Consideré un momento la opción de dar media vuelta e ir por otra calle, pero lo descarté enseguida. Primero, porque no era ninguna cobarde y no había motivos tampoco para tener miedo; ¿Qué me va a hacer?, me pregunté a mí misma. Nada. Ni siquiera sabes si ha bebido. Eso no me lo creía ni yo. Derek se tambaleaba de la misma forma que se tambalean los borrachos, y me sorprendía que no se hubiera caído ya.
Pero algo me daba mala espina y me obligaba a permanecer alerta, a pesar de que éramos los únicos que iban por la calle. Igual era por eso.
Una vocecilla en mi cabeza me seguía insistiendo para que diera media vuelta, pero ya era demasiado tarde. Estaba ya delante de mí.
Derek pareció tardar un poco en reconocerme (lo que ya confirmó, si no lo estaba ya, que iba borracho), y cuando lo hizo, sonrió de una manera extraña, de una manera que no me gustó.
Aún no me creía que estuviera borracho, nunca lo había visto así. De hecho, en los casi tres años que estuvimos saliendo, casi nunca lo había visto beber más de la cuenta. Pero estaba borracho, y bastante. Lanzó la botella que llevaba en la mano hacia atrás, haciendo que se estrellara contra el pavimento y se acercó.
-Vaya, vaya -dijo con una voz grave que me puso el vello de la nuca de punta, pero me limité a mirarlo.- ¿De dónde vienes a estas horas?
Iba a responderle que venía del trabajo, cosa que no era más que la verdad. Pero mi carácter me obligó a levantar la barbilla. ¿Por qué tenía que darle explicaciones?
-¿Y a ti qué te importa? -le espeté algo brusca. Luego me arrepentí un poco. No sabía si me convenía demasiado ser grosera con un borracho, ¿quién sabía cómo iba a reaccionar?
Y de hecho, en eso último parecí acertar. Derek se acercó más y me cogió de la muñeca con fuerza.
-Has estado con alguien, ¿verdad? -intenté soltarme, pero cada vez apretaba más-. ¡Contesta!
-Estás borracho, Derek -le dije, aún tirando de mi brazo-. Y aun así no tienes derecho a saber lo que dejo o no dejo de hacer. así que ¡déjame en paz! -casi grité. Me estaba poniendo nerviosa el que me cogiera así. Me recordaba demasiado a mi padre. . . Con un último tirón desesperado conseguí librarme.
-A mí no hables así -y diciendo esto me cogió por los hombros y me empujó hasta darme de espaldas contra un muro. Estaba frío.
Derek acercó su cara mientras yo intentaba apartarme, sin éxito, era demasiado fuerte. Aunque yo no era ninguna debilucha.
-Quiero que volvamos -me dijo. Estaba muy borracho. Miré esos ojos azules de los que me enamoré hacía tanto tiempo. Estaban tan oscuros que parecían negros, y estaban inyectados en sangre por el alcohol. Empezaba a darme miedo.
-Eso no va a pasar, y lo sabes -contesté con la voz más firme que pude conseguir. Se acercó más. Olía fuertemente a whisky.
-Pasará -afirmó mientras bajaba sus manos desde mis hombros hasta posarlas sobre mis caderas. Me tensé más de lo que ya estaba antes, pero seguía sin poder apartarme-. Volveremos a estar juntos -y estampó su boca en la mía.
Aunque no me esperaba ese movimiento por su parte, mi respuesta refleja fue apretar los labios fuertemente. Cuando conseguí apartarlo, le di un puñetazo en la mandíbula, probablemente el más fuerte que había dado -aunque tampoco habían sido tantos- y daré. Derek se tambaleó sobre sus talones, pero consiguió tenerse en pie, a pesar de todo. Me miró con rabia y dio un paso hacia mí. Nunca lo había visto así, no lo reconocía.
-¡Cómo te atreves. . .! -frase que acompañó con un bofetón. Ahogué un grito, y de poco no se me saltan las lágrimas de dolor repentino.
Me ardía la mejilla. Ese golpe y el dolor que le siguió me trajeron demasiados recuerdos, aún más dolorosos, y a partir de ahí lo vi todo rojo.
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La noche más oscura ©
VampireNueva York está sufriendo una oleada de asesinatos y misteriosas desapariciones. Chelsea Bennett, una de los mejores inspectores de la ciudad, se encargará de los casos, descubriendo cosas que nunca antes había imaginado que existieran: desde algo t...