Capítulo 24

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Pero  ¿qué estaba diciendo?  Él no tenía ningún derecho a pensar esas cosas, al fin y al cabo eso era exactamente lo que pretendía, ¿o no? Sí, sí lo era. Él no quería tener una relación con Lucero, sólo quería que fueran amigos. Claro que una parte muy egoísta de él deseaba que ella no saliera con nadie durante los meses que le quedaban en Londres.  Manuel se dio cuenta entonces de que la echaba de menos, echaba de menos las charlas, los paseos. En las últimas casi dos semanas, él la había estado evitando y, al hacerlo, había eliminado la mejor parte del día. Desde aquella noche, él y  Lucero apenas se habían visto; él se había concentrado en su trabajo y ella había empezado a salir a solas con sus amigos. Manuel sabía que a menudo quedaba con Amanda y con otras compañeras del trabajo, y eso nunca le había preocupado, pero quedar con Nick ya era otra cosa. No es que estuviera celoso, para nada. Pero él conocía muy bien a su amigo, sabía que era un seductor y no quería que le hiciera daño a Lucero. Eso era lo único que le preocupaba.

Manuel se detuvo en seco en medio de la calle como si hubiera descubierto algo importante. Ya estaba. Por fin sabía lo que tenía que hacer; tenía que recuperar su amistad con Lucero, quería que volviera a sonreírle y quería volver a charlar con ella hasta las tantas. Aprovecharía una de esas charlas para advertirle sobre Nicolas, y seguro que entonces todo volvería a la normalidad. Lo único que tenía que hacer era asegurarse de no tocarla de nuevo. Ya sabía lo que pasaría si lo hacía, y no quería arriesgarse a eso. Era valiente, pero no tanto; y con este último pensamiento, tomó el camino de regreso a su piso.

Lucero se puso el pijama y decidió que leería un rato. No tenía sueño y a lo mejor así podía esperar a que Manuel llegara y empezar a poner en práctica los consejos que Nick le había dado. Según él, Manuel se pasaba la mano por el pelo siempre que ella se mordía el labio, y eso era señal de que se ponía muy nervioso. Lucero se estaba preparando un té cuando sonó el teléfono. No tuvo tiempo de dejar la tetera encima de la mesa antes de que el contestador ya respondiera a la llamada.

—Manuel, «cari», ¿estás ahí? —Era Monique.  Lucero se quedó helada. Según Manuel, hacía más de tres meses que no la veía—. Supongo que no. —Soltó una risa tonta—. Te llamaba para decirte que he encontrado esa bufanda tuya que tanto te gusta detrás de mi sofá. —Hizo una pausa dramática y continuó—. Si quieres recuperarla, ya sabes dónde estoy. Chao.

Lucero estaba tan furiosa que temió romper el asa de la taza que aún sujetaba entre los dedos. Intentó serenarse. Si analizaba con calma el mensaje de Monique, podía darse cuenta de que nada implicaba que Manuel hubiera estado con ella. Esa bufanda, si en realidad existía, podía haber estado allí desde mucho antes de que ella llegara a Londres. Pero Lucero estaba tan enfadada que no era capaz de pensar. Dejó la taza y se sentó en una de las sillas que había en la cocina. Ahora lo veía todo claro: Manuel no quería tener nada con ella. A él sólo le interesaban las mujeres como Monique, mujeres que utilizaban una excusa tan cutre como una bufanda perdida para llamar su atención. Y pensar que había echado de menos sus conversaciones... Era obvio que para él eso no significaba nada. El muy cretino le había mentido. Dios, y ella que se había creído todo ese rollo sobre lo de encontrar a alguien especial.

Lucero se dio cuenta de que ya no podía seguir en ese piso; una cosa era que él no quisiera ser su pareja y otra muy distinta, y mucho más dolorosa, era que él le hubiese mentido, que se hubiera burlado de ella. Por extraño que pareciera, Lucero no derramó ni una sola lágrima, y sin pensar en lo tarde que era, descolgó el teléfono y llamó a Nicolas .

AHORA LA CELOSA ES LUCERO🤣 QUE COINCIDENCIA🤭
¿NO?🍯

♡︎𝙀𝙡 𝙖𝙢𝙤𝙧 𝙣𝙤 𝙩𝙞𝙚𝙣𝙚 𝙚𝙨𝙘𝙖𝙥𝙚♡︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora