Con toda la determinación que pudo encontrar en su pequeño cuerpo, se subió a ese taxi, con dirección a la casa de Sara. A su mansión, más bien dicho.
Por supuesto que esa mente inquieta que tenía, la había estado torturado todo el día y la noche anterior, imaginándose cientos de escenarios distintos de cómo iba a resultar todo esto. El que más dolía siempre, era imaginar que Sara decidiría que no quería volver a verla ni en pintura y lo peor de todo, es que al parecer, era el más probable... Y era entendible, si finalmente, le había hecho una canallada de lo peor y estaba consciente de que le esperaba una conversación más que complicada, lo tenía claro, pero... tenía que hacerlo, no podía dejar las cosas así con ella, tenía que al menos intentarlo.
- ¡Buenos días! - saludó amablemente al hombre que custodiaba la entrada, con una sonrisa que luchaba por mantener resguardadas todas sus preocupaciones - Busco a Sara, ¿podría decirle que estoy aquí? Por favor.
- La señorita Asano bajará en unos momentos.
Asintió tímidamente y se quedó ahí, parada afuera de la gran puerta de entrada, jugando nerviosa con sus manos, mientras esperaba a su amiga, que algunos minutos más tarde apareció frente a ella.
- Sara... Hola - carraspeó - ¿Cómo estás?
La ojiazul caminó en silencio por el jardín, con esa gracia de princesa tan característica de ella, hasta una mesita de té refugiada bajo árboles de cerezo. Se sentó ahí y finalmente le dirigió una mirada, digna de cual policía en pleno acalorado interrogatorio, tan en contraste con sus delicados movimientos.
- Si acepté verte, es únicamente porque tengo una pregunta que hacerte. - La castaña la miró con cuestionamiento y expresión afligida - ¿Tú le dijiste a Sesshomaru lo de Koga? - Preguntó seria y fría, con aquella mirada acusadora.
Rin quedó perpleja.
- ¿Qué? - Sara simplemente mantuvo sus ojos azules clavados en ella, esperando por su respuesta - ¡No! ¡Claro que no!
- Entonces, además de joderte a mi novio, vienes hasta mi casa y me mientes en mi propia cara. - negó y soltó una risa cruel e irónica - Realmente nos engañaste a todos con esa mirada de niña buena que no mata ni una mosca.
- Sara, no... yo no le dije a Sesshomaru lo de Koga, jamás lo haría. Tú me pediste que guardara tu secreto y eso es lo que he hecho, así que, si él se enteró, no fue por mí... - La ojiazul la miró de reojo, incrédula - Es verdad, Sara, yo... de verdad lo siento, no era mi intención que nada de esto ocurriera, yo...
- Ahórratelo, Rin - la interrumpió -, me das asco. Supongo que cuando te acostabas con él, también estabas muy arrepentida, ¿no? - sollozó - Cuando me viste llorando por Koga y todas esas cosas que te conté... ¡Encontraste el momento perfecto para joderme y quedarte con él!
- ¡Sara! ¡Escúchame! Yo no se lo dije, te lo prometo y tampoco... me he acostado con él.
- ¡No me mientas, Rin! Los vi... vi como se miraban.
- Es verdad, no me he acostado con él, pero... si lo besé y lo besé mientras estaba contigo y me siento terrible por eso, por lastimarte y por traicionarte, de verdad lo hago, yo... de verdad lo siento. - admitió, haciendo un esfuerzo sobrehumano para que esas lágrimas traicioneras que nublaban sus ojos no cayeran por sus mejillas - ¿Recuerdas lo que me dijiste cuando te pregunté si te gustaba Koga? Me respondiste: "Claro que me gusta, Rin... De otra forma jamás hubiese hecho lo que hice". Bueno, creo que a mi me sucedió algo parecido. Jamás hubiese hecho algo así, pero me gusta Sesshomaru, Sara... y me gusta mucho.
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Sempiterno
FanfictionNi uno de los dos imaginó los estragos que causaría ese fugaz encuentro casual, ni que los recuerdos de aquel serían tan difíciles de borrar... Incluso para él, un hombre frío y calculador, que no deja detalles al azar y con su exitoso futuro cuidad...