Cap. 51: Un nuevo comienzo (Parte III)

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Aún era temprano; afuera todavía estaba oscuro y sólo un ligero rastro de luz aparecía a lo lejos en el horizonte. Por lo mismo el peliblanco se extrañó al escuchar voces a esas horas en la casa y, más aún, risas. Le hubiese gustado decir que era molesto o irritante, pero la verdad era que, escuchar esa melodiosa risa al despertar, era simplemente... agradable.

- ¡Sesshomaru! - lo saludó la castaña al verlo llegar a la cocina. La señora Aneko estaba con ella y también le sonrió amablemente -. ¿Cómo dormiste? Inuyasha y Kagome ya se fueron. Preparé café, ¿quieres?

Él sólo asintió.

- Gracias.

Rin le llevó una taza y, al recibirla, él no pudo evitar mirarla detenidamente de pies a cabeza, no tan disimulado como hubiera querido.

Llevaba tacones, por eso le había parecido un poco más alta que lo usual, aunque aún así no le llegaba más arriba que sus hombros. Adorable, si, pero más aún... Rin estaba dolorosamente exquisita esa mañana. Iba con una falda corta y ajustada color guinda, que resaltaba la forma perfecta de sus piernas largas, suaves y torneadas, una chaquetita del mismo color con un escote en v que lo hizo fantasear y su cabello de chocolate caía en brillantes y sedosas ondas por sus estrechos hombros en contraste.

Subió su mirada un poco más, demorándose en sus labios gruesos que brillaban con un delicado color rosa, similar al que adornaba sus ojos...

Se veía ridículamente hermosa.

Las mejillas de la castaña se sonrojaron ligeramente y pestañeó un par de veces, haciendo bailar sus largas pestañas.

- ¿Ocurre algo? - le preguntó con su voz suave, sacándolo de su trance.

Él aclaró su garganta y negó, serio.

- Estás... distinta.

- ¿Distinta? - murmuró la señora Aneko y soltó una silenciosa risa -. ¡Se ve muy guapa! Eso es lo que pasa.

Sesshomaru frunció su ceño y Rin bajó su mirada, apenada, sonrió con sus mejillas más sonrosadas aún y echó un mechón de sus cabellos castaños detrás de su oreja con timidez.

- Oh, es que... hoy sólo tendré varias reuniones con clientes, pensé que... debía verme más presentable.

Él asintió, sin expresión aparente y, sin desearlo, los recuerdos de Rin trabajando en la fábrica llegaron de golpe a su cabeza. Si en esos momentos ella hubiese sabido todo lo que él pensaba cada vez que la veía, seguramente lo hubiera tratado de pervertido...

O si lo supiera ahora.

Bebió un sorbo de café, intentando alejar esos pensamientos, y miró la hora en su reloj.

- Ya deberíamos salir si no quieres llegar tarde - dijo serio, en un intento por cambiar de tema.

Rin asintió, emocionada, se despidió de la señora Aneko y de Ah-Un, tomó su bolso y su abrigo y lo siguió hasta su auto.

- ¿Te molesta si pongo música? - le preguntó una vez que partieron.

- Adelante - dijo él, con su vista al frente y fingiendo que no notaba como Rin lo miraba cada cierto tiempo, inquieta, como si quisiera preguntarle tantas cosas y no supiera por dónde empezar. De todas formas, él decidió no decir nada al respecto.

- Y... ¿ya decidiste qué harás con tus autos? - se atrevió a preguntar ella al fin - ¿Te los llevarás? O... ¿los dejarás aquí?

- Los llevaré - respondió Sesshomaru tranquilamente.

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