Cap. 28: Acuerdos

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Unos golpes en la puerta de su oficina la hicieron desconcentrarse de sus labores, o mejor dicho; de sus pensamientos. Había salido hace poco de una importante reunión en la consultora y, extrañamente, esa no era la reunión que más preocupada la tenía ese día, sino la que tendría en algunas horas en las oficinas del conglomerado...

No tenía un muy buen presentimiento de eso, pero quería dejar atrás ese tema que aún la tenía intranquila.

Suspiró y movió su cabeza, intentando despejarse.

- Adelante - habló con amabilidad, como siempre, pero no pudo evitar la expresión de confusión y extrañeza al ver a quien entró por la puerta -. Kirinmaru, ¿necesitas algo?

- Buenos días, Rin... - saludó con un leve tono de ironía y diversión - Sólo pasaba a felicitarte, la reunión salió muy bien - dijo relajadamente, entrando por completo en su oficina y cerrando la puerta tras él -. Hiciste un gran trabajo, como siempre. El señor Ishikawa está muy complacido, si sigues así, estoy seguro de que pronto te convertirás en la jefa más joven de aquí.

- Gracias, Kirinmaru - correspondió con una cordial sonrisa y un leve asentimiento.

- Y te veías preciosa, por lo demás.

Rin frunció su ceño al escucharlo.

- Inapropiado - murmuró secamente, más seria de lo normal, centrando su mirada en los documentos de su escritorio -. Si eso era todo, tengo trabajo que hacer...

- Lo siento, viejas costumbres supongo... No se dejan de un día para otro - respondió con tranquilidad, sin darle mayor importancia a sus palabras -. Escucha, Rin... hay algo más que me gustaría conversar contigo.

- ¿Es sobre trabajo? Porque si no es así, ya te lo dije, Kirinmaru, no tengo tiempo...

- No particularmente. Sólo quería decirte que lamento mucho la manera en que dejamos las cosas... Te hablé mal y me arrepiento. Saber que esas fueron las últimas palabras entre nosotros me ha tenido intranquilo hasta ahora. De verdad, tienes que saber que yo jamás te hubiese dicho algo así, pero Rin... ¿Cómo esperabas que reaccionara después de que me escupieras en la cara que sentías cosas por ese imbécil?

- Te agradezco que vinieras a disculparte y está bien... yo tampoco lo manejé muy bien - respondió con una débil sonrisa -, pero eso ya es pasado, no te preocupes.

- Me alegra escuchar eso, porque quizás... ahora que todo está más calmado, podríamos juntarnos a conversar con más tranquilidad. Eres importante para mi, pequeña, siempre lo has sido y me duele que hayas llegado a creer lo contrario - caminó acercándose más a ella -. Además... en esta ciudad soy lo único que tienes, aunque no quieras creerlo, sabes que en el fondo aquí nadie te conoce como yo. Sólo nos tenemos el uno al otro, Rin.

- No te confundas, Kirinmaru. Acepto tus disculpas, pero eso es todo. Estoy bien como estoy ahora y no necesito conversar más sobre esto - tomó su bolso, se paró de su escritorio y comenzó a caminar a la salida -. Y no, no eres lo único que tengo. Aquí tengo amigas que también me conocen y... gente que realmente se preocupa por mi y no finge hacerlo sólo cuando le conviene. Quizás esa carta te haya servido cuando estábamos en Los Ángeles, pero ahora las cosas son diferentes - abrió la puerta invitándolo a salir de su oficina -. Si me disculpas, tengo otro lugar donde debo estar.

Una vez que estuvo fuera de su vista resopló con frustración y salió caminando apresuradamente. Tomó un taxi con dirección a las oficinas del centro y se perdió en sus pensamientos mientras miraba por la ventana, moviendo sus dedos con nerviosismo a ritmo sobre sus piernas...

SempiternoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora