-¿Vas a matarla? -le preguntó sin interés a Ravek. ¿Qué hacía ella aquí? Aún permanecía a mis espaldas, no me había visto.
Me pregunté si me reconocería cuando me viera la cara.
-Sí -le contestó Radek, limpiándose la boca de mi sangre-. Al principio pensé en transformarla, pero eso a Nathan no le supondría ningún problema, ya lo demostró hace tiempo. Así que la mataré.
Aquello ni siquiera me afectó; lo que sí me dolió fue la mención de Nathan. Esperaba que, al menos, después de mi muerte, Radek no fuera a por él también.
Pero Nathan sí que iría a por Radek, lo sabía. Eso me llenó de angustia de nuevo, y me pregunté dónde estaría, y si estaría bien. Por un lado, deseaba que estuviera aquí; pero por otro, no quería que me viera así.
No podía resignarme a morir, esa fue la conclusión a la que llegué; aunque gran parte de mí lo estaba deseando para que el dolor desapareciera. Pero no podía, no iba a morir.
-¿Y qué vas a hacer con la otra? -siguió preguntando la voz. Mi dolor físico también aumentaba cada vez que la oía.
-Puede que la convierta, puede que la mate. . .No lo sé -se encogió de hombros Radek-. Puedes quedártela si quieres.
-No estoy sedienta.
Aquello me confirmaba lo que ya prácticamente había adivinado. Era una vampira. Pero, ¿desde cuándo? ¿Desde que se fue? ¿Cómo era posible?
-. . .pero por supuesto que me la puedo quedar. Como te he recordado antes, esta es mi ciudad -seguía ella amenazante.
Su ciudad. . . A que iba a resultar que. . . ¿No sería ella la líder del clan Moroi de Nueva York?
No; demasiadas coincidencias. Estaba claro que se me iba la cabeza, consecuencias de la pérdida de sangre, que seguía corriendo lentamente de mi cuello.
-Oh, por supuesto, por supuesto -dijo Radek rápidamente, con cierto respeto-. Lo siento.
Le tenía miedo. A lo mejor. . ., a lo mejor tenía alguna oportunidad. Si al verme me reconocía. . .
No. Aunque me reconociera, algo que dudaba, eso no significaría nada. Yo no le importaba en absoluto.
-Aunque pensándolo bien, puede que la pruebe a ella -oí cómo la voz se aproximaba por detrás.
¿Se refería a mí? Cerré los ojos de nuevo, no podía verla, ni a ella ni a lo que se proponía hacer.
-¿Qué haces tú aquí? -dijo con un hilo de voz. Abrí los ojos, y vi en los suyos, rojos, el mismo miedo y la incertidumbre que recordaba haber visto en mi casa, de pequeña, cuando caía la noche.
Estaba igual que la última vez que la había visto, se había quedado congelada en el tiempo, y ahora parecía tener la misma edad que yo. Su pelo tenía el mismo tono que el mío. Después de tantos años, debería tener canas, pero seguía siendo igual, igual que hacía diez años.
Sólo había cambiado el tono de su piel, que era muy pálida, y el color de sus ojos, que habían pasado de un tono marrón chocolate al brillante rojo rubí.
Ignoré todo lo que empecé a sentir, alcé la cabeza e hice uso de toda la frialdad de la que fui capaz al responderle:
-Cuánto tiempo. . .-dije con voz ronca. Vi un inexplicable dolor en sus ojos-, mamá.
-Radek -dijo voz trémula, y confusa de repente-. Te has equivocado de chica. Esta no es la que buscabas.
-¿Cómo? -dijo él confundido-. Claro que es ella, es imposible que me haya equivocado. Nathan está con ella, seguro.
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La noche más oscura ©
VampireNueva York está sufriendo una oleada de asesinatos y misteriosas desapariciones. Chelsea Bennett, una de los mejores inspectores de la ciudad, se encargará de los casos, descubriendo cosas que nunca antes había imaginado que existieran: desde algo t...