Bajamos a la calle en silencio. No era incómodo, pero estaba con los nervios a flor de piel.
En el portal, me quedé impresionada por el coche que había aparcado delante. Era un deportivo elegante de color negro y descapotable. Por las horas escuchando a Mike hablar de coches y viendo fotos y reportajes que él me enseñaba, estaba casi segura de que era un Ashton Martin. Y estaba impecable.
-Wow -dije en voz baja-. Parece que tengo nuevos vecinos. Pero ¿quién demonios se muda a Brooklyn si tiene dinero para comprarse un coche así?
No se solían ver coches tan lujosos por esa zona. Esa clase de personas no vivían allí. El coche más caro que podías ver por allí era un Mercedes o un BMW de clase baja. Aquí vivían sobretodo familias de clase media.
Nathan sacó las llaves de su coche, apretó al botón y se abrió precisamente ése coche. Yo le miré con la boca abierta.
-Bueno, yo no me he mudado a Brooklyn -se limitó a decir mientras abría la puerta del copiloto.
-Esto. . . -dije parada delante de Nathan. Él alzó las cejas divertido-. ¿Es tuyo? -dije señalando el coche con un dedo. Nathan asintió aún sonriendo-. Es un Ashton Martin, ¿verdad?
Él asintió de nuevo, entre divertido e impresionado.
-Un último modelo. ¿Cómo lo sabes?
-Mi amigo es un fanático de los coches -le respondí subiendo al coche. Nathan cerró mi puerta y se dirigió a su sitio. Mientras yo me recosté sobre el suave y cómodo asiento de piel clara. El interior del coche era increíble, más incluso que el exterior.
Cuando Nathan entró en el coche frunció el ceño.
-Tu amigo -repitió-. El que. . .
-No -le interrumpí-. Derek, no. Mi amigo Mike. Trabajamos juntos, es mi compañero. Somos buenos amigos.
Nathan se relajó y puso el coche en marcha. Se encendió sin hacer prácticamente nada de ruido, y empezó a moverse con suavidad y en silencio.
-Creía que no trabajabas -comenté como de pasada, aunque en realidad me moría de curiosidad-. ¿De dónde has sacado este coche?
-Ahora no estoy trabajando -alcé una ceja, y él suspiró exasperado-. Mi . . . familia . . . Digamos que no somos de clase media precisamente -dijo mirando hacia otro lado. Creí que era vergüenza.
Vaya, ¿rico? Nunca me había importado eso, no era una persona materialista, pero no pude evitar sentirme impresionada. Aunque en realidad, me daba igual que tuviera o no dinero. De hecho, eso podía ser un inconveniente, ya que ni yo ni mi familia -si se le podía llamar así- habíamos tenido nunca demasiado dinero. Entonces empezaba a tener algunos ahorros, gracias al ascenso en mi trabajo meses atrás.
-Un niño bien -comenté en voz baja. No le recriminaba nada, pero ya en la escuela me peleaba a menudo con niños y niñas así, que se creían superiores a todos porque sus padres tenían dinero.
-No -respondió con la voz dura y fría como el acero, de repente-. Yo nunca he sido así.
Me costaba admitirlo -incluso a mí misma, sí- pero el tono de su voz me acobardó. A pesar de estar conduciendo por una calle concurrida como la avenida Flatbush, Nathan giró la cabeza rápidamente hacia mí y sus ojos buscaron los míos.
Cuando los encontraron, su mirada pasó de estar fría a precupada, arrepentida, una calidez repentina que, sin embargo, me provocó un escalofrío.
-Lo siento -dijo en voz baja.
-No, perdona -me disculpé rápidamente-. No debería haber dicho eso. No puedo juzgarte, no te conozco.
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La noche más oscura ©
VampireNueva York está sufriendo una oleada de asesinatos y misteriosas desapariciones. Chelsea Bennett, una de los mejores inspectores de la ciudad, se encargará de los casos, descubriendo cosas que nunca antes había imaginado que existieran: desde algo t...