Cap. 38: La verdad detrás de la verdad

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-Sesshomaru despidió a tu papá, Rin.

La castaña negó y buscó sus llaves para abrir la puerta de su apartamento.

- ¿De qué estás hablando, Kirinmaru? ¿Qué tiene que ver Sesshomaru en todo esto? - espetó molesta -. De verdad lamento como quedaron las cosas entre nosotros, pero... ¿usar a mi papá? No. Estás cruzando los límites.

- No te estoy mintiendo, Rin. La fábrica pertenecía al conglomerado... Fue él.

La castaña se detuvo antes de abrir la puerta. Frunció su ceño, sintiendo una extraña opresión en su pecho.

- Que la fábrica haya pertenecido al conglomerado, no necesariamente significa que fue Sesshomaru quien lo despidió - murmuró de espaldas a él y luego se giró a mirarlo -. Eso fue hace como 10 años atrás, Kirinmaru. Sesshomaru probablemente ni siquiera estaba acá, probablemente ni siquiera lo sabe. Debe haber tenido con suerte 20 años cuando todo esto ocurrió.

- 22 - precisó el pelirrojo. Rin abrió más sus ojos y retrocedió un paso -. Fue él, Rin. Está en todos lados...

Ella tragó pesado y apretó las llaves en su mano.

- No lo sabe... - murmuró con la voz cortada.

Kirinmaru masajeó su frente y negó.

- No puedo creerlo... ¡¿De verdad vas a seguir defendiéndolo?! - Rin apretó aún más sus puños cerrados, con su mirada baja y sus ojos vidriosos - Lo sabe, Rin. Lo conozco y te lo puedo asegurar... Es un maldito hijo de puta y se ha estado riendo de ti todo este tiempo.

- ¡Cállate! - gritó casi con desesperación. No quería seguir escuchándolo, no podía - No digas eso, porque no puedes saberlo... 

- Joder... ¡Arruinó sus vidas, Rin!

- ¡Fue un accidente! - las lágrimas saltaron de sus ojos. Los cerró con fuerza y luego se giró para no verlo más - Kirinmaru, déjame sola, por favor... 

- Rin... 

- Por favor.

Él asintió renuente, y antes de irse la miró fijamente por algunos segundos.

- Piensa en lo que te dije - susurró con más suavidad -. Podemos empezar de nuevo... 

Sin esperar una respuesta, se dio la vuelta y salió caminando por el estrecho pasillo. Rin no prestó atención a sus últimas palabras y sólo se quedó ahí de pie, mirando su puerta sin reaccionar.

La anciana que vivía algunos metros más allá se asomó por el pasillo a mirarla.

- Lo siento - murmuró la castaña y abrió su puerta con sus manos temblorosas.

Se dejó caer en su sillón, mientras la fuerte lluvia golpeteaba en sus ventanas. Un escalofrío recorrió su espalda, y miró todo a su alrededor... 

Por un momento, ese lugar... su casa, le pareció más pequeña y fría que de costumbre.


***

Sesshomaru apagó el motor de su auto y miró la hora; aunque se habían atrasado por el temporal, aún le quedaban algunos minutos antes de la cena. 

Tomó las llaves de su auto, dispuesto a bajarse, cuando su teléfono comenzó a sonar... 

Una llamada entrante de un número desconocido.

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