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Ambos salieron de la habitación al pasillo vacío, la única salida de esa área eran las escaleras por las que habían subido, por lo que ahora fue el turno de bajar. Habían soltado sus manos por precaución, aun con ello, intentaron evitar cualquier presencia que los viera andar por los pasillos. Se toparon con algunos pajes y sólo un par de alfas, ninguno hizo preguntas, simplemente saludaron con la cabeza por respeto y siguieron con su camino.

Taehyung estaba más atento a su entorno que a los posibles fisgones, miraba cada columna, puerta y ventana con delicadas figuras cinceladas. Quería recordar todos los giros de pasillos, cada aroma predominante, intentaba asimilar su nuevo hogar.

En algunas ocasiones incluso lanzaba preguntas. ¿Qué hay detrás de esa puerta?, ¿a dónde lleva ese pasillo?, ¿qué significan ciertas figuras? Jungkook se sorprendió de tener las respuestas, después de todo hacía años que pasaba más tiempo en el campo de batalla que en aquel lugar, pero podía recordar ciertas cosas. Su padre le había mostrado cada rincón y le había dado las más minuciosas explicaciones cuando era pequeño. Esa había sido siempre su casa y su padre había confiado en que así sería hasta su último día.

Cuando salieron al exterior, Jungkook tomó el camino más directo al invernadero. No estaba nevando, pero la nieve se había acumulado lo suficiente para cubrirles los pies en ciertas zonas y pequeñas quejas disimuladas habían escapado de los labios del menor cada que debía enfrentarse a ese frío.

—¿Falta mucho? —preguntó después de algunos minutos andando, se habían separado de la Gran Casa, pero no lo suficiente como para perderla de vista por completo.

—No, casi llegamos.

Taehyung estaba a punto de decir algo más cuando otra construcción se hizo presente frente a él. Era una edificación rectangular, sólo un poco más grande que las casas comunes que había visto por el camino. Sus paredes se veían opacas, tanto que a Taehyung le costó comprender que eran cristales cubiertos de nieve y empañados con el calor interior.

—¿Qué es eso? —preguntó por instinto.

—Dije que era una sorpresa —bufó Jungkook juguetón ganándose un puchero por parte del omega —estamos casi allí, sólo espera un poco más.

Taehyung asintió derrotado, dejándose guiar hacia el lugar con emoción e incertidumbre por igual. Jungkook pudo notar, por la expresión de concentración del menor, que estaba tratando de adivinar qué era aquello y él mismo se preguntó si lo haría. Llegaron hasta la puerta y Taehyung se acercó a uno de los cristales para intentar ver al interior. A esa altura el material se encontraba cubierto de neblina blanca que impedía distinguir cualquier figura al otro lado.

—Tae —llamó la atención del concentrado omega —antes de entrar necesito saber si hay alguien cerca —dijo en voz baja.

El rubio le regresó la mirada alzando sus cejas. Levantó uno de sus dedos pidiendo un momento en silencio antes de cerrar los ojos y aspirar, se mantuvo de esa forma unos segundos antes de volver a abrir los ojos.

—Sólo un beta.

Jungkook chasqueó la lengua.

—Debe ser quien cuida el lugar —intuyó el alfa mirando la puerta con cautela.

—¿Deberíamos hacer que se vaya? —preguntó un poco inseguro en voz baja.

—Bueno, si quiero besarte, sí.

Taehyung abrió la boca pronunciando una o silenciosa, causándole gracia al alfa. La mirada azul recayó entonces sobre la puerta de igual forma, esta vez su mirada concentrada perdiéndose en un punto muerto entre la nieve.

Huellas | KookVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora