Capítulo 25

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El sonido de mi móbil, que ya había bautizado como irritante, me despertó.

Por un momento me sentí desorientada, sola en una enorme cama, en un enorme dormitorio con unos enormes ventanales por los que entraba la también irritante luz matutina. Entonces me fueron viniendo a la cabeza todos los recuerdos del día de ayer. Había sido intenso, uno de los más intensos de mi vida.

Y ahora estaba en la increíble casa de mi novio vampiro, que era aún más increíble. Se me hacía raro pensar en Nathan como mi novio. No me cuadraba que estuviera conmigo, cuando podía estar con cualquier otra mejor que yo.

Había asimilado antes el hecho de que fuera un vampiro que el hecho de que fuera mi novio. Estaba muy claro quién tenía problemas.

El móbil seguía sonando, insistente, así que dejé mis cavilaciones para más tarde y me levanté para contestar, mientras me preguntaba dónde estaría Nathan.

-¿Hola? -dije con voz pastosa de recién levantada. Ni siquiera había visto quién me estaba llamando.

-Genial, te has vuelto a dormir, como el viernes pasado -resopló Audrey al otro lado de la línea. Automáticamente me la imaginé poniendo los ojos en blanco.

Pero, ¿qué día era? Dios, si era lunes. Y yo aquí, en casa de Nathan. Estaba sin duchar, sin ropa, y sobretodo, sin café.

-Lo siento -dije reprimiendo un bostezo. Me acerqué a la pared de cristal, contemplando la ciudad ya despierta desde hacía horas. Qué despierta, esto era Nueva York; la ciudad que nunca dormía. Al contrario que yo-. ¿Qué hora es?

-Són casi las nueve -me informó Audrey. Ya llegaba una hora tarde-. ¿Qué te pasa? Tú siempre llegas antes de la hora. . .

-No estoy durmiendo muy bien.

-O no estás durmiendo en absoluto -dijo condescendiente.

-¿Y qué iba a estar. . . Oh, vale -comprendí-. Pues no, mal pensada.

Pero no me creyó.

-Vamos, apuesto a que si voy a tu casa ahora mismo me abre la puerta él -se burló. Yo guardé silencio. Ella, para variar, lo interpretó correctamente-. ¿O es que estás en la suya? -lo dijo medio en broma, pero mi silencio me delató-. ¡Has pasado la noche en su casa! Menuda estás hecha. . .-dijo riendo.

-Bueno ya está bien -la corté-. Me has despertado, lo que significa que voy a tardar un poco, y tú no ayudas. En media hora estoy allí.

-La suerte que tienes es que hoy el jefe no viene, y Mike tampoco ha llegado aún -eso era normal-. Así que tendremos tiempo de hablar. . .

-Vale, sí; lo que tú digas -le dije cansinamente, a lo que Audrey rio-. Te dejo, me tengo que duchar.

-Hasta luego, campeona - se burló.

Colgué y miré a mi alrededor. ¿Dónde estaba Nathan?

Entonces se abrió la puerta con cuidado, y apareció Kate. Uf. Cada vez que la veía, sentía una punzada de envidia, no lo podía evitar. Esperaba acostumbrarme pronto, porque además había empezado a caerme bien.

-¿Chelsea? -dijo asomando la nariz-. Buenos días.

-Buenos días, Kate -le dije sonriendo.

-Te he oído hablar y venido a saludarte. En el baño tienes toallas -me informó.

También iba a tener que empezar a acostumbrarme al finísimo oído que tenían los vampiros.

-¿Quieres que te prepare el desayuno? Hay café.

La noche más oscura ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora