Capítulo 36

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La mañana del día siguiente, al menos la primera parte, pasó rápida. Kate vino a verme antes de irse a trabajar, y Nathan la riñó porque me despertó, pero a mí no me molestó. Después de eso no dormí más, por mucho que insistió Nathan.

-Estás en un hospital -le dije para distraerle-. No se te hace muy difícil la. . ., esto. . .

La verdad es que estaba más tenso de lo normal, no sé cómo no me había dado cuenta antes.

-¿Sed? -aventuró riendo entre dientes-. Estoy deseando que te dejen ir a casa. ¿Responde eso a tu pregunta?

-Perfectamente. ¿Y por qué no vas a casa un rato? Puedo quedarme sola. . .

-No, ni hablar -dijo él enervándose-. Estás aquí porque te dejé sola, ¿recuerdas?

-Vale -suspiré. Yo lo decía por él, pero no tenía ganas de discutir.

-¿Y cómo vas tú con tus dolores?

-Bueno. . . La morfina hace maravillas -le resumí-. Lo que va a estar divertido será cuando me manden a casa -dije con ironía-. Pero necesito moverme. No aguanto estar aquí tumbada todo el día -me quejé, lo que provocó la risa de Nathan.

A media mañana, vino a visitarme Audrey. Tenía un esguince en el pie, y se ayudaba a andar con una muleta. Me preguntó qué tal estaba, y hablamos del supuesto "accidente". Cuando comprobé de primera mano el don del amigo de Nathan, tuve muchísima más curiosidad de conocerle.

-Ya he puesto la denuncia -me decía Audrey, mientras yo abría los ojos como platos-. Les he descrito el coche. . .

-¿Descrito? -repetí asombrada. Pero si no existía. Audrey me miró extrañada, e intenté arreglarlo-. Quiero decir, ¿lo viste?

-¿Tú no? -No, por supuesto que no-. Era rojo, ¿no te fijaste?

Parecía totalmente convencida, era algo increíble.

-No. . .-dije perpleja-. Supongo que estaba distraída.

-Como siempre -rió ella. Luego paró-. Ahora en serio, ¿cómo estás?

Seguimos charlando, y un rato después vinieron Mike, Blake e incluso Grant se pasó por allí. Aunque se fue enseguida, pero fue todo un detalle.

-A ver cómo os apañáis sin mí estos meses -les dije a Audrey, Mike y Blake. Este último me miraba con cara de pena, y si hubiera podido salir corriendo de la habitación, lo hubiera hecho encantada.

En cambio, deseaba que se fueran todos, y ni siquiera me sentía mal por eso. Y se suponía que eran mis amigos.

-Sí, bueno -me dijo Mike pellizcándome la mejilla. Le encantaba que estuviera indefensa, así me hacía rabiar con más libertad-. Como haces tanto. . .

-Más que tú, seguro -le dije empujándolo para que se apartara de mi cama-. Sólo os pido que me mantengáis informada de todo, pienso trabajar desde casa. Y en cuanto pueda, me escaparé para visitaros. De todas formas, sé que no aguantaréis mucho sin mí.

-Venga ya, menudo descanso nos vamos a dar todos. Tómate con calma la recuperación -me pidió Mike, yo le miré entrecerrando los ojos. Entonces pareció acordarse de algo, y sonrió de una manera que no me gustó. Y efectivamente:- ¿Cuándo pensabas presentarme a tu novio, Chels?

-Yo ya le conocía -intervino Audrey, presumiendo de ello, al parecer. Blake se quedó en silencio. Qué incomodidad. ¿Es que aquel par -Audrey y Mike- no callarían nunca?

Además, estaba el hecho de que era bastante probable Nathan los estaba escuchando. No sabía dónde había ido para dejarme un rato a solas con mis amigos; pero conociéndolo, no muy lejos, seguro. No por cotillear, obviamente, sinó porque procuraba alejarse lo mínimo de mí. Por el hecho de que casi muero, y eso.

La noche más oscura ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora