Capítulo 5

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Después de casi una hora buscando al tal Daniel, lo encontramos en una cafetería del campus con varios amigos. Yo, que estaba ya harta de buscarlo por todo el campus, fui directa al grano.

-¿Quién de vosotros es Daniel McKein? -les pregunté de golpe, interrumpiéndolos. Los chicos se miraron confundidos y uno de ellos se adelantó. Con unos veinte años, tenía el pelo corto y los ojos claros, bastante atractivo, pero la arrogancia de su expresión lo estropeaba considerablemente.

-Yo soy Daniel. -dijo mirándome de arriba a abajo, al parecer sin ver la pistola que llevaba del cinturón e ignorando también a Mike, que estaba a mi lado- Y tú, preciosa, eres...

-Inspectora de policía, imbécil. -le espeté. Le cambió la cara totalmente.

-Tenemos que hacerte unas preguntas sobre el asesinato de Madyson. -intervino Mike, antes de que yo pudiera soltar otra cosa- Así que acompáñanos, por favor.

-Eh, sí, claro... -dijo él- Pero yo no he hecho nada. -añadió en protesta cuando salíamos de la cafetería.

-Nadie lo ha insinuado. -le repliqué- Aún. Porque no pareces muy afectado... -entonces sonó el móbil de Mike, que lo cogió al momento.

-¿Diga?... en Columbia... ah, sí, por supuesto. Enseguida vamos para allá.-  colgó y me miró.

-Ya han llegado los Harris a la comisaría. -me informó.

-Pues entonces éste se viene con nosotros, y lo interrogamos allí. -dije señalando a Daniel.

-Pero Chelsea... -dijo Mike.

-Mike, que se venga. -le dije- No he estado una hora buscándolo para luego no poder sacarle nada.

-Bueno, está bien.

-¿Me lleváis detenido? -preguntó Daniel- ¿Me pones las esposas? -me preguntó de forma insinuante (o eso intentó) juntado las muñecas. Iba a contestarle cuando vi a Mike por detrás mirándome como queriendo decir: "Déjalo estar, sólo ignóralo." Así que le hice caso, por una vez.

-No te hacen faltan esposas. -le dijo Mike, poniéndole una mano en el hombro.

-De momento. -añadí, entrecerrando los ojos. No me gustaba este chico, tenía demasiada seguridad.

Subimos los tres al coche, Mike y yo delante, y el sospechoso detrás, y nos dirigimos de vuelta a Midtown East, a la comisaría.

Unos veinte minutos más tarde, llegamos a la comisaría, donde había bastante más ajetreo que antes de irnos. Cuando aparcamos, no se me escapó el hecho de que había aparcado un coche de policía que no era de nuestro departamento.

Nada más entrar nos encontramos con Audrey, que iba cargada con dos cafés.

-¿Quién es este? -preguntó refiriéndose a Daniel.

-Un sospechoso. -le resumí. Daniel me miró a punto de protestar, pero lo callé con una mirada.- Luego te cuento, Audrey. Ahora tenemos que ver a los señores Harris, y apuesto a que esos cafés son para ellos, ¿verdad que sí?

-Sí, lo son... -dijo indecisa. ¿Indecisa por qué?- Esto... Chelsea, antes que nada, tengo que decirte algo... -me dijo mientras avanzábamos los cuatro por los pasillos. Estábamos pasando por las varias salas de interrogatorios que teníamos.

-Espera un momento. -la interrumpí- Daniel se queda aquí. -dije. Abrí la puerta de una sala y le hice pasar.

-¿Vas a dejarme aquí? -protestó Daniel.

-Sí. Ahí tienes una máquina de agua si tienes sed. No tarderemos. -le dije apresuradamente- Espero. -añadí. Y cerré la puerta antes de que dijera algo más. Con llave.

Audrey, Mike y yo nos dirigíamos al despacho de Grant, donde al parecer se encontraban los Harris. Mike y yo íbamos contándole a Audrey lo que habíamos averiguado. Entonces Mike decidió que necesitaba un café seguramente de ver los que llevaba Audrey en las manos y de saber que ninguno era para él, y fue a preparárselo. Yo aproveché y le pedí que prepara uno para mí también.

-Chelsea, empiezas a preocuparme. -me dijo Audrey cuando nos quedamos solas- Ya llevas dos cafés en toda la mañana y vas a por el tercero. Eres demasiado joven, no quiero que mueras de hipertensión. -esto me hizo reír.

-Venga ya. -le contesté aún carcajeando.

-Por cierto, eso que te tenía que contar..., -empezó ella. Pero ya habíamos llegado al despacho de Grant, y había gente dentro, así que la interrumpí.

-Perdona Audrey, psero cuéntamelo luego. -le dije abriendo la puerta- Tengo que... -me interumpí al ver quién estaba en el despacho. Alguna parte de mi cabeza procesó que también había otro hombre y una mujer, pero yo sólo me fijé en el hombre que me había hecho tanto daño hacía tanto tiempo. Por un momento, sentí que el suelo se balanceaba bajo mis pies, pero enseguida recobré la compostura y entrecerré los ojos.

-¿Qué estás haciendo aquí, Derek? -le pregunté fríamente.

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Okey, he aquí el quinto capítulo. No puedo dormir y aquí estoy, inventando. ~.~     Lo que digo siempre ya os lo sabéis (porque no soy la única, jajaja... supongo) así que añado one thing: si véis que hay alguna falta, decídmelo en los comentarios please. Siempre repaso los capítulos antes de publicarlos, pero se me puede escapar alguna, y sé que no es muy agradable leer textos llenos de faltas de ortografía.

Muchas muchas gracias a todas y a todos.

Daydreamer

La noche más oscura ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora