Cap. 27: Un buen día

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Un suave cosquilleo en su nuca la hizo abrir sus ojos lentamente, y en ese momento, se descubrió completamente abrazada por él; de espaldas acurrucada contra su cuerpo ardiente, con su nariz perfecta rozando la piel de su cuello y erizándola con cada respiración, sus piernas entrelazadas como si fueran uno sólo y uno de sus fuertes brazos rodeándola a la altura de sus pechos, agarrando uno con su mano abierta y completamente llena, ¡como si ya no tuviera suficiente de ella!

No pudo evitar sonreír al darse cuenta de la comprometedora situación en la que se encontraba, y más aún al pensar en que, ciertamente, Sesshomaru no parecía ser la clase de hombre que suele dormir abrazado y esta ya era la segunda vez que lo hacía con ella.

La diferencia era que esta vez, los dos estaban completamente desnudos y podía sentir todo de él... Todo.

Se sonrojó levemente al pensar en eso y más aún cuando los recuerdos de la noche anterior comenzaron a llegar a ella. Estaba casi segura de que no habían pasado más que un par de horas desde que cayó dormida y no estaba muy consciente de cómo había sucedido. La única certeza que tenía en ese momento, era que todo lo de esa noche había sido... maravilloso, como él.

Suspiró y sonrió nuevamente al pensar en eso.

Le estaba comenzando a dar hambre, así que pensó en que quizás podría ir a preparar el desayuno y traérselo a la cama. Creyó que era lo mínimo que podía hacer por él, después de que él le había dado a ella la mejor noche de su vida...

Con eso en mente, hizo el intento de moverse muy suavemente, cuando sintió sus brazos pegarla aún más a su cuerpo.

- No.

La castaña soltó una risita.

- ¿Ya estás despierto? - Lo escuchó gruñir - Iré a preparar el desayuno. - Susurró. Intentó moverse de nuevo, pero seguía aprisionada contra él - Sesshomaru...

Finalmente la soltó a regañadientes y Rin, entre risas, se cubrió con su camisa y se sentó sobre la cama, de espaldas a él. Puso los pies en el suelo, pero antes de poder pararse por completo, terminó sentada nuevamente en la cama y chillando de dolor.

- ¡¿Qué hiciste conmigo anoche?!

Él arqueó una ceja y soltó una leve risa nasal, más como un bufido.

- Nada que no te haya gustado.

- ¡Já! - se giró para mirarlo con las mejillas levemente sonrojadas y el ceño fruncido en un adorable puchero de falso enojo - ¡Me duele todo, Sesshomaru! - él simplemente sonrió de lado con arrogancia, casi orgulloso de su hazaña, mientras Rin examinaba su propio cuerpo, encontrando los moretones, marcas enrojecidas y mordidas que él le había dejado la noche anterior en sus piernas, caderas y pechos - ¡Me marcaste! ¡Eso no se hace!

El peliblanco la tomó de la cintura y la arrastró por la cama hasta dejarla bajo él.

- Rin, ¿me acabas de hablar como a un perro? - Rin soltó una risita, mordió su labio inferior y negó, mientras él la miraba seriamente, con una ceja arqueada; interrogándola - Y no soy el único que dejó marcas anoche.

Ella abrió más sus ojos, sintiéndose avergonzada y antes de poder decir algo más, él atrapó sus mejillas con una mano y la besó; primero suave y tierno y luego sin darse cuenta cada vez más intenso. Terminó de abrir la camisa escasamente abotonada y comenzó a subir su mano desde la piel blanca y suave de su vientre hasta tomar uno de sus pechos en ella, apretándolo y masajeándolo.

SempiternoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora