Capítulo 35

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-Estoy bien -repetí cansinamente. Ya era la enésima vez que lo decía.

-¿Segura? No te hagas la valiente, cielo -decía la enfermera arreglándome las mantas.

-Siempre hace igual -aportó Nathan por detrás-. En el fondo, está rabiando de dolor.

Le miré mal, y él se burló.

-En ese caso, te suministraré morfina. Necesitas descansar un rato -resolvió la enfermera.

-No, no -dije rápidamente-. De verdad que estoy bien, casi no me duele -insistí. Eso no era del todo verdad-. Ahora me dormiré, pero por mi propia cuenta -añadí.

-Está bien -se rindió la enfermera-. Si me necesitas, apreta al botón a tu derecha -empezó a irse, y en la puerta se paró-. Ah, y recordad que estoy vigilando tu ritmo cardíaco.

Eso era claramente un aviso. Nathan me miró alzando las cejas, divertido.

-¿Nos acaba de reñir? -preguntó cuando la enfermera cerró la puerta.

-Creo que sí -dije riéndome, pero a la vez le hice sitio en la pequeña cama para que se tumbara conmigo. Él lo hizo enseguida, y me acurruqué como pude contra él-. Debería dormirme.

-Deberías -coincidió él. Suspiré hondo-. Vamos, relájate. Todo va bien.

Así me parecía cuando estaba con él, aunque fuera en una habitación de hospital. El cansancio venció al dolor, y poco después me dormí.

Me desperté con un grito ahogado, fruto de una pesadilla.

-¿Estás bien? -me preguntó Nathan ansioso, a mi lado. Entraba algo de luz por la ventana, pero muy poca; debía de ser pronto aún.

-No lo sé -dije con la respiración agitada-. He tenido una pesadilla.

-¿Quieres contármelo? -me preguntó amablemente mientras me acariciaba el pelo.

-¿Dónde está Audrey? -pregunté de repente. Me sentí una persona horrible por no haberme acordado de ella hasta ese momento. No me podía creer lo mala amiga que era.

-No han tenido que ingresarla. Cuando saliste del quirófano y comprobó que estabas bien, se fue a casa -me explicó.

Suspiré aliviada.

-Lo sabe todo -musité.

-Nos encargamos de eso. No sabe nada.

-¿Cómo. . .? -dije perpleja.

-Tengo un buen amigo, me hizo ese favor -me contó sonriendo un poco-. Algún día te lo presentaré.

-No lo entiendo, ¿qué favor? -dije arrugando la nariz, confusa.

-Luke tiene un don muy conveniente, que nos ha ayudado más de una vez -dijo Nathan sonriendo-. Puede hacerte olvidar cualquier cosa. Y también hacerte recordar, o incluso modificar un recuerdo.

Aquello era todo tan poco creíble. . . Pero no dudaba en creerlo.

-Entiendo, y lo ha usado con Audrey -dije comprendiéndolo.

-Sí. Ahora cree que tuvisteis un accidente de coche. Por lo que a vosotras respecta, os atropelló un borracho cuando cruzábais un paso de cebra, y luego se dio a la fuga -me dijo en voz baja. Yo alcé una ceja.

-¿Es lo que habéis dicho en el hospital? ¿Y no se supone que deberíais haber llamado a la policía, en ese caso? -lo mío siempre había sido poner pegas y ser negativa.

-Sí, está controlado; tranquilízate, ¿quieres? -me pidió, y yo suspiré exasperada-. Concéntrate en curarte, ¿vale?

-¿Y mi herida del cuello? -me acordé de repente, y me llevé la mano al cuello, donde, efectivamente, tenía una gasa. No me dolía.

-Está curándose. Perdiste mucha sangre, y han tenido que hacerte una transfusión, no sé si te lo he dicho antes -dijo arrugando la nariz con disgusto-. Eso ha sido más difícil de explicar, no saben cómo has podido hacerte eso por un atropello.

Suspiré aliviada. Al parecer, todo estaba bajo control. No estaba acostumbrada a dejar que alguien arreglara mis asuntos en mi lugar, igual debía acostumbrarme. Al menos si se trataba de Nathan.

Bueno, no todo estaba bajo control. Un vampiro había intentado matarme, y de poco no lo había conseguido. Había descubierto que mi madre era una vampira. . .

No, decidí que no iba a pensar en nada de aquello mientras estuviera en el hospital. Cuando volviera a casa, me preocuparía de todo. Mientras tanto, sólo me iba a ocupar de curarme y de no pensar en nada, que no era fácil.

-¿Estás dormida? -me preguntó Nathan en voz muy baja.

-No, sólo pensaba -le contesté en el mismo tono.

-¿En qué? -preguntó curioso-. Además de en mí, claro.

Yo reí.

-Egocéntrico -le dije poniendo los ojos en blanco-. Pensaba en todo lo que ha pasado. . .

-¿Y en mí no? -me preguntó con un intento de puchero. Sus ojos brillaban en la oscuridad como los de un gato.

-Tonto -dije sacudiendo la cabeza-, siempre estoy pensando en ti. En mi cerebro hay un zona especial reservada para ti.

-Me encantas cuando te pones así de tierna -me susurró al oído-. No es algo muy común -añadió riendo entre dientes.

Yo apreté los labios. Por eso nunca me ponía "así de tierna", aquello no iba conmigo.

-Es que sacas lo peor de mí -dije medio en broma, rodando los ojos.

-¿Lo peor? -dijo asombrado-. Si eso es lo peor para ti. . .

-No sigas, te arrepentirás -le amenacé de broma. Nathan rió por lo bajo.

-Vamos, dilo -me pidió-. Sé que te cuesta, porque te niegas a todo sentimiento, sobretodo si es un sentimiento bueno, pero me encanta oírlo decir de tus labios.

Sabía a que se refería. Tanto a lo de que me negaba a cualquier sentimiento -cosa cierta-, como a lo que quería que le dijera.

-Te quiero -le dije entre dientes. No era lo mismo si me pedía que se lo dijera.

Nathan empezó a darme cortos y suaves besos por el cuello, y ahí es cuando mi cerebro desconectó.

-Sabes que puedes hacerlo mejor. . . -susurró atrapando el lóbulo de mi oreja con los dientes.

-Nathan. . .-suspiré cuando sus labios se posaron sobre los míos.

-¿Sí?

-Te quiero -dije contra sus labios. Noté cómo sonreía.

Pero entonces se apartó; una vez tuvo lo que quería, no quiso hacerme el favor de darme lo que yo necesitaba.

-Yo también te quiero -me dijo, claramente satisfecho.

-Tramposo, eso no vale -protesté y me di la vuelta, enfurruñada. Él no tardó ni un segundo en adaptarse a mi nueva posición, y me rodeó la cintura con su brazo derecho, con cuidado.

-Todo vale en el amor y la guerra -citó.

-A ver si adivinas en cuál de los dos estamos nosotros -le dije para acallarlo. Y funcionó, sólo por un momento. Luego rompió a reír, y su risa se perdió entre mi pelo.

La noche más oscura ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora