estado en suficientes batallas como para dejarse llevar por una emocional banal.

Primero tenían que conocer a que se enfrentaban y, si era sincero, aquella interrogante era la que más le preocupaba.

—¡Yoongi! —gritó nada más entrar en la casa, la más conservada de toda la aldea.

En el interior se habían agrupado los muebles con superficies más grandes al centro, los demás habían sido retirados por completo. Mapas, figurillas y algunas hojas más cubrían la totalidad de la gran mesa improvisada rodeada por alfas con miradas frías y calculadoras. Al centro, con las manos apoyadas sobre el mapa más grande de la frontera, el alfa de cabellos platas levantó la mirada al escuchar su nombre.

—Jungkook —regresó el saludo sin moverse de su lugar, mientras que el pelinegro se acercaba con paso apresurado —tenemos problemas.

—Eso escuché —dio un vistazo a los demás rostros de la sala par asegurarse de que se encontraban en un lugar seguro. Tal como lo esperaba, sólo eran un reducido número de generales —¿qué es lo que sabes?

—Aparecieron desde el sureste —señaló un punto específico en el mapa —al inicio era un pequeño grupo, creímos que podrían ser mercenarios buscando recompensas en la guerra, pero en menos de un día su número se multiplicó en miles.

—Escuche que eran cerca de 30 mil, ¿alguien confirmo esa información? —preguntó mirando directamente los ojos de su amigo, quien tragó saliva antes de hablar.

—Eso fue hace horas, comandante. Los informantes especulan que aún no terminan de aparecer...

La habitación quedó en silencio después de aquella noticia. Una muy mala noticia. Jungkook regresó su atención al mapa que Yoongi estaba señalando y sintió un escalofrío recorrer su espalda. El punto en donde el nuevo ejército se reunía estaba cerca de la frontera, sí, pero también bastante cerca de la ciudad amurallada de la manada del Río.

Huellas | KookVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora