Capítulo 49

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No hablamos de lo que ocurrió aquella noche. Pasaron varios días, luego una semana, luego otra. Dejaba pasar el tiempo sin saber cómo sacar el tema, y sentía que se me escurría, al igual que cuando intentas atrapar el agua con las manos; por mucho que lo intentes, siempre queda alguna brecha por la cual se escapa.

Lo que vi aquel día en los ojos de Nathan, seguía ahí, no desaparecía, y cada día me preocupaba más. Desde aquella noche; desde las palabras de mi madre, que para mí no habían sido más palabras estúpidas sin fundamento ni futuro, Nathan estaba más callado, más frío... más distante.

Y yo me subía por las paredes. Porque no estaba enfadado, no era eso, si así hubiera sido..., yo no tendría esa extraña y molesta angustia que se había instalado en mi estómago, y que no parecía querer irse pronto.

En apariencia, para cualquiera que no estuviera en mi piel, todo seguía normal. Todas las mañanas, Nathan me acompañaba al trabajo, que se había vuelto a convertir en mi lugar de escape, al igual que lo había sido hasta que le conocí, y luego por las tardes venía puntual a recogerme. Cuando no podía por cualquier razón lo sustituía Kate, que como Luke, últimamente estaba muy animada conmigo. Tal vez demasiado, y eso me hacía sospechar.

Había algo que no sabía, eso estaba más que claro. Pero no estaba segura de querer saberlo. Cada vez que miraba a los ojos a Nathan, mis fuerzas flaqueaban y decidía que no era el momento de preguntarle qué demonios era lo que estaba pasando.

Era como si ya no estuviera ahí; al menos no del todo, porque la verdad es que, si no era estrictamente necesario, no me perdía de vista.

Tenía pesadillas día sí, y día también. Cuando me despertaba gritando, Nathan estaba ahí para mí tal y como un día prometió, pero... ya no era como si quisiera hacerlo, o al menos, eso era lo que me parecía.

La peor, la peor de todo el amplio abanico de pesadillas que sufría, era aquella en la estaba junto a él y yo empezaba a desaparecer.

No parecía tan grave a simple vista, ¿no? Hubiera sido peor que fuera Nathan quién desaparecía, una podía pensar. Hasta que comprendí lo que significaba el sueño.

En el sueño estábamos los dos juntos, y sobretodo felices, y de repente yo comenzaba a sentir una extraña sensación de... ligereza, literalmente. Esa sensación se incrementaba por todo mi cuerpo y entonces, mis manos empezaban a desaparecer, y seguía así por todo el cuerpo. Durante todo el proceso, yo le gritaba a Nathan para que me ayudara, pero él no parecía darse cuenta de nada y me seguía mirando igual, enamorado.

Aquello... mi subconsciente me repetía, todo el rato, lo que yo ya sabía e intentaba ignorar: el tiempo pasaba.

Era lo que me decía el sueño; poco a poco, desaparecía. Al igual que en la realidad: poco a poco, conforme pasaba el tiempo, me hacía mayor y al final desaparecería por completo, al morir. Y Nathan estaba dispuesto a dejar que eso pasara. Pero yo no.

De todas formas, que estuviera dispuesto a verme envejecer no excusaba su... comportamiento. Él había sido consciente desde que nos conocimos de que el tiempo pasaba para mí, yo tardé un poco más en darme cuenta. Así que eso no podía ser, esa no podía ser la razón por la cual Nathan estaba así, porque lo había tenido en cuenta desde el principio.

Entonces, hacía unos días, se me ocurrió otra opción.

Y si, a pesar de que no era lo que él quería, ¿había decidido hacerme como él?

Nathan era consciente de que eso era lo que yo quería, sólo para estar con él. Porque para mí, la idea de alimentarme de sangre... no era muy tentadora. Pero lo soportaría de buena gana. Él también sabía que Kate, e incluso Luke, estaban de acuerdo en que era la mejor opción: transformarme.

La noche más oscura ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora