Ni Vicky ni Tammy recordaban quién las había convertido. Sí recordaban su última noche como humanas, en la que habían salido con sus amigos. Eso yo ya lo sabía, porque había estado investigando su desaparición.Era extraño que, después de tanto tiempo buscándolas, las viera vivas -más o menos-, y estuviera hablando con ellas cuando incluso las había dado por muertas. Antes de conocer la existencia de los vampiros, claro.
Todas las muertes desde su desaparición, al parecer, eran obra de aquellas dos niñas. Desde su conversión, habían sobrevivido vagando por los fondos bajos de la ciudad, escondiéndose de día y saliendo a cazar de noche. Hacía unos días, al ver lo que estaban causando, decidieron apartarse del núcleo urbano, y de la sangre, y acabaron en esta isla abandonada.
-Estamos desesperadas -dijo Vicky, parecía a punto de llorar, pero yo tenía entendido que los vampiros no lloraban-. No sabemos qué hacer, no queríamos matar a nadie.
-Pero tampoco queremos morir -aportó Tammy-. Tenemos que alimentarnos de algún modo.
-Es la paradoja del vampiro bueno -comentó Nathan, que volvía a estar de buen humor, pero no se separaba más de un centímetro de mí-. Podemos ayudaros, podemos enseñaros a vivir entre los humanos. Nosotros lo hacemos -y diciendo eso, cogió mi mano para recalcarlo. Las niñas no pasaron ese hecho por desapercibido. Tammy, que parecía la más romántica de las dos, suspiró con ternura, tal como hacen muchas adolescentes cuando ven películas de amor. Vicky, más realista, apuntó:
-Debe de ser duro para ti.
-Mucho, más de lo que te puedes imaginar -le dijo Nathan con serenidad. Yo me estremecí. Lo sabía, sabía lo duro que le resultaba, y no podía hacer nada al respecto.
-¿Y cómo lo soportas? ¿Y por qué lo haces? -siguió preguntando ella. La conversación se estaba volviendo bastante incómoda en lo que a mí respectaba, y supuse que para Nathan no debía de ser agradable. Pero él siguió contestándole amablemente.
-Porque la amo -dijo con sencillez, provocando que me sonrojara hasta las raíces de mi cabello. Ya está, era imposible decir tanto con menos palabras.
Y yo, por mi parte, no podía creer que aquel ser perfecto realmente me amara.
La perfección está hecha exclusivamente para la perfección. Y yo no era, ni mucho menos, perfecta.
Tammy soltó otro suspiro, encandilada, Kate nos miró a ambos sonriendo y ladeando la cabeza, Nathan entrelazó sus dedos con los míos.
-¿Y ya está?
Vicky parecía poco satisfecha con la pregunta. Su amiga la miró molesta.
-¿Te parece poco?
Nathan rió.
-Pequeña. . .-comenzó, pero en seguida fue interrumpido.
-No me llames pequeña, no soy pequeña, tengo casi diecisiete años -replicó Vicky.
-Y yo tengo casi ciento cuarenta y siete -dijo Nathan, exasperado y divertido a la vez. Las dos abrieron los ojos desmesuradamente, sin sabes qué decir. Nathan se tomó eso como una invitación para continuar-. Eres demasiado joven para comprender lo que realmente significa el amor. En realidad, no es cuestión de eso, porque si te soy sincero, yo tampoco lo entiendo. Sólo sé que se ha instalado en mí, y que no parece tener ganas de irse.
"Cuando estás enamorado, enamorado de verdad, haces lo que sea por esa persona. Haces todo lo que puedes y más por esa persona. Y si, para estar con ella, y no es sólo por estar con ella, sinó por no hacerle daño, de ninguna manera posible, he de sufrir un poco -Nathan esbozó una pequeña sonrisa. Supuse que no era precisamente leve el dolor que sentía cuando me acercaba a él-, sufriré de buen grado."
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La noche más oscura ©
VampirNueva York está sufriendo una oleada de asesinatos y misteriosas desapariciones. Chelsea Bennett, una de los mejores inspectores de la ciudad, se encargará de los casos, descubriendo cosas que nunca antes había imaginado que existieran: desde algo t...