-¿Qué te pasa? -murmuré en su dirección. Sin dejar de mirarme, les habló a Kate y a Luke.
-Es el momento.
¿El momento? Mi corazón se paró.
-Nathan, no... -comenzó Kate a protestar, pero Luke la sujetó del brazo. ¿Qué demonios estaba ocurriendo?
-Es lo mejor, lo sabes -le dijo Nathan, con la voz firme. Y sin sentimiento alguno.
No sabía de qué iba todo aquello, pero empezaba a intuir que tampoco quería saberlo.
Kate me miró a los ojos antes de que ella y Luke se marcharan. Su mirada era de disculpa. ¿Disculpa, por qué?, me pregunté, cada vez más confusa. Cuando se marcharon, anduvimos un poco en silencio, hasta que llegamos a aquel banco en el que nos sentamos la noche de nuestra primera cita. Entonces, Nathan finalmente me habló.
-Hemos... decidido -comenzó con una mueca- que ya es hora de marcharnos. Y...
-¿A dónde? -le interrumpí, perpleja. Luego bajé la voz-. Es por los Cazadores, ¿verdad? Son peligrosos...
-Sobretodo para ti -me dijo él. Aquello en sus ojos no sólo seguía ahí, sinó que era más evidente-. Por eso nos vamos.
Al principio, no le entendí.
O tal vez fuera algo en mi cabeza que impidió que lo comprendiera para protegerme. Ja.
-¿Cómo...? No te entiendo -musité.
-Nos vamos -repitió, con esfuerzo-. Kate, Luke... y yo.
-¿Y yo...? -pregunté despacio. Él inspiró hondo.
-Tú... te quedarás aquí, y seguirás con tu vida humana -suspiró.
¿Es una broma? ¿Es una broma, ¿verdad...? En mi cabeza no parecía posible otra solución que esa a lo que estaba oyendo.
Nathan alzó una mano y acarició mi pómulo, pero yo me aparté y me levanté del banco.
-Dime que es una broma -le dije con dificultad-. No tiene ninguna gracia...
Él negó con la cabeza, despacio. Ahora, eso desconocido en sus ojos se había convertido en dolor.
-Me estás... ¿dejando? -musité despacio y con el corazón a mil por hora.
Nunca me había costado tanto pronunciar tres palabras.
-Sí.
La respuesta sonó bastante firme, todo lo contrario a como yo me sentía en aquellos momentos. Pero su mirada no parecía tan segura.
-Eso... significa que... -inspiré hondo e intenté concentrarme, pero era imposible-. Que no... ¿que no me quieres?
Nathan sacudió la cabeza, y por un momento, sus ojos verdes volvieron a ser los de siempre. Se levantó con un ágil salto, recordando a un felino, y se plantó delante de mí.
-No te quiero -dijo despacio, y yo sentí que todo se derrumbaba alrededor; todo menos yo, por desgracia-. No sólo te quiero, yo... te amo.
Mis ojos se humedecieron cuando comprendí que, a pesar de que lo que me estaba diciendo era cierto, eso no cambiaba nada.
-Y por eso mismo, me marcho -añadió con la voz rota.
Mi seguridad. Mi maldita seguridad. Por eso iba a dejarme.
-No -sollocé negando con la cabeza-. Tú no vas a ninguna parte sin mí.
-Escucha -me dijo cogiendo mis hombros, yo sacudí la cabeza-. Escúchame. Si no tienes relación con... nosotros, ni Moroi ni Cazadores te descubrirán...
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La noche más oscura ©
WampiryNueva York está sufriendo una oleada de asesinatos y misteriosas desapariciones. Chelsea Bennett, una de los mejores inspectores de la ciudad, se encargará de los casos, descubriendo cosas que nunca antes había imaginado que existieran: desde algo t...