Cap. 12: Un último beso

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Caminaba con dirección a su oficina cuando se cruzó con la castaña y los hombres que la acompañaban. Los tres lo saludaron de la misma manera en que todos en ese lugar lo hacían; un leve asentimiento de cabeza, casi a modo de reverencia y un murmuro de parte de ellos que sonó a algo así como "buenas tardes señor Taisho".

Al parecer ya no habrían más saludos irritantemente alegres para él... y eso estaba bien. Si, definitivamente así estaba mejor...

- Takahashi. - La llamó.

Rin paró un par de pasos más allá y se devolvió a verlo, respondiendo a su llamado.

- Dígame, señor Taisho.

Él frunció su ceño al escucharla. "Señor Taisho"... Entonces también lo iba a privar de escuchar su nombre ser pronunciado con esa bonita y suave voz que tenía.

Bien.

- Necesito ver los avances de esta semana.

- La reunión para mostrar los avances está fijada para el día viernes, señor.

- Y yo la estoy adelantando para ahora.

Rin rodó sus ojos disimuladamente y asintió con resignación. Hizo un gesto a sus acompañantes que siguieron su rumbo y ella caminó acercándose a Sesshomaru con dirección a su oficina, donde él, caballerosamente, mantuvo la puerta abierta para ella y la cerró a su paso, sintiendo como el agradable aroma floral que desprendían sus cabellos castaños llegaba de golpe a su nariz, atontándolo.

- ¿Hasta cuándo piensas seguir evitándome? - Le preguntó una vez adentro, caminando hacia ella. 

Rin no pudo evitar mirarlo algo sorprendida, realmente no se esperaba aquella pregunta después del malhumor que había notado ahí afuera y menos después de la forma en que se despidió el día anterior. Y mientras ella lo miraba fijamente sin saber bien qué responder, él continuaba acercándose a ella, lentamente y sin quitarle esa imponente mirada dorada de encima; acechándola como un depredador que jugaba con su bonita presa, provocando que por instinto, la castaña retrocediera tímidamente los mismos pasos que él avanzaba, hasta chocar de espaldas con la pared, completamente acorralada.

Y Rin tragó pesado al sentirse encerrada por él, sintiendo sus manos sudorosas y no precisamente porque estuviera incómoda, ofendida o aterrada, que probablemente era exactamente como debería sentirse en ese momento... Pero al parecer toda ella actuaba sin razón y sin sentido alguno, porque en ese momento no podía sentir nada más que una extraña sensación de euforia recorriendo su cuerpo, al mismo tiempo que esa tan familiar calidez la invadía, acompañada de cosquilleos que sólo él podría provocarle sin siquiera tocarla. 

Es que mentiría si dijera que ese hombre no la ponía jodidamente caliente con solo mirarla.

- No lo estoy evitando...

- ¿Estás molesta conmigo, Rin?

- No... - Respondió casi en un suspiro al escucharlo. Ya no quedaban rastros del desprecio con el que la había nombrado ayer, su nombre volvía a sonar como un grave, sensual y maravilloso ronroneo en sus labios...

Sesshomaru tomó su mentón, levantando su rostro con suavidad, para encontrarse con sus grandes y preciosos ojos cafés, que nada podrían ocultarle a él.

- ¿Por qué me mientes?

- No lo hago, no estoy molesta con usted. Sólo... estoy molesta conmigo. - Tomó la mano del peliblanco y con la poca voluntad que le quedaba, la apartó de su rostro. - Pero ahora que lo menciona, me gustaría decirle algo... - Él la miró expectante y curioso, aunque sin expresión evidente en su rostro serio como siempre. - Está de más decir que lo del otro día no puede volver a ocurrir... y por favor, sólo hagamos como que nunca pasó. No debió haber ocurrido, yo... no sé en qué estaba pensando.

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