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Había pasado un corto tiempo, pero Jimin comenzaba a notar algunos cambios a su alrededor.

Jungkook había despertado hace poco más de 24 horas, todavía se encontraba en cama, pero su presencia restaurada había hecho mella en el coraje de algunos alfas que murmuraban en los pasillos. La conversación sobre irse de ahí sin el pelinegro había desaparecido por completo, el miedo y respeto que sentían por el comandante silenció cualquier confabulación.

Los alfas se encontraban más tranquilos, tal cual lo hacían los recién llegados.

Jimin se dirigía a la habitación de Jungkook, apenas subía la escalerilla de mano cuando logró escuchar el sonido en la parte de arriba. El alfa que seguía de guardia en el pasillo se veía completamente desinteresado en el sonido que provenía de la habitación, mas con una expresión aburrida le ofreció una reverencia como saludo y volvió a su tarea de girar un cuchillo entre sus dedos. Jimin respondió de igual forma olvidándose del guardia para abrir la puerta de la habitación.

—¡Se supone que no puedes moverte! —gritó el beta castaño justo a tiempo para esquivar la bandeja de comida que volaba en su dirección.

Jimin se quedó quieto en la entrada cuando la bandeja se estrelló contra la pared a su derecha, derramando toda la comida que alguna vez tuvo en un camino que se marcaba desde la cama hasta la pared. El beta yacía agachado en el suelo mientras que Jungkook erguido en la cama estiraba la mano para tomar a ciegas cualquier otro objeto que se encontrara cerca, su mirada oscura sobre su objetivo.

—Suficiente —dijo entonces el omega deteniendo a Jungkook cuando éste ya tenía en su mano la lámpara de aceite —Jae tiene razón, no debes moverte tanto —le quitó el objeto de la mano y con un movimiento suave lo tomó de los hombros para volver a recostarlo en la cama.

—Oh, es Jimin —escuchó el nombrado desde más cerca al tiempo en que el beta se reincorporaba, ajustando sus ropas como si nada hubiera pasado —¿no sabes tocar?

—¿Jimin? Para ti soy el general Park —contestó el alfa rubio mientras alzaba una ceja ante la confianza que el beta había tomado desde que lo sacaron de su aislamiento.

Una vez Jungkook despertó se ordenó que el beta se mantuviera cerca de la habitación del alfa. Hasta donde Jimin entendía esa había sido una solicitud por parte del omega que Jungkook había aceptado y ordenado. Pero, hasta donde podía ver, no le era tan grato al azabache como al noble.

—Jimin —llamó Jungkook requiriendo su atención.

El nombrado giró de nuevo hasta donde el pelinegro se encontraba. Se notaba tranquilo, cosa que le pareció extraña teniendo en cuenta que hasta hace un segundo había tenido la intención de arrojarle una lámpara al beta. A su lado, sentado en el mismo banco que había estado usando durante días, el omega le miraba también. Jimin conectó por un momento con los ojos azules brillantes y percibió el enorme cambio.

Toda la desolación que había visto en sus ojos desde que llegó se había esfumado.

—¿No viene el comandante Jang contigo? —cuestionó Jungkook de forma amistosa mientras se acomodaba sobre las almohadas que hacían bulto en su espalda.

—Él vendrá en un momento, se encuentra fuera de la torre —dijo Jimin adentrándose por fin en la habitación —¿qué es lo que ocurre? —preguntó dejando la informalidad de lado al detenerse frente a la cama.

—Necesitamos irnos de aquí —contestó determinantemente el alfa.

—Jungkook —suspiro Jimin —yo también quiero irme de aquí cuanto antes, pero todavía no es seguro transportarte —se explicó notando como el omega asentía antes de lanzarle una mirada recriminatoria al pelinegro. Para él, era la primera vez que veía al omega haciendo ese tipo de gestos.

Huellas | KookVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora