Capítulo 50

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-¿Qué te pasa? -murmuré en su dirección. Sin dejar de mirarme, les habló a Kate y a Luke.

-Es el momento.

¿El momento? Mi corazón se paró.

-Nathan, no... -comenzó Kate a protestar, pero Luke la sujetó del brazo. ¿Qué demonios estaba ocurriendo?

-Es lo mejor, lo sabes -le dijo Nathan, con la voz firme. Y sin sentimiento alguno.

No sabía de qué iba todo aquello, pero empezaba a intuir que tampoco quería saberlo.

Kate me miró a los ojos antes de que ella y Luke se marcharan. Su mirada era de disculpa. ¿Disculpa, por qué?, me pregunté, cada vez más confusa. Cuando se marcharon, anduvimos un poco en silencio, hasta que llegamos a aquel banco en el que nos sentamos la noche de nuestra primera cita. Entonces, Nathan finalmente me habló.

-Hemos... decidido -comenzó con una mueca- que ya es hora de marcharnos. Y...

-¿A dónde? -le interrumpí, perpleja. Luego bajé la voz-. Es por los Cazadores, ¿verdad? Son peligrosos...

-Sobretodo para ti -me dijo él. Aquello en sus ojos no sólo seguía ahí, sinó que era más evidente-. Por eso nos vamos.

Al principio, no le entendí.

O tal vez fuera algo en mi cabeza que impidió que lo comprendiera para protegerme. Ja.

-¿Cómo...? No te entiendo -musité.

-Nos vamos -repitió, con esfuerzo-. Kate, Luke... y yo.

-¿Y yo...? -pregunté despacio. Él inspiró hondo.

-Tú... te quedarás aquí, y seguirás con tu vida humana -suspiró.

¿Es una broma? ¿Es una broma, ¿verdad...? En mi cabeza no parecía posible otra solución que esa a lo que estaba oyendo.

Nathan alzó una mano y acarició mi pómulo, pero yo me aparté y me levanté del banco.

-Dime que es una broma -le dije con dificultad-. No tiene ninguna gracia...

Él negó con la cabeza, despacio. Ahora, eso desconocido en sus ojos se había convertido en dolor.

-Me estás... ¿dejando? -musité despacio y con el corazón a mil por hora.

Nunca me había costado tanto pronunciar tres palabras.

-Sí.

La respuesta sonó bastante firme, todo lo contrario a como yo me sentía en aquellos momentos. Pero su mirada no parecía tan segura.

-Eso... significa que... -inspiré hondo e intenté concentrarme, pero era imposible-. Que no... ¿que no me quieres?

Nathan sacudió la cabeza, y por un momento, sus ojos verdes volvieron a ser los de siempre. Se levantó con un ágil salto, recordando a un felino, y se plantó delante de mí.

-No te quiero -dijo despacio, y yo sentí que todo se derrumbaba alrededor; todo menos yo, por desgracia-. No sólo te quiero, yo... te amo.

Mis ojos se humedecieron cuando comprendí que, a pesar de que lo que me estaba diciendo era cierto, eso no cambiaba nada.

-Y por eso mismo, me marcho -añadió con la voz rota.

Mi seguridad. Mi maldita seguridad. Por eso iba a dejarme.

-No -sollocé negando con la cabeza-. Tú no vas a ninguna parte sin mí.

-Escucha -me dijo cogiendo mis hombros, yo sacudí la cabeza-. Escúchame. Si no tienes relación con... nosotros, ni Moroi ni Cazadores te descubrirán...

La noche más oscura ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora