Cap. 36: La cena (Parte I)

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El viaje se le hizo mucho más corto de lo que probablemente duró. Llevaba su cabeza apoyada en el hombro del peliblanco cuando se estacionaron justo a la entrada de lo que, a los ojos de Rin, parecía bastante un palacio tradicional escondido entre maravillosos jardines orientales y rodeado por una fosa que, probablemente, en tiempos de guerra servía un propósito estratégico, y que ahora no hacía más que embellecer el lugar, entregando la impresión de que la construcción flotaba en una amplia laguna.

Jaken bajó a abrirles la puerta trasera del auto, haciendo una corta reverencia.

- Suerte, amo bonito - se despidió.

Rin no pudo evitar sonreír al escucharlo. Le causaba cierta gracia cuando Jaken se dirigía así a Sesshomaru y, además, él ya era bastante bajo, incluso un poco más bajo que ella, y cuando hacía esos gestos parecía tan pequeño al lado del porte imponente de "su amo", que era bastante divertido presenciarlo.

- ¡Hasta pronto señor Jaken! - se despidió ella y Sesshomaru tomó su mano guiándola hacia el puente que cruzaba la laguna hacia el palacio y que parecía tener cientos de años.

- Es... hermoso - susurró admirando todo el paisaje.

El peliblanco ralentizó su caminar por el puente hasta detenerse, para darle tiempo a Rin de observar con calma su alrededor. 

La castaña se giró a mirar el camino por donde habían llegado, notando como a lo lejos los rascacielos de Tokio se alzaban en el cielo, en contraste con los colores del atardecer. Recorrió todo el lugar con su mirada, deteniéndose en su novio; sus ojos dorados brillaban como el sol y sus cabellos plateados se mecían suavemente con la brisa. 

Todo en ese lugar parecía realmente mágico, pero él... él definitivamente parecía un ser fuera de este mundo. 

Sonrió para sus adentros y se apresuró en hablar antes de que Sesshomaru se incomodara por sus evidentes miradas.

- No conocía esta parte de la ciudad... - dijo, saliendo de su embelesamiento.

- La familia pertenece a un club - explicó Sesshomaru, respondiendo a las cientos de preguntas silentes que seguramente comenzaban a formarse en su inquieta y curiosa cabeza -. Por eso podemos ocupar este sitio para algunas celebraciones y reuniones importantes. No se permiten visitantes.

- Comprendo... - murmuró Rin mirando ahora hacia la laguna, donde se reflejaban los colores rojizos y anaranjados de las nubes, y no tardó en reparar que, si Sesshomaru no la hubiese llevado a la cena esa noche, probablemente jamás se hubiese enterado de la existencia de ese exclusivo lugar de ensueño, que parecía sacado de un cuento de la época feudal.

Sin más palabras, levantó su mirada y le regaló una dulce sonrisa. 

Siguieron caminando por el puente hasta llegar al otro lado, donde un tumulto de gente esperaba a las afueras del palacio. Hombres y mujeres de la más alta sociedad e incluso algunos reporteros. Y al ver la elegancia que todas esas personas destilaban, la leve preocupación de ir "demasiado vestida para la ocasión" se esfumó rápidamente... 

Aunque otras preocupaciones distintas comenzaron a llegar a ella, como el hecho de que, quizás no lo había querido aceptar, pero se sentía ligeramente insegura al estar en lugares con tantas personas luego de lo que había ocurrido con Naraku, y todas esas preocupaciones crecieron con rapidez al sentir cómo las miradas ajenas comenzaban a fijarse en los dos.

Inconscientemente se aferró más a la mano de Sesshomaru y el peliblanco no tardó en notar su reacción.

- ¿Estás bien? - le preguntó suavemente.

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