|Capítulo 9|

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Lea

-Listo- dije cuando terminé de cambiar la venda de la paciente- Mañana por la mañana vendré a cambiar la venda nuevamente y luego del desayuno se podrá retirar- sonreí.

-Gracias por estar al pendiente de nuestra esposa, doctora Cooper- dijo el señor de cabello negro- Por cierto, soy Leonardo- se presentó.

-Alessandro- se presentó el señor a su lado.

-Y yo soy Giovanni- se presentó el último de los señores, sonriendo.

-Bueno. Creo que mi nombre ya lo sabe, pero de todas formas, soy Rosa- se presentó la mamá de los jóvenes a mi lado.

-Mucho gusto- estreché la mano de cada uno y luego me paré al lado de la paciente- Mañana luego del desayuno, vendré y cambiaré la venda nuevamente. Me tendrá que firmar unos papeles para hacer la ficha de que usted estuvo aquí y luego le daré algunas recomendaciones para el cuidado de la herida- sonreí.

-Muchas gracias. Haré todo al pie de la letra- dijo sonriendo.

(...)

Ya eran las siete y media de la tarde, lo que significaba que me faltaban treinta minutos para salir. 

Trevor se había retirado ya que se sentía muy mal. Le dieron tres días de descanso y recién el jueves podrá volver a trabajar. Se encontraba con vómitos, náuseas, gases y sentía la rara sensación de ardor en la parte superior del esternón. Eso significaba una cosa, problemas de estómago.

Seguro comió algo y le cayó mal. Puede pasar horas comiendo lo que sea y eso le hace mal, sin embargo, él come, come y sigue comiendo hasta cansarse.

Ya no me tocaba atender a ningún paciente, pero no podía retirarme hasta que sean las ocho de la noche. Mi hora de salida.

Estaba en recepción charlando con Emma, y vi a Olivia pasar por mi lado, dándome una mirada llena de decepción.

-Ahorita vengo- le dije a Emma, dejando mi café a su lado.

-¿Qué quieres, Lea?- dijo cortante cuando la sostuve del brazo.

-¿Podemos hablar?- pregunté angustiada.

-Cinco minutos y ya- se soltó bruscamente de mi agarre y se adentró a la habitación en donde están nuestras cosas.

-Mira...- comencé a hablar a la vez que la miraba arrepentida- Sé que estás enojada conmigo, quizás decepcionada. Pero realmente siento lo que viste. Sé que no debí corresponder a su beso, pero aún así, lo hice. Lo hice sabiendo que estás enamorada de él. No sé ni por qué le correspondí el beso. Pero ahora mismo te puedo decir que no quiero nada con él. No sentí nada con ese beso y se lo dejé en claro. No quiero nada con él, solo una amistad- suspiré para no llorar- Te aprecio demasiado, Liv, y realmente quiero conservar tu amistad. Eres una de mis mejores amigas y no quiero que esta amistad se vaya a la mierda.

-¿Me juras que no quieres nada con él?- preguntó con las lágrimas corriendo por sus mejillas.

-Lo juro por lo que más quieras. No quiero nada con él- dije con una mueca triste. Sonrió y me abrazó, sorprendiéndome. 

Correspondí a su abrazo con la misma fuerza que ella y luego de unos dos minutos, nos separamos.

-Te perdono- sonrió mientras limpiaba sus lágrimas- Pero no dejes que te vuelva a besar. Haré lo posible para tener su atención pero mantenlo lejos de ti.

-Bien. Pero no insistas donde no hay interés, Liv. Quiero lo mejor para ti y no quiero que salgas lastimada. ¿Bien?- sonreí, sincera.

-Bien- me abrazó nuevamente.

Lea [EN PROCESO Y EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora