La noche más oscura ©

Capítulo 3

Capítulo dedicado a @Paauuulaa2107 , mi super-friend-amiga-del-alma que estará leyendo esto conforme lo actualice. Espero, paula. Jajaja. Ok no.
No te digo que te quiero muuucho porque queda muy cursi :)))

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-Audrey me pasó antes el informe forense de Madyson. -le dije a Mike- Deberías leértelo, está sobre mi mesa.

-Okey, y tú mientras... -dijo mi compañero.

-Yo mientras bajaré al laboratorio forense. Preguntaré a Zoe y Wilson -los forenses del departamento- por algunos detalles que igual no están en los informes.

-Me parece bien. -aceptó Mike- Trabajo en equipo, compañera. -añadió levantando los pulgares. Puse los ojos en blanco y lo dejé en el despacho.

El laboratorio forense estaba en el sótano, supongo que es porque allí hacía más frío y había menos ventanas por las que entra la luz, así que cogí el ascensor para bajar. El laboratorio forense era el típico laboratorio forense que todo aquel que vea una serie policíaca conoce, así que no creo que valga la pena perder el tiempo con descripciones.

En el laboratorio se encontraban los dos forenses, Zoe y Wilson. Bueno, en realidad Zoe no era forense, todavía. Tenía veintidós años -uno más que yo- y estaba aquí de prácticas en su último año de universidad. Era una chica inocente y hasta dulce, y yo no entendía muy bien qué hacía en esta profesión. No le pegaba nada. Aunque, en realidad, hacía bastante bien su trabajo, y eso que sólo estaba de prácticas. Me llevaba muy bien con ella, casi podría decir que era una amiga, una buena. Creo que todos esperábamos que, cuando se graduara, la destinaran a nuestro departamento y que siguiera trabajando aquí. De hecho, intuía que a Mike le gustaba. Era algo que me hacía bastante gracia, porque siempre que hablaban, se ponía rojo como su pelo, y siempre estaba buscando una excusa para bajar al sótano, y cuando yo hacía algún comentario al respecto, intentaba disimular.

Por su parte, Wilson era un forense con más de veinticinco años de experiencia. Yo le echaba casi sesenta años, aunque tampoco estaba segura. Era un hombre raro, extravagante. Pero a la vez muy simpático y agradable.

-Buenos días chicos. -los saludé al entrar.

-Buenos días, Chelsea -me saludó Zoe, sentada delante de un ordenador.

-Buenos días, inspectora Bennett. -me dijo Wilson. También tenía bastante humor, algo común entre los científicos forenses.

-Sabes que odio que me llamen así, Wilson, sobretodo vosotros. -mi equipo era como mi familia, la familia que nunca había tenido. Nos cuidábamos unos a otros, y todos se preocupaban especialmente por mí, la más joven, y en apariencia la más frágil, aunque había demostrado más de una vez que no lo era, porque no estaba acostumbrada a que alguien se preocupara por mí. Aunque en parte era reconfortante, era una sensación extraña, la de saber que alguien te cubre las espaldas.

-Oh, en el fondo, no lo odias, puede que incluso te guste. -rió Wilson- Cuando te acostumbres a oírlo, y eso intento yo, que te acostumbres.

-Lo odio, te lo aseguro. -afirmé, tozuda. La verdad es que me gustaba como sonaba, aunque no me acostumbraba. Lo que no me gustaba es que me llamaran así mis compañeros.

-Lo hacemos porque nos sentimos orgullosos de ti. -me dijo Wilson, al parecer leyendo mi mente. Lo decía en serio, lo que me hizo alzar la mirada.

-En eso estoy de acuerdo -intervino Zoe- No te conozco desde hace tanto tiempo como los demás, pero creo que lo tuyo es para sentirse orgullosa, Chelsea. Quiero decir, eres un año más joven que yo, ¡vamos! Y cuando acabe la carrera y me venga aquí a trabajar -dijo convencida, lo que nos hizo sonreír a Wilson y a mí- ¡técnicamente serás mi jefa! -esto nos hizo reír- Y no me malinterpretes, me encantaría que fueras mi jefa. Sería algo así como un honor.