|Capítulo 5|

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Lea

-¿No piensa responder doctora Cooper?- preguntó, la paciente, mientras las puertas del elevador se abrían. Aproveché ese momento para salir a toda prisa de ahí, queriendo llevar a la paciente a su camilla lo más rápido posible.

-No creo que sea necesario, señora D'Angelo- hablé, abriendo la puerta de la habitación con la tarjeta.

-Solo es una simple pregunta- respondió mientras nos adentrábamos a la habitación.

-Sí, señora D'Angelo, sí me parecen atractivos sus hijos- respondí sonriendo.

-¡Lo sabía!- exclamó como niña pequeña- Mis hijos son hermosos, llaman la atención de todas las chicas.

-No me considero una de esas chicas. Ninguno me llama la atención- mentí en esto último. Todos me llaman la atención- Simplemente sé reconocer el físico masculino como el femenino.

Antes de que ella me respondiera, me levanté y presioné el botón amarillo que estaba al lado de la camilla. Es un botón que se encuentra en todas las habitaciones, los pacientes lo pueden apretar en caso de una emergencia o para pedir algo y los doctores también lo pueden utilizar, siempre y cuando sea para pedir ayuda a alguien del personal.

-Habla la doctora Lea Cooper desde la habitación 105, necesito al médico general Maximiliano Pérez.

-Enseguida- se escuchó del otro lado del aparato.

Maximiliano Pérez, un chico de cabello negro y de ojos color miel. Siempre intentó tener algo conmigo pero nunca lo permití ya que no me gusta mezclar el trabajo con mi vida personal. Es un chico bastante atractivo, y sé que lleva enamorado de mí desde hace meses.

Hay veces en las que entro a mi consultorio y me encuentro con un chocolate o un caliente café encima de mi escritorio. Le dejé en claro que solamente lo veo como un amigo y nada más pero él insiste en que esta enamorado de mí.

-¿Para qué lo necesita?- preguntó la señora D'Angelo con el ceño fruncido.

-Pude bajarla de la camilla yo sola pero no podré subirla. Maximiliano es un doctor general, el podrá ayudarme- dije mientras la acercaba un poco más a la camilla.

Antes de que ella respondiera la puerta se abrió abruptamente, provocando que de las dos se nos escapé un pequeño grito de la impresión. Por la puerta entraron los tres chicos, hijos de la paciente y detrás se encontraban los tres señores mayores, los esposos de la señora. Se adentraron a la habitación y sus cuerpos estaban tensos.

-Oh Dios. No otra vez- sentí que murmuró la paciente, resoplando.

-Disculpen señores, pero no sé quiénes se creen qué son pero no pueden adentrarse de esa manera- dije enfadada por la manera tan brusca en la que habían abierto la puerta.

-¿Y usted quién se cree qué es para estar llamando a doctorcitos?. Ningún hombre va a poner las manos en el cuerpo de mi mujer-

Celos...

-No me creo nadie, soy la doctora que en este momento esta a cargo de la paciente. Si no quiere que llame a seguridad mejor le recomiendo que se tranquilice- hablé- No le permito que me falte el respeto de esa forma y no me importa quien sea usted. Esto es un jodido hospital y no puede abrir la puerta de esa manera, porque si la rompe usted la paga- dije con los dientes apretados, enojada.

Vi las intenciones que tenían de responder pero una presencia se hizo presente en la habitación.

Maximiliano

Hace media hora comenzó mi turno, 11:30. Me encontraba en mi consultorio esperando que sean las doce para que entre mi primer paciente. 

-Habla la doctora Lea Cooper desde la habitación 105, necesito al médico general Maximiliano Pérez- se escuchó la voz de la doctora Cooper a través del altavoz.

Lea [EN PROCESO Y EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora