Cap. 43: Despedida (Parte III)

1.1K 125 99
                                    


Luego de esos primeros minutos de viaje, un tenso silencio se apoderó del auto, como si recién comenzaran a procesar lo que acababa de ocurrir. La realidad era que estaban en una situación complicada y ambas lo sabían.

Luego de algunos segundos, la castaña aclaró su garganta.

- ¿Cómo vas, Kagura?

- Bien, creo que... las heridas no son tan profundas.

- Tengo que pedirte un favor - buscó su celular y se lo extendió -. ¿Puedes... escribirle un mensaje a Sesshomaru? El viaje es largo y debo avisarle que robé su auto... no quiero que se preocupe.

Kagura tomó el teléfono y asintió.

- Sólo dile que... todo está bien - murmuró nerviosa - y que... cuando esté listo, puede buscarlo en mi apartamento.

- ¿Cuál es tu contraseña? - le preguntó seria y luego negó -. Olvídalo... Por supuesto, no tienes.
Rin se encogió de hombros.

Kagura se detuvo por un momento a observar el último mensaje que Sesshomaru le había dejado; disculpándose, y ella no le había respondido nada...

No pudo evitar recordar todo lo que había leído en los documentos que Sesshomaru le había pedido y no le costó imaginar lo que estaba ocurriendo. Al parecer, el peliblanco no lo estaba pasando muy bien y, probablemente, ella... tampoco.

Sin decir nada al respecto, dejó escapar un corto suspiro y le envió el mensaje.

- ¿Puedes también marcar el número de Kagome? - pidió la castaña.

- Ella es... la novia de Inuyasha... - dijo con su voz débil y cansada -. La doctora.
Rin asintió.

- ¿La conoces? - le preguntó y luego hizo un gesto de entendimiento con su mirada -. Es cierto, estuviste en su fiesta de compromiso... - recordó -. Ella puede ayudarte, es la mejor.

Kagura se encogió de hombros.

- Todos se conocen - comentó desapasionadamente -. Sólo espero que... pueda mantener su boca cerrada.

Rin no dijo nada. Cuando Kagome respondió, le contó su situación y le pidió que la esperara en su apartamento con urgencia.

Al cortar la llamada, aquel extraño silencio las volvió a invadir...

- No deberías ser tan confianzuda, ¿sabes? - añadió de pronto la pelinegra, con tono seco, como si quisiera llenar aquel espacio vacío de silencio. Rin la miró por el espejo retrovisor con cuestionamiento -. No me conocías y te acercaste a mi en ese lugar, pudo haber sido una trampa... - caviló -. Y además, deberías haberte marchado cuando tuviste la oportunidad... si esto no hubiese resultado, ahora estaríamos las dos encerradas quizás quién sabe dónde... o peor - espetó seria, frunciendo su ceño como si la regañara -. No siempre se puede esperar lo mejor, a veces simplemente... la gente es mala.

- Prefiero no creer eso - murmuró Rin con su frente arrugada -. No iba a dejarte sola en ese lugar, Kagura. Y además, nada de eso ocurrió, así que no tiene sentido pensarlo... Estamos las dos a salvo - sonrió ligeramente -. A veces, quizás... no hay más opción que arriesgarse.

- Pero tú si tenías otra opción - espetó la pelinegra y luego negó -. Y tampoco deberías entregarle tu celular a cualquiera, como si fuera tu mejor amiga... No me conoces.

Rin soltó una leve risa.

- Tienes un vidrio ensartado en tu pierna y otro en tu estómago... ¿Qué podrías hacerme a mí o a mi celular?

SempiternoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora