Cap. 41: Despedida (Parte I)

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- El joven Sesshomaru... vino a visitarme - dijo el hombre con su débil voz temblorosa, viendo como su hija se hundía cada vez más en el pequeño sillón en el que horas atrás el serio peliblanco se había sentado.

- ¿Se-Seshomaru... estuvo aquí? - preguntó incrédula. Su padre asintió con tranquilidad. - Y... ¿qué te dijo?

El hombre suspiró profundo y sonrió débilmente, casi con pesar.

- Vino a disculparse.

- Ya veo... - la castaña agachó su mirada por algunos segundos, tomó aire y finalmente lo miró -. Lo siento mucho, papá, yo... no lo sabía, de verdad lo siento...

Su padre negó.

- No, pequeña, tú no tienes de qué disculparte, tú no has hecho nada mal... está bien.

Rin cerró sus ojos cansados y ojerosos.

- Yo... me enamoré... - susurró con su voz quebrada - me enamoré del hombre que te lastimó. 

- Ese hombre y el que estuvo hoy en mi casa son personas muy diferentes, hija... Lo sé, porque el hombre que yo conocí hace 10 años atrás, jamás se hubiese disculpado con nadie.

- Me alegra que haya venido... - Dijo ella con suavidad -. Y quizás tienes razón, quizás es un hombre distinto, pero... fue este Sesshomaru quien eligió mentirme durante todo el tiempo en que estuvimos juntos, no el que conociste hace 10 años atrás. Así que para mi... no hay mucha diferencia entre ambos - negó con su mirada triste y firme y se paró del pequeño sillón -. Creo que para mí... es demasiado tarde para disculpas.

- Rin - la llamó antes de que ella pudiera ir a cualquier lado. Tomó aire y una espantosa tos lo interrumpió antes de poder continuar. Bebió un poco de té y le hizo un gesto de despreocupación con su mano ante la mirada afligida de la castaña. 

- Papá... ¿Estás bien?

- Si, si... - aclaró su garganta - ¿Sabes, hija? Se requiere mucho valor para hacer lo que el joven Sesshomaru hizo hoy - admitió -. Él... estaba dispuesto a perderlo todo, pude verlo... Y sé que en realidad no lo está haciendo por mi, lo está haciendo únicamente por ti. Él... quiere remediar su error, por ti. Quizás, deberías al menos... escuchar lo que tiene que decir.

- Te equivocas, papá. Él jamás ha estado dispuesto a perderlo todo. Lo conozco, sólo está jugando bien sus cartas - espetó adolorida -. Ha tenido tiempo de sobra, si en realidad hubiese querido remediar su error, lo hubiese hecho hace ya bastante, pero... supongo que no quería poner en riesgo su trabajo. "La presidencia" es demasiado importante para él, y... eso está bien, él tomó su decisión en su momento, y yo... también tomé la mía.

Su padre asintió con su mirada.

- Comprendo... - aceptó con voz baja -. Está bien, hija, no quiero que pienses que quiero defenderlo, es sólo que... no quiero que tomes una decisión guiada por el rencor, no quiero que... el dolor te consuma a ti también. Sé que lo quieres y sólo quiero verte feliz.

Rin suspiró.

No, no lo quería... lo amaba. Pero en ese momento le dolía amarlo. Le dolía hasta el alma.

- El amor a veces no es suficiente para solucionarlo todo, tú deberías saberlo mejor que nadie, papá - dijo entre dientes, con un amargo sabor en la boca y luego calló, arrepentida -. Sé que él me quiso - murmuró después de varios segundos -, pero... al parecer, no lo suficiente para hacer algo al respecto en el momento indicado - arrugó su frente y desvió su mirada -. Y sé que no quieres defenderlo, pero realmente me cuesta entender cómo puedes estar tan tranquilo con todo esto. Te usaron y arruinaron tu vida, papá... ¡mataron a alguien! - dijo con voz rasposa y contuvo sus deseos de llorar -. Te alejaron de mi...

SempiternoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora