Capítulo 22

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-Lo siento -dijo Kate, alternando su mirada entre Nathan y yo. Tenía una voz melodiosa-. No quería interrumpir. . . Mejor espero abajo -añadió tras la mirada que le dedicó Nathan.

Y sin esperar respuesta, se marchó a la velocidad de la luz. A pesar de haber vivido en mis carnes la experiencia de la velocidad que tenían los vampiros, no me acostumbraba a estar viéndolos y al segundo siguiente que no estuvieran allí.

Yo miré a Nathan. Soy algo desconfiada, ¿quién me quiere culpar?

-¿Quién es esa. . .vampira? -iba a utilizar otro término, pero aún no sabía de qué iba la cosa. Me pareció un poco pronto para empezar con los insultos.

-Mi hermana -me respondió Nathan, al parecer sin detectar el tono peligroso de mi voz. Y menos mal.

-¿Tu hermana? -repetí. No se parecían demasiado. Aunque bueno, yo había sido hija única, qué iba a saber de hermanos. Pero Nathan era inglés, y Kate parecía más bien rusa, o algo así.

-Sí. Bueno, en realidad, no somos hermanos, pero siempre nos hemos comportado como tales -me explicó-. Fue ella quien me convirtió. Su madre, su verdadera madre -concretó-, también es como una madre para mí.

-Oh -dije-. ¿Nació Strigoi? ¿Quiero decir, es vampira de nacimiento?

-Sí -sonrió satisfecho-. Muy bien, lo has entendido.

-Y -proseguí, ahora algo avergonzada-, ¿nunca ha habido nada entre vosotros? Siento ser tan directa, pero no quería quedarme con la duda.

-¿Qué? No -dijo riendo-. Ya te lo he dicho, siempre ha sido como mi hermana. Mi hermana mayor, con todo lo que eso conlleva. Me lo enseñó todo sobre esta nueva vida, me enseñó que me podía alimentar sin matar a nadie. Y me chincha. A todas horas. Vamos, lo que viene siendo una hermana mayor -dijo sonriendo.

-Vaya -suspiré-. Tienes tú más familia que yo. Bueno, más bien, tú tienes una família; yo no.

Nathan me miró arrepentido.

-Lo siento mucho. ¿Nunca has sabido de tu madre?

-Nunca -susurré. Corría el riesgo de empezar a llorar si no me hablaba de otra cosa pronto, pero seguí hablando-. Puede que esté viviendo en la otra punta del país, puede que tenga otros hijos, puede que esté muerta. . . No lo sé, no sé nada -dije con un hilo de voz.

Mierda. Sin que pudiera hacer nada para evitarlo, una lágrima resbaló por mi mejilla húmeda. Saqué mi mano rápidamente del agua y me restregué la mejilla, para no dejar rastro de aquella única lágrima.

Nathan cogió mi mano y me abrazó. Ahora no hubo besos, ni la pasión de antes; pero de alguna forma fue mejor, al menos en ese momento. Fue. . .confortante.

-No te avergüences de llorar -me pidió.

-Me hace sentir débil, y me recuerda a la época en la que eso era lo único que era -dije en voz baja.

-En ese caso, no te avergüences de llorar cuando estés conmigo -se corrigió-. Sabes que yo no creo que seas débil en absoluto, y si alguna vez lo fuiste, ya no lo eres. Así que recuerda aquella época de debilidad con orgullo, porque la superaste.

-Vas a conseguir que llore, para -le pedí casi entre sollozos. Nathan no dijo nada más, simplemente me apretó con más fuerza.

No lloré más, pero al poco rato, cuando Nathan habló de nuevo, me sentí como una debe de sentirse después de pasarse toda una noche llorando.

-Ahora, creo que deberíamos salir del agua -dijo rompiendo el perfecto silencio-. Mi hermana nos está esperando, y creo que está muriéndose de curiosidad por ti.

La noche más oscura ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora