Cap. 33: Un amor sempiterno (Parte II)

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[¡Al fin pude publicar la parte II! 🎆 Tenía pensado que estos capítulos salieran mucho más juntos, así que les recomiendo volver a leer el anterior si no lo recuerdan bien, para que se entienda bien el porqué de las cosas.]


***


Kagura caminaba a su apartamento pensativa después de esa conversación con Sesshomaru... aún no podía sacarlo de su cabeza y tenía un extraño presentimiento de todo eso.

Además, algo más rondaba en su mente. No podía dejar de cuestionarse qué tendría esa niña, que lo hacía actuar de esa manera... 

Iba tan absorta en sus pensamientos, que no escuchó ni vio nada que llamara su atención, pero cuando llegó a su puerta, pudo notar que estaba levemente abierta. 

Se quedó de pie frente a ella sin moverse, sintiendo como un escalofrío recorría su espalda mientras intentaba recordar si la había cerrado al salir o no, y aunque intentó convencerse de que quizás lo había olvidado, en el fondo sabía perfectamente que no era así.

Alguien había entrado en su casa.

Se mantuvo ahí de pie, en silencio, intentando disimular incluso el sonido de su respiración irregular, y apretó la tarjeta que Sesshomaru le había dado. Aún la llevaba en su mano, como si no quisiera perderla por nada del mundo...

Sigilosamente la guardó dentro de su bota, respiró profundo y se decidió a entrar, con una mano en su cartera afirmando su celular, listo para llamar con sólo un toque.

- ¿Quién está ahí? - preguntó con voz firme y molesta, intentando disimular el miedo que la invadía. Luego de algunos segundos de silencio volvió a insistir - Si no sales ahora mismo, voy a llamar a la policía.

- ¿De verdad piensas sacar a tu querido hermano con la policía?

La pelinegra dejó escapar un resoplido de alivio.

- Hakudoshi... eres tú.

- ¿Esperabas a alguien más? - le preguntó irónico - Estás pálida, Kagura... cualquiera diría que viste un fantasma... o quizás algo peor.

Kagura negó, dejó su bolso a un lado sin prestarle mayor atención y luego se giró a mirarlo.

- No vuelvas a entrar aquí sin mi permiso.

- ¿Estás de mal humor, hermanita?

- Por supuesto, idiota, pensé que... - calló, arrepentida - Hpmh. Olvídalo.

- No, dime - la miró con una sardónica sonrisa -. ¿Qué pensaste?

- Pensé que me habían entrado a robar.

Él joven de tez blanca la miró incrédulo, pero se encogió de hombros restándole importancia.

- ¿Qué haces aquí de todas formas? - le preguntó Kagura, de malas ganas.

Hakudoshi tomó en sus manos un adorno de cristal que había sobre una mesa de centro y lo miró detalladamente, en silencio, demorándose en responder.

- Venía a asegurarme de que no hicieras alguna estupidez - dijo finalmente, sin quitar la vista del pequeño y delicado pajarito de cristal que aún sostenía en su mano.

- ¿De qué hablas? - preguntó temerosa.

- Cuéntame, Kagura... - dijo con un tono bastante más sombrío que el que llevaba usando desde que llegó - ¿Dónde estabas? 

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