La mañana del día siguiente, al menos la primera parte, pasó rápida. Kate vino a verme antes de irse a trabajar, y Nathan la riñó porque me despertó, pero a mí no me molestó. Después de eso no dormí más, por mucho que insistió Nathan.
-Estás en un hospital -le dije para distraerle-. No se te hace muy difícil la. . ., esto. . .
La verdad es que estaba más tenso de lo normal, no sé cómo no me había dado cuenta antes.
-¿Sed? -aventuró riendo entre dientes-. Estoy deseando que te dejen ir a casa. ¿Responde eso a tu pregunta?
-Perfectamente. ¿Y por qué no vas a casa un rato? Puedo quedarme sola. . .
-No, ni hablar -dijo él enervándose-. Estás aquí porque te dejé sola, ¿recuerdas?
-Vale -suspiré. Yo lo decía por él, pero no tenía ganas de discutir.
-¿Y cómo vas tú con tus dolores?
-Bueno. . . La morfina hace maravillas -le resumí-. Lo que va a estar divertido será cuando me manden a casa -dije con ironía-. Pero necesito moverme. No aguanto estar aquí tumbada todo el día -me quejé, lo que provocó la risa de Nathan.
A media mañana, vino a visitarme Audrey. Tenía un esguince en el pie, y se ayudaba a andar con una muleta. Me preguntó qué tal estaba, y hablamos del supuesto "accidente". Cuando comprobé de primera mano el don del amigo de Nathan, tuve muchísima más curiosidad de conocerle.
-Ya he puesto la denuncia -me decía Audrey, mientras yo abría los ojos como platos-. Les he descrito el coche. . .
-¿Descrito? -repetí asombrada. Pero si no existía. Audrey me miró extrañada, e intenté arreglarlo-. Quiero decir, ¿lo viste?
-¿Tú no? -No, por supuesto que no-. Era rojo, ¿no te fijaste?
Parecía totalmente convencida, era algo increíble.
-No. . .-dije perpleja-. Supongo que estaba distraída.
-Como siempre -rió ella. Luego paró-. Ahora en serio, ¿cómo estás?
Seguimos charlando, y un rato después vinieron Mike, Blake e incluso Grant se pasó por allí. Aunque se fue enseguida, pero fue todo un detalle.
-A ver cómo os apañáis sin mí estos meses -les dije a Audrey, Mike y Blake. Este último me miraba con cara de pena, y si hubiera podido salir corriendo de la habitación, lo hubiera hecho encantada.
En cambio, deseaba que se fueran todos, y ni siquiera me sentía mal por eso. Y se suponía que eran mis amigos.
-Sí, bueno -me dijo Mike pellizcándome la mejilla. Le encantaba que estuviera indefensa, así me hacía rabiar con más libertad-. Como haces tanto. . .
-Más que tú, seguro -le dije empujándolo para que se apartara de mi cama-. Sólo os pido que me mantengáis informada de todo, pienso trabajar desde casa. Y en cuanto pueda, me escaparé para visitaros. De todas formas, sé que no aguantaréis mucho sin mí.
-Venga ya, menudo descanso nos vamos a dar todos. Tómate con calma la recuperación -me pidió Mike, yo le miré entrecerrando los ojos. Entonces pareció acordarse de algo, y sonrió de una manera que no me gustó. Y efectivamente:- ¿Cuándo pensabas presentarme a tu novio, Chels?
-Yo ya le conocía -intervino Audrey, presumiendo de ello, al parecer. Blake se quedó en silencio. Qué incomodidad. ¿Es que aquel par -Audrey y Mike- no callarían nunca?
Además, estaba el hecho de que era bastante probable Nathan los estaba escuchando. No sabía dónde había ido para dejarme un rato a solas con mis amigos; pero conociéndolo, no muy lejos, seguro. No por cotillear, obviamente, sinó porque procuraba alejarse lo mínimo de mí. Por el hecho de que casi muero, y eso.
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La noche más oscura ©
VampirgeschichtenNueva York está sufriendo una oleada de asesinatos y misteriosas desapariciones. Chelsea Bennett, una de los mejores inspectores de la ciudad, se encargará de los casos, descubriendo cosas que nunca antes había imaginado que existieran: desde algo t...