- Lo quiero a usted, señor Sesshomaru... Pero soy egoísta y lo quiero sólo para mí.
El peliblanco clavó sus ojos dorados en ella, sintiéndose gratamente sorprendido con sus palabras, mientras una extraña y cálida sensación invadía su pecho... Esa castaña verdaderamente era algo especial. Y si eso era lo que quería, entonces lo tendría. Desde este momento en adelante, todo lo que Rin quisiera, lo tendría.
- Aunque entiendo que eso no es posible - Habló ella nuevamente, rehuyendo de su mirada y separándose de él -, ustedes tienen su extraño acuerdo y... está bien, lo entiendo, pero no voy a involucrarme más en todo esto. Ya se lo dije, no puedo y necesito que me entienda usted también a mi... - Rin levantó su mirada, con sus ojos cafés más brillantes que lo normal - Por favor... no vuelva a buscarme más.
- Rin... - Intentó detenerla y ella negó, pidiéndole con la mirada que no lo hiciera.
Finalmente soltó su agarre, a regañadientes y le permitió alejarse. La castaña tomó su mano y la acarició tierna y suavemente mientras le regalaba una última sonrisa en forma de despedida, antes de irse... Y él, encandilado con su belleza y con su ternura, lo único que podía pensar en ese momento, era en que realmente, Rin era una criatura única.
Quería decirle que no se fuera, que no lo viera así, que él la quería sólo a ella... Pero tendría que esperar un poco más para tenerla entre sus brazos, porque las promesas ya no eran suficientes, lo sabía. Rin tuvo el valor para ser sincera y decirle lo que quería, y si él quería ser merecedor de ella, entonces tendría que demostrárselo.
Se había acostumbrado a tener todo y a todos a sus pies, pero con esa castaña era distinto, siempre fue distinto, desde el principio... Rin era todo un reto y, no podía negarlo, a él le fascinaban los retos. Tan transparente y a la vez tan impredecible... Podía pensar que la tenía completamente descifrada y ahí llegaba ella; haciendo siempre lo inesperado, poniendo su vida de cabeza sin ni siquiera darse cuenta...
La vio desaparecer por la puerta y se quedó algunos minutos más en esa terraza de ensueño escondida, pensando en ella y en lo que haría a continuación... Preguntándose por qué cuando se trataba de Rin perdía el control, por qué todos sus planes parecían no tener sentido alguno, si no la tenía a ella.
Después de un rato, finalmente volvió al edificio del conglomerado. Había tomado una decisión... Tenía que hablar con Sara.
- ¿Dónde carajos estabas? ¡Te he llamado cien veces! - La voz de su padre lo sacó de sus pensamientos. Aunque decidió ignorar aquella molesta pregunta y siguió caminando hasta su oficina. - Te están esperando en la sala de reuniones, es importante.
- No tengo tiempo para recibir a nadie por hoy.
Su padre aclaró su garganta, con gesto molesto y tomó su brazo con firmeza, deteniéndolo.
- Entra ahí de una vez, es el directorio... - Susurró. - Y son buenas noticias, al parecer están complacidos con tus méritos.
El peliblanco menor lo miró de reojo y finalmente decidió entrar al lugar, donde tres distinguidos hombres de edad lo recibieron efusivamente.
- Discúlpenos por aparecer de la nada, joven Sesshomaru. - Habló uno de los señores, que lo saludaba formalmente de mano. - Entendemos que es un hombre bastante ocupado, su padre nos dijo que tenía algunos asuntos importantes que atender. - Sesshomaru miró a su padre por el rabillo del ojo y una irónica y arrogante sonrisa de lado se formó en su cara, Toga frunció el ceño al darse cuenta de su gesto. - Agradecemos que aún así se haya hecho un tiempo para saludar a estos vejestorios. - Los mayores soltaron unas graves risotadas ante aquel comentario.
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Sempiterno
FanfictionNi uno de los dos imaginó los estragos que causaría ese fugaz encuentro casual, ni que los recuerdos de aquel serían tan difíciles de borrar... Incluso para él, un hombre frío y calculador, que no deja detalles al azar y con su exitoso futuro cuidad...