Huellas | KookV

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Jungkook se dio sí mismo un segundo para recuperar el aliento. Estaba en medio de la oscuridad, a sus pies yacía el cuerpo sin vida de un alfa que había logrado escabullirse entre las líneas delanteras hacia el núcleo del ejército. La oscuridad que los rodeaba era casi total, si no fuera porque, incluso a decenas de metros, el destello de unas enormes llamas se reflejaban en la armadura de aquel alfa del culto.

Lo miró por un segundo que se volvió demasiado largo. Para el resto de los alfas peleando, aquellos con emblema del Río eran simplemente enemigos; sin embargo, para unos pocos como Jungkook, era difícil no pensar en que podrían estar peleando contra sus compañeros sometidos por el instinto.

Aquel pensamiento conflictuaba aún más al comandante, pues, a pesar de saber que estaban peleando en contra de su voluntad, él no podía dejar de verlos como el enemigo. Si cualquiera de ellos estuviera frente a Taehyung, no dudarían en intentar atacarlo. Entonces él tampoco debía dudar.

—Comandante —escuchó que lo llamaban a la distancia y por fin retiró su mirada del alfa a sus pies.

La general Dae se estaba acercando, tan sin aliento como el mismo pelinegro. Su ropa de alfatext estaba arruinada casi en su totalidad debido a los cortes y la suciedad, ya no llevaba puesto un cinturón, pero sus manos sostenía de manera firme dos espadas cortas cubiertas de carmín. Al verla de aquella forma, cualquiera en su sano juicio preferiría correr a enfrentársele.

—El líder lo está buscando, estamos listos para avanzar a la siguiente posición.

—Gracias, general —contestó mientras encaminaba sus pasos de regreso a donde una reunión de emergencia había tenido lugar hace unos escasos minutos—. ¿Ya tenemos noticias sobre el lado sur?

—Así es. El ejército del Valle en el sur ha tenido importantes bajas, pero no han dado orden de retirada —informó la alfa de manera solemne. El alivio en el rostro de Jungkook se hizo visible casi al instante, cosa que no pasó desapercibida para la mujer—. Comandante, tal vez deba considerar la opción de reagrupar al ejército, al menos hasta mañana...

—No, seguiremos presionando.

—Los soldados necesitan descansar, llevan horas peleando. Además, es difícil avanzar por un terreno que no conocemos en horas nocturnas y sin luz de la luna —acotó la general Dae con preocupación.

—Si retrocedemos y nos reagrupamos, entonces ellos también lo harán.

—Un ejército tan grande como el suyo no cabe dentro de su ciudad amurallada, aun si trataran de esconderse no podrían hacerlo por completo en ese lugar, podríamos dividirlos y entonces...

—Ningún alfa del Río regresa a esa ciudad —determinó Jungkook con un tono de voz que dejaba en claro que no discutiría al respecto—. Regrese a su posición, general Dae, avanzaremos de inmediato.

La inseguridad que había florecido entre el ejército en cuanto la oscuridad de la noche cayó sobre ellos no era ningún juego. Todos sabían que pelear en horas nocturnas, con aquella enrome nube de ceniza sobre sus cabezas impidiendo el paso de la luz de la luna, no era la mejor idea de todas. En cualquier otra circunstancia, Jungkook habría ordenado el cese de las agresiones hasta que la oportunidad fuera más propicia.

Durante la tarde habían arrasado con gran parte del campamento del Río, sin duda podían catalogar aquella batalla como una victoria si es que se habla de terreno ganado, pero en la mente de Jungkook no era más que tiempo. Solo ganarían si es que conseguían el suficiente tiempo.

Era una suerte que, a pesar de la incertidumbre y las dudas nocturnas, los soldados todavía mostraban una completa confianza ante las órdenes de su comandante. Es por ello que a Jungkook no le extrañó que la general haya asentido sin más, no preguntó nada o agregó algo a la discusión. En la mente de la alfa la idea de que su comandante debía tener una buena razón para hacer algo tan irracional era suficiente para seguir adelante.