¿Sigues teniendo intención de mudarte a otro piso?
Lucero se atragantó con la comida.
—¿Quieres que lo haga?
—No —respondió él sin dudar ni un instante. Desde la noche en que estuvo enfermo, Manuel había empezado a plantearse que tal vez estuviera equivocado. Tal vez enamorarse no fuera tan malo; además, era incapaz de imaginarse sintiendo todo eso por alguien que no fuera Lucero. Aún tenía muchas dudas, pero lo único que tenía claro era que no quería que ella se fuese de su casa.
—Entonces no lo haré. La verdad es que yo tampoco quiero. —Se limpió los labios y continuó—. Ahora que tú y yo volvemos a ser amigos, no me apetece vivir sola. —Sintió la tentación de confesarle que lo echaría de menos, pero no se atrevió, y en vez de eso dijo—: ¿De verdad no te molesta que me quede?
—Pues claro que no. Todo lo contrario. —Bebió un poco de vino—. Me alegra ver que volvemos a ser amigos, echaba de menos... —Como no sabía cómo describir lo que había entre ellos, movió las manos—... esto.
—Yo también. —«Sea lo que sea», pensó Lucero.
—Recuerdo que me dijiste que estabas a punto de firmar el contrato de alquiler. ¿Llegaste a hacerlo? —Manuel hablaba sin apenas mirarla. Estaba nervioso.
—No. Estabas tan enfermo que al final no fui —respondió Lu también nerviosa. No quería decirle que estaba tan preocupada por él que se había olvidado completamente del tema.
—Lo siento.
—No te preocupes. Le pedí a Nick que llamara a la inmobiliaria para anular la cita. —Nicolás se había portado como un sol. Tan pronto como supo que Manuel estaba enfermo, se ocupó de solucionar el tema, y cada día la llamaba para preguntarle cómo iban las cosas. Lucero se alegraba mucho de contar con alguien como él, pero por la cara que puso Manuel, vio que él no pensaba lo mismo. Lucero quería confesarle que sólo eran amigos, pero como Nicholas le había aconsejado que aún no dijera nada, se mordió la lengua. Los consejos de ese adorable canalla solían ser acertados. Lucero optó por cambiar de tema—. ¿Te ha pasado algo interesante hoy?
—He tenido una reunión con Santi. —Manuel se dio cuenta de que ella no quería hablar de Nick. Bebió un poco de vino y pensó que ya volvería a sacar ese tema más tarde. Por el momento prefería seguir disfrutando de la tregua que se había instalado entre ellos.
—¿Ah, sí?
—Sí, y el sábado nos ha invitado a su casa de campo. Su mujer y sus hijas quieren conocerte. ¿Te apetecería ir? Si no, no pasa nada, pero he pensado que podría estar bien. —Manuel intentó que su tono de voz no delatara lo importante que era su respuesta para él.
—Sí, podría estar bien. Si tú quieres ir, vamos —respondió Lucero, aunque no sabía por qué querían conocerla.
—Entonces iremos. —Manuel acabó de comer—. ¿Has terminado? Pues siéntate en el sofá y prepara la película mientras yo ordeno esto.
—De eso ni hablar. Hoy me toca a mí recoger. —Se levantó y recogió los platos.
Manuel puso la película en el DVD y se sentó a esperar a Lucero. No le gustaba nada que estuviera recogiendo la cocina sola, pero ella había insistido en que ésas eran las normas.
— ¿Tienes velas? —preguntó Lucero al salir de la cocina.
—¿Velas? —se sorprendió Manuel—. ¿Para qué?
—Una película como ésta no se puede ver con luz normal. —Lu lo miró como si la respuesta fuera obvia.
—Ah, claro, perdona. Supongo que en el último cajón del mueble que está al lado de la tele habrá algunas. Aunque no sé si será lo que buscas. Las compré el año pasado, cuando hubo unos cortes de luz. — Manuel se levantó y empezó a rebuscar dentro del cajón—. Aquí están. ¿Éstas te parecen bien? —Le ofreció tres velas.
Lu las cogió, las colocó encima de la mesilla baja y las encendió. Luego apagó la luz y se sentó en el sofá con las piernas cruzadas, como una india. Le encantaba sentarse así para ver películas.
—Vamos, Manuel, ven aquí. —Dio unos golpecitos al sofá indicando que esperaba que él se sentara a su lado.
—Ya voy. —Manuel aún estaba de pie, observando el ritual de Lucero. Al ver que ella ya lo daba por finalizado, se acercó al sofá y, para mantener un poco las distancias, puso un cojín entre los dos con la excusa de apoyarse mejor. No quería estropear la noche, y si se sentaba demasiado cerca no se veía capaz de controlar las ganas que tenía de besarla.
La película empezó. Manuel no la había visto, pero estaba más interesado en mirar a Lu que en otra cosa. Era fascinante ver cómo se sorprendía, se asustaba, y eso que, según ella, ya la había visto un montón de veces. Pero cuando Drácula intenta morder a Keanu Reeves, a quien, en opinión de Lucero y sus hermanas, habría que considerar patrimonio de la humanidad, ella se abrazó a él y Manuel quedó petrificado.
Que pregunta tan directa🙊
Voten y comenten chamacas ✨
Las amo mucho ❤️🥰
Ando bien cursi sorry JAJAJJAA🤭🤭
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♡︎𝙀𝙡 𝙖𝙢𝙤𝙧 𝙣𝙤 𝙩𝙞𝙚𝙣𝙚 𝙚𝙨𝙘𝙖𝙥𝙚♡︎
RandomLucero, una joven diseñadora gráfica que vive en Barcelona, se ve forzada a redirigir su carrera profesional a causa de un accidente. Aconsejada y apoyada por su familia, Lucero se traslada a Londres. Su hermano Antonio ha intercedido para que Manue...